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Un cúmulo de desgracias se llevó por delante al judoca Alberto Gaitero en la primera ronda del torneo olímpico. El de Laguna de Duero tuvo todo en contra desde el minuto uno. Sanción por las dimensiones de su judogi (kimono), lo que le obligó a ... estar en el combate sin la presencia del seleccionador como castigo. Los cabezazos del rudo ucraniano le provocaron que tuviese que luchar con una herida en la boca y una ceja partida. Hubo que parar el combate en varias ocasiones para que el vallisoletano fuera asistido. Terminó con varios vendajes sobre su rostro que más parecía una momia que un judoca. Ante esa tesitura terminó derrotado por un ippon. Y es que competir en tales condiciones le pasó factura. Así acababa el sueño olímpico de un deportista que podía haber estado en la lucha por los metales. Mala suerte a espuertas.
Víctor Gómez, entrenador de Gaitero desde su infancia, se lamentaba por todo lo sucedido a su pupilo en el Nippon Budokan de Tokio. «Ha sido un cúmulo de mala suerte», se quejaba su preparador. «Le ha pasado de todo desde que empezamos con la pandemia. Hemos entrenado lo mejor que hemos podido. En el último momento, cuando iba a viajar a Japón con el resto del equipo olímpico, da positivo por covid. Fue un falso positivo, como les pasó a 18 deportistas españoles antes de viajar, pero que genera miedo ante la posibilidad de estar enfermo. Pasos tres pruebas que dieron negativo y viajó a Tokio dos días después de lo previsto», explica el entrenador de Alberto Gaitero.
Pero eso solo fue el presagio de todo lo que iba a venir encadenado después. Víctor Gómez hace hincapié en que tuvo que competir sin el apoyo del seleccionador a su lado. «Según un juez, el judogi no cumplía con las medidas reglamentarias. Raro porque en otras competiciones sí que las cumplía. Por eso te sancionan y debes salir sin entrenador. Luego están los golpes que recibes del judoca ucraniano durante el combate. Son acciones de mala suerte, fortuitas. Todo ha sido una detrás de otra. Así ha pasado lo que ha pasado», comenta.
El entrenador del judoca de Laguna de Duero no esconde que Gaitero llegaba «en las mejores condiciones posibles para afrontar la cita olímpica. A él no se lo decíamos, pero en el equipo estábamos seguros de que iba a volver de Japón con una medalla. No sabíamos el color del metal, pero seguro que la hubiera ganado».
Gómez explica que «con la herida en la boca y la ceja partida es muy difícil competir, te cuesta mucho respirar y te cansas mucho más».
Después de cinco años trabajando intensamente para preparar estos Juegos, Gaitero, de 25 años de edad, tiene ante sí la decisión de qué hacer con su carrera como judoca. «Ahora cogerá unas vacaciones largas para pensar en su futuro. Se encuentra muy quemado con todo lo que le ha sucedido. Tomará una decisión con cabeza fría para determinar cuál será su futuro deportivo. Todos esperamos que siga. Es joven y llegaría a los próximo Juegos Olímpicos en una edad óptima (28 años) y con una mayor experiencia».
«Cuando a un alumno como él lo has visto crecer, todo lo que ha conseguido desde niño, todo lo que apuesta y se sacrifica, lo único que quieres es lo mejor para él. No piensas en otra cosa», prosigue. «Ahora toca pensar en positivo y sacar lo que se pueda de lo que ha ocurrido».
Tras la accidentada eliminación de Alberto Gaitero, el deporte vallisoletano se queda sin representación en la cita olímpica nipona.
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