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Los jugadores de la Segoviana hacen una piña con los suplentes y parte del equipo técnico tras marcar el primer gol, obra de Rui. Antonio Tanarro

Una victoria de comunión gimnástica

La Gimnástica Segoviana consigue una triunfo convincente por 2-0 ante el Langreo con el que congraciarse con la grada y con la tabla

Sergio Perela

Segovia

Domingo, 20 de febrero 2022, 21:31

El gol de Rui, el primero del partido, ha tenido un significado grande para la parroquia gimnástica. Más que el gol en sí mismo, que también, sobre todo la celebración. Algo debían tener hablado, quizá los capitanes, los hombres que cargan con la responsabilidad del ... equipo, como el propio central o el capitán Manu. Marcó el defensor y marchó directo al banquillo, donde todos los suplentes se habían levantado y formado una línea sin entrar en la cancha abrazados entre sí. Esperaban a que llegasen los titulares para fundirse todos en un abrazo completo, para el que Manu hacía ademanes de que se incorporasen también los miembros del cuerpo técnico.

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Manu González tenía reticencias, porque quizá pensaba que un gol es un gol y que el Langreo en algún momento tenía que sacar las uñas, y que su 'Sego' en otras ocasiones no había conseguido atar la victoria poniéndose por delante. Igual, cuando ya en la segunda parte Álex Conde marcó el segundo, se dio un paseo de varios metros con una gran sonrisa para fundirse en un abrazo con su entrenador, al frente de una mala semana y poniendo el pecho para detener las críticas.

La grada, por su parte, tras haber surgido espontáneamente críticas duras después de haber caído en Vilagarcía de Arousa, también respondió. La mejor entrada de la temporada, con 1.351 espectadores aplaudiendo y queriendo durante todo el partido tener una excusa para animar y sumar. A la directiva le salió bien el detalle de poner entradas a un euro para que La Albuera tuviera otra cara. También el partido tuvo otra cara.

Tensión inicial

Cierto es que los primeros minutos fueron tensos, excesivamente ligados a lo anímico en las mentes de los azulgrana. Con esa tensión quería jugar el Langreo, que planteó una composición sobre el campo un tanto extraña con cinco defensas, únicamente dos medios y tres hombres descolgados de todo arriba. El plan, coger a la Gimnástica en medio de las dudas generadas por la posición en la tabla, soltar balones a la espalda de los laterales y hacer daño como un escorpión lo hace, con una picadura certera en el peor momento. No tiraron los asturianos ni una sola vez a puerta.

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En realidad, ni una sola vez, ni a palos ni fuera. La mejor oportunidad la propició una llegada, de las contadas con los dedos de una mano, de Ebea por la derecha que tocó Rui y se envenenó lo justo para que Carmona hiciera el único ejercicio de la tarde, nada exigente.

Manu González, entrenador de la Gimnástica, aplaude y sonríe ante el juego de sus pupilos. A. Tanarro

Al igual que en otros partidos la Gimnástica no había sabido aprovecharse de los errores rivales, que luego sabían castigar dignamente y sin piedad los suyos, en este la clave estuvo precisamente en un error que tomó sin querer dimensiones insospechadas. Lo había intentado el equipo de Manu González un par de veces contadas; una pantalla de Conde en el área que recogía Nanclares con la derecha y mandaba fuera, muy escorado, y otro remate a trompicones del propio mediapunta que se marchaba alto.

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Tuvo que ocurrirle al portero Adrián lo eso que les pasa a veces a los cancerberos, que les ceden el balón y mientras levantan la vista para ver dónde lo van a colocar, se les pasa por debajo del pie. La bola no cogió portería, pero se marchó al primer córner del partido que Mansour iba a recoger en el segundo palo para devolverla dentro, aunque a Adeva se le quedó el balón retrasado.

Fue la segunda acción la que mató al Langreo, que estaba defendiendo demasiado aculado. Conde la recogería en la frontal para filtrarla para un Rui que, a la media vuelta y con un control orientado, iba a pegarla con la furia propia de quien tiene que resolver cuentas pendientes. Tocaría en un defensor para envenenarse más, pero un gol con más de tres letras.

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Habían sido muchos los partidos los que habían caído, por detalles, del lado del rival como si todo estuviera predeterminado en contra de los intereses gimnásticos. Tanto había pasado, que al fin dio para que el vestuario y el cuerpo técnico pensasen que algo tenían ellos que estar poniendo de su parte. La moraleja llegaba en parte con el primer gol, una moneda de canto que tomó partido para bien, y lo haría con el segundo.

La moneda cayó de cara

La salida del descanso del Langreo debió haber sido en tromba, pero no lo fue. Quisieron jugar un poco más con Juan López, un medio con buen pie, pero el equipo carecía de ritmo. Andaban por el campo a unas revoluciones demasiado bajas. Algo se estiraron, para nada de forma determinante. Sin embargo, había una intranquilidad en la grada segoviana, en el banquillo y hasta en el campo. Nadie quería llegar a la recta final del partido jugándose los cuartos con un equipo que tenía pinta de forzar faltas y saques de esquina, esos que tan mal se le dan a la Segoviana. Un gol para finiquitar la obra iba haciendo falta.

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Álex Conde celebra el segundo gol de la Segoviana, este domingo, en La Albuera. Antonio Tanarro

Nanclares, que había ganado dos buenas acciones por su banda derecha en la segunda vez en la temporada que jugaba pegado a la cal, iba a conseguir ganar otra sacando partido a un trabajo oscuro que lleva cuatro partidos ejecutando bien. La pelota le caería a Álex Conde en el pico diestro del área y, con mucha determinación, iba a colocarse el balón a la zurda para buscar un golpeo justo desde la frontal.

De nuevo un defensor iba a ser clave para que Adrián no pudiera ni oler esa bola que se desviaba, fuera de su alcance, hacia la red. Aquello no iba a escaparse ya de ninguna manera. Un equipo en descenso estaba ganando convincentemente a otro que tenía los play off de ascenso a medio paso al comenzar la jornada.

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Los cambios sirvieron para que la grada recompensara el esfuerzo a Nanclares, Conde o al propio Adeva. Las críticas de una semana dura quedaron acalladas. Fue un primer paso, pero firme, para la gran obra que el equipo debe acometer: ganar fuera por vez primera el sábado frente al Ceares y respirar contra el Salamanca. Hay un paso ya dado.

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