Antiguamente en la entrada del campo del Ceares, situado en un espacio abierto en un lateral de una carretera de salida de la ciudad de Gijón, lucía un rótulo con la inscripción: «Esto ye La Cruz». Un reto, una forma de sacar pecho y mirar ... de soslayo al visitante. Una amenaza velada de lo que podía esperar. El rótulo ya no está, pero La Cruz ye La Cruz y la amenaza existe. La amenaza en el campo, un césped duro, irregular; de bote pronto y toque difícil. Fútbol popular el club, fútbol directo de toda la vida en el campo. Y esa es una merienda que a la 'Sego' se le suele atragantar.
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UC Ceares
Kike, Pelayo Nuñez, Sergio Ruiz, (David Blanco min 73), Aitor Elenau (Ferreres min 84), Varo, Héctor Zuazua, Llerandi (Marcos Álvarez min 79), Juan Carlos, Noé Fernández (Edu García min 84), Manu Medori y Madeira.
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Gimnástica Segoviana
Carmona, Adrián Pérez, Mansour, Rui, Rubén, Nogueira (Juan de la Mata min 77), Manu (Cidoncha min 81), Álex Conde, Nanclares (Rafa Llorente min 46), Adeva (Dani Arribas min 81) y Javi Borrego (Szymanowski min 65).
GOLES: 1-0 Juan Carlos (min 2), 1-1 Álex Conde (min 44).
ÁRBITRO: Arando Bunedo. Amonestó a Varo, Manu Medori, Sergio Ruiz y Kike por parte del Ceares y a Nogueira por la Gimnástica Segoviana.
INCIDENCIAS: Campo de La Cruz. 330 espectadores.
Dos minutos y una oportunidad. Eso fue lo que tardó el Ceares en abrir el marcador. Había salido la Gimnástica con ganas de presionar arriba, meter la pierna y empujar hacia el área del colista. No supo cómo y, en un saque de banda desde la derecha, el balón llegó a Juan Carlos con todo a su favor para controlar con el pecho, bajar la bola y fusilar, poniendo la bola cercana a la escuadra. Marcar el primero sin hacer nada más que sacar de banda y que la Segoviana no estuviera ni colocada, ni en el partido. Otro detalle más, otro lamento al cielo. Otro partido en el que se entra con el pie izquierdo. Al menos para la 'Sego' fue entrar, no salir con los pies por delante.
Lección aprendida tras recibir el correctivo, el pellizco sin el que parece que el equipo no reacciona, los de Manu González comenzaron a recitar de carrerilla la lección de los campos de fútbol básico y antiguo. Sin contemplaciones, balones más largos en bandas o para un Adeva luchador y titánico y segundas jugadas. Lo de las segundas jugadas se quedó en agua de borrajas, porque la 'Sego' no ganó ninguna. Lo que sí consiguió fue sacar faltas en zonas de tres cuartos. Muchas faltas que poco a poco iban haciendo el trabajo de zapa de cargar a los tres centrales del Ceares con tarjeta. Si en la primera parte, entre saques de banda y faltas, no colgó al área siete u ocho balones el equipo gimnástico, no colgó ninguno. Tampoco remató ninguno. Balones muy tocados, muy de perfección para la foto, pero nada útiles para encontrar un remate en condiciones. Una acción ofensiva reseñable, a los nueve minutos, con un balón que fue de derecha a izquierda, que Rubén puso con el pecho al punto de penalti para Nogueira. El madrileño golpeó con todo y, de la misma forma que a Juan Carlos le entró reventando la red, a él se le marchó alta.
Así las cosas, el equipo asturiano comenzó a manejar lo que ahora en política se llama el relato. No se trataba solo de ir por delante, sino de adueñarse de los espacios, de achicar zonas de peligro y de que se jugase a lo que querían, que era básicamente a nada. Pérdidas de tiempo, frenazos en cada momento que los segovianos buscaban elevar ritmo. Y balones directos a los espacios que sí veían cuando atacaban, porque uno de los laterales de la Segoviana siempre iba arriba. En esa zona se acostaba o Manu Medori o Noé Fernández. Con un balón descargado a la banda y otro de vuelta al área, creaban sensación de peligro. Si de ahí no sacaban remate directo o Carmona no se quedaba la pelota, la segunda acción la golpeaban. Sin calidad, cierto; sin encontrar portería, pero terminando jugadas e impidiendo que su rival saliera.
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Mal perfilados en una primera parte de ensuciarse en el barro para sacar poco, Adeva estuvo a punto de rematar un balón, el único que le había caído en la primera parte. Pero la pierna de Aitor Elena, el hijo de aquel Marcelino que fuera internacional, se cruzó para impactar sobre la pierna del delantero gimnástico. Penalti que, dentro de ese relato perdido, ni se pitó ni se iba a pitar. La frustración parecía que se había adherido a la espalda de una 'Sego' que corría sin un rumbo muy cierto y ese peso de más en la mochila.
Lo que ocurre es que Álex Conde, que en años anteriores no había jugado en partidos similares porque se suponía que sus cualidades no eran aptas para los mismos, apareció. Un balón suelto, largo, peinado en el centro del campo, que Javi Borrego consiguió abrir a la izquierda para la incorporación de su compañero de piso. En realidad, la jugada la trenzaron los tres compañeros, porque Adeva engañó abriéndose a la derecha y Borrego, que había comenzado a entender el partido a partir del primer tercio, aprovechó la oportunidad. El balón se le quedó a Conde en la pierna izquierda y quiso pegar al segundo palo. Lo hizo mal, pero eso valió para despistar a Kike, que no pudo hacer nada cuando la pelota pegó en el primer palo y terminó dentro. Era el minuto 44, el momento perfecto para empezar a convertir en mentira la verdad que quería vender el Ceares.
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En la segunda mitad, Manu González decidió sacar a Nanclares, dolorido y magullado, pero más que nada perdido en pases en corto y acciones combinativas que eran imposibles en ese campo. Apostó por Rafa Llorente y su velocidad para poner balones a la derecha y superar al carrilero y la lentitud de los centrales. El chaval se equivocó de botas y, por aquello de la comodidad, decidió dejar las de tacos de aluminio en el banquillo. Al tercer resbalón, uno le costó perder una acción de ataque y otro llegó de forma inoportuna en defensa, tuvo que salir para cambiarlas. Lo hizo, pero siguió entendiendo su función igual de regular, mientras que Borrego era el hombre que mejor se había agarrado a las nuevas opciones de juego. A los cinco minutos, le mostró a Llorente lo que se esperaba de él entrando por banda derecha y golpeando una pelota que atajó Kike en dos tiempos. Un minuto después, recogía a la media vuelta con la izquierda un balón de saque de banda que no iría entre palos.
No obstante, el partido empezó a descontrolarse. Quizá la situación agónica del Ceares, quizá un exceso de celo entre los gimnásticos por buscar esa primera victoria fuera de casa que no llegaba. Una razón por la otra, se abrió demasiado y ofreció espacios para que el Ceares pudiera haber hecho el segundo. Un disparo de Madeira tras ganar la espalda a los centrales lo detendría Carmona en su única acción. Otra contra, aprovechando una pérdida en ataque en banda izquierda, iba a finalizarla precisamente con dicha pierna Zuazua sin encontrar portería, pero metiendo mucho miedo.
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Entre medias, la frase ya recurrente en cada partido de la 'Sego', la de «la tuvo Adeva». El trabajo del delantero le permitió ganar la espalda de Elena y afrontar a Kike en un mano a mano que repelería el portero con la mano derecha bien abajo. Fue la jugada, la posibilidad de los tres primeros puntos fuera. El equipo no tiene colmillo. Sí garras, pero no mordiente. Y eso es un hecho con el que va a tener que contar para salvarse. El empate suma, pero no convence. El peligro, por tanto, sigue acechando.
manu gonzález
Entrenador de la Segoviana
PABLO BUSTO
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