El Tordesillas llena el vaso

Lo que no mata hace más fuerte... y el Atlético Tordesillas necesitó estar al borde del KO para salir más vivo que nunca. El Cristo Atlético hirió de muerte a los rojiblancos, que posiblemente vivieron los minutos más complicados de los últimos años, pero es de sobra conocido que en esas circunstancias sale lo mejor de ellos. Abel, con un golazo para el recuerdo, mandó al ostracismo todas las dudas.

En el fútbol, como en la vida, nada es verdad ni mentira, pues todo es según el cristal con que se mira. Y en esas estaba el Tordesillas, que desde hace semanas observaba su temporada con ambigüedad. Con un vaso medio lleno por seguir su condición de invicto --único en toda la liga-- y medio vacío por encadenar una sucesión de empates que lo alejaban de los grandes del campeonato.

No venía mejor el Cristo Atlético, desde luego, pese a su último triunfo con remontada incluida ante el Bembibre, aún muy lejos de su objetivo. Entró al partido con madurez, con mucha más convicción que un Tordesillas que cuajó un primer tiempo sin ideas y endeble en defensa.

Volvía Torres al once en busca de gol. Para entender la magnitud de la sequía basta con ver que el último partido con goles en Las Salinas fue con él en el campo (de hecho marcó) y lleva dos meses lesionado. Así que hizo sus deberes el soldado rojiblanco. Claro que para entonces en la otra red habían caído ya dos.

Del 'tan calvo'... al 'tanto'. De casi 400 minutos sin ver un gol a tres dianas en diez. Hechos paranormales entendibles solo por los habituales en estos lares. Javi la pegó directa y marcó gracias a un desvío de la barrera. Dos minutos después la renta aumentó en una mala cesión de José... que no arregló Farolo... y que sí aprovechó Dani para ahondar en el trauma. Hizo justicia a una primera parte mucho mejor del Cristo, que incluso había errado una pena máxima nada mas empezar. Farolo le adivinó el disparo a Fran Adeva.

Entre nubarrones apareció Torres para recortar diferencias con un remate inverosímil antes del descanso. Dio vida a un un funeral y permitió que la segunda mitad recordara al mejor Tordesillas. Al del empuje, al del acoso, al del honor... y al de la épica. Torres se vistió ahora de asistente para brindarle a Chatún su tercer gol de la temporada, antes de que Popi, Samu y Abel rozaran el tercero sin conseguirlo, con poste de por medio, no se vayan a perder las costumbres.

Por momentos pareció que no llegaba, que en un domingo lluvioso más la gesta se quedaría a medias, que los de Marchena iban camino de sumar otro punto amargo. Sin embargo, apareció el de la chistera, el que atesora calidad desde que decidió que su vida se escribía con botas de tacos y por mucho que peine canas seguirá asombrando. Abel Conejo cogió un rechace, se acomodó y la puso lejos del alcance de Sergio. Hasta él, el tímido Abel, celebró el gol como nunca.

Porque su equipo renació, porque el Tordesillas llenó el vaso, porque los de Marchena remontaron a un rival que queda en la estocada. El Cristo Atlético sigue en la zona baja y Chuchi Macón, que no acabó el partido, quizás tampoco acabe la semana en su equipo. Es lo que el fútbol ofrece y quita en apenas minutos. De la derrota al triunfo. De la muerte a la vida, Pero con Torres, siempre con Torres.

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