El Tordesillas impone su ley en el vendaval

El Atletico Tordesillas se llevó el derbi, principalmente porque fue el único equipo que lo podía ganar. El Laguna compareció, compitió lo justo como para tildar su partido de digno, pero no tuvo ninguna posibilidad de pescar nada. Ni pudo ni le dejaron. Ni siquiera ante un rival en una versión muy limitada, condicionada por un viento que hizo el choque, por momentos, insufrible.

Para todos. Incluso para quien goleó. El ímpetu del Laguna duró lo que tardó el Tordesillas en entonarse lo suficiente como para hacer una posesión madura. En cuanto la hizo el Laguna se replegó para no volver a salir en todo el primer acto. Así que el marcador se mantuvo intacto hasta que los extremos, hoy carrileros, ganaron sus batallas individuales.

Samu salió victorioso de varias en los primeros minutos sin lograr convertir ninguna en gol y Popi, en el lado izquierdo, solo podía ver como todos los envíos que le tenían a él como destinatario se iban largos por culpa del viento. Fue el protagonista principal, que quitó al derbi toda la vistosidad que ya le restaba de inicio la desigualdad entre ambos conjuntos. Al Tordesillas lo privaba de mandar balones largos precisos a sus hombres rápidos y al Laguna... ni siquiera le dejaba sacar de puerta.

Hasta que Cristian Isla cayó al suelo y los de Marchena aprovecharon tal circunstancia para adelantarse en una acción con cierta fortuna. Samu volvió al gol, que falta le hacía, y minutos más tarde quien le había asistido, Torres, firmó su tercer gol en tres partidos. Cerró una jugada, esta sí, digna de elogio. El último pase fue de Abel, pero todos los anteriores también merecieron la pena.

Desde ahí el tiempo empezó a ir en contra de todos. Tanto para un Tordesillas al que le tocó masticar piedras para poder jugar a algo y mantenerse motivado en un partido finiquitado, como para un Laguna que ya sabía que no iba a poder hacer más de lo poco que hacía. Entró mejor al segundo tiempo, con ganas de hacerse notar, pero lo único que pudo contabilizar como ocasión fue un disparo de Hugo Guzón que sirvió para estrenar las manoplas de Farolo. Lo demás sirvió para mover el banquillo a ver si así se pasaba más rápido lo que quedaba por delante, que aún era mucho, con noche cerrada ya en Las Salinas. Cualquier distracción generaba más emoción que lo que sucedía en el verde. Ya sea el videomarcador yendo y viniendo o la chirigota musical instalada tras la portería de Lisardo, con canciones variadas. Aunque para temazo, el tercero rojiblanco, en el que Abel y Chatún bailaron un pasodoble en el área con una pared que convirtió en gol el primero –otro al que se le caen los tantos–.

Sentenció el Tordesillas para vivir más tranquilo. No se alteró ni el colegiado, que para la galería añadió tres minutos prescindibles –cosas del estricto reglamento–. Para entonces el Laguna había sufrido su última desgracia, en forma de lesión de Alan, que le dejó con diez el tramo final. En fin, por suerte para todos se acabó un derbi que fue poco derbi, para que cada uno siga su camino en liga… tan distinto.

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