Tenis

Un Alcaraz descomunal luchará por el oro tras anular a Aliassime

El murciano noquea al canadiense (6-1 y 6-1 en 75 minutos) y peleará el domingo por la gran medalla en su primera aventura olímpica

Laura Marta

París

Viernes, 2 de agosto 2024, 13:53

Desde el martes, la Philippe Chatrier acogerá las finales de boxeo. Pero ya el domingo se verá un combate de los de palomitas y tensión: un Alcaraz-Djokovic, por la gloria olímpica nada menos, apuntado el serbio a última hora a la cita tras deshacerse ... de sus miedos por la rodilla y de Lorenzo Musetti (6-4 y 6-2). No llevarán guantes, pero sus raquetas lanzarán derechazos y ganchos con el mismo propósito: tumbar al rival, levantar los brazos, colgarse el oro olímpico. Pero avisa el español, que en la sobremesa noquea a Felix Auger-Aliassime en apenas 75 minutos.

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Un 6-1 y 6-1 para poner un pie en el último día del torneo olímpico y empezar a sacar el guante para pintar de oro la medalla, el único color que contempla. «Estoy muy contento de poder llevar una medalla a España, pero soy ambicioso. Desde principio de año el objetivo era el oro. Me lo he imaginado, lo he pensado, lo he visualizado. Es algo que me da energía. Sería algo muy grande», resume, liberado y con sonrisa tras unos días complicados: «Ha sido una semana muy intensa, con muchas emociones y momentos duros. Hubo un bajón físico y ahí cuesta disfrutar, pero tenemos claro el camino». Aunque lleve hacia Djokovic.

Y en el buen lugar, entre los que sumarán un brillo especial a su palmarés y del que no todo el mundo puede presumir, porque solo Steffi Graf y Rafael Nadal encadenaron Roland Garros, Wimbledon y el oro (en 1988 ella, en 2008 él): «Me encantaría que mi nombre estuviera al lado de Steffi y Rafa, dos leyendas del deporte. Pero no vamos a pensar en lo que puedo llegar a conseguir si… vamos a intentar evadirnos de todo eso y dar lo mejor de nosotros y sobre todo en hacer disfrutar y hacer orgulloso a todos los españoles». Él también lo está, beso al escudo al terminar el partido.

Un partido que ganó presumiendo de todo lo que tiene, que no había sacado hasta ahora porque no lo necesitaba. En el primer juego: derecha supersónica, dejada llena de ternura y globito milimétrico, para enredar enseguida al canadiense, que cede su saque con una doble falta. El mejor regalo para este Alcaraz con hambre, que se ha deshecho en esta semana olímpica de Hady Habib, Tallon Griekspoor, Roman Safiullin y Tommy Paul con más o menos desconexiones, pero que no se toma ni una ante Aliassime.

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Presiona, porque ve al rival dubitativo, con bolas muy largas y más golpes de derecha que en citas previas. Y es una derecha que funciona, rápida y letal cuando es cruzada, y que bloquea la respiración del canadiense mientras que a la grada se le escapa el aire en forma de 'oh'. Busca la línea de fondo y busca las dudas del rival, que son muchas porque sus golpes son potentes cuando va por arriba en el marcador, o en el punto, pero se doblan cuando el español se acerca en el juego, y en el punto. Ahí entra Alcaraz con todo, en esas dudas por las que logra un segundo break que lo invitan a lucirse: dejaditas, cortados, pero siempre cuando la derecha ya ha dejado más que fundido al canadiense.

Marea y marea al canadiense, que ni siquiera cuando tiene la iniciativa sabe qué hacer con ella, en su versión de las grandes rondas, cuando entra en el pasillo que desemboca en el trofeo. Y pocos brillan tanto como una medalla olímpica.

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Tanta la superioridad, dos saques directos y una derecha prodigiosa para ponerse por delante en el segundo set, y las prisas de Alcaraz por descansar, que aún queda el último partido, que la grada cambia el paso y empieza a apoyar al canadiense, que quieren ver más partido y aquí siempre hay cierta consideración con el que se ve en inferioridad. «Félix, Félix, Félix», intenta levantar la grada. Pero no puede el canadiense. No le dan los reflejos para responder a las bombas de Alcaraz, de revés y de derecha, ni para leer sus dejadas ni para que le salgan las suyas propias. Porque hasta lo suyo, que suele ser bueno, falla estrepitosamente: con otra doble falta regala el cuarto juego.

Un break que Alcaraz convierte en oro, ese que buscará el domingo para colgárselo al cuello. Sigue centrado el español, imperturbable incluso con el Aserejé, impenitente con la derecha, impenetrable en la red, irreductible en cualquier caso. El canadiense lo acepta, resignado cuando vuelve a perder su saque y camina hacia el otro lado de la pista cabizbajo y aturdido. No sabe lo que son los errores no forzados, él siente que todos son por culpa de Alcaraz. «Vamos, murciano, a por el oro», culminan desde la grada. Ya está en el podio, subido a él de un salto tras un partido perfecto, y solo le queda pintar el domingo el color definitivo de su primer trofeo olímpico. Con 21 años.

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«Podemos tener objetivos personales, como ganar la medalla de oro, pero estamos jugando por España y por todos los españoles, para estar en lo más alto del deporte internacional. Es un honor y un orgullo representar a nuestro país, que para mí es una de las cosas más grandes que hay en el mundo, y qué mejor manera que llevar una medalla». Y más si es de oro, el único color que contempla para el tatuaje. «Queda un pasito que es una gran montaña, pero si se consigue se hará», confirma con su enorme sonrisa.

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