Duro, como una torrija hecha con pan de hogaza en vez de 'brioche'; de esas que hay que mojar más, pero que conserva su dulzor porque está bien hecha. Por esos derroteros iba el partido contra un Arenteiro que, fiel a su racha ascendente en esta segunda mitad de temporada, dominaba cuando podía. Sin ocasiones, porque no tiró una vez a puerta en toda la primera parte ni inquietó siquiera en las acciones a balón parado de que dispuso. Sobre todo, los orensanos dominaron cuando pudieron, porque la 'Sego' salió mandona. Cuando no podía tener el balón y el partido no permitía espacios, presionaba arriba con dureza, impidiendo que le hicieran daño si no podía hacerlo.
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En esta versión de partido, incómoda, los de Ramsés dieron también una versión más que interesante y no vista hasta ahora. Control de partido, presión alta, nulas pérdidas cuando tenía balón y recuperación rápida cuando no. Y la inteligencia de jugadores como Conde o Borrego, que aparecían entre líneas, entre Álex Fernández y los centrales. Ahí quisieron filtrar varios balones que no fueron productivos por pequeños detalles: que si un control, que si un defensa despejando. Así las cosas, el descanso llegaba con un único disparo a palos, de Nanclares que se quedó bien afianzado en las manos de Diego García; y una oportunidad forzada que el efecto óptico hizo que algunos aficionados cantasen gol en las gradas. Una incursión buenísima por la derecha que terminaba con un centro de Conde que forzaba a Pol Bueso a poner la pierna y, de la misma forma que encontró el córner, podía haber encontrado la red.
G. Segoviana
Carmona; Borao, Juan de la Mata, Rui, Rubén; Manu; Rafa Llorente (Diego Gómez, min. 79), Nanclares (Nogueira, min. 73), Álex Conde (Cidoncha, min. 73), Dani Arribas (Szymanowski, min. 62); Javi Borrego.
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Arenteiro
Diego García; Joseca, Pol Bueso (Vitra, min. 74), Portela (Naveira, min. 79), Ger; Markitos, Álex Fernández, Cássio, Pibe (Joni, min. 80); Renan y Sobrido (Sylla, min. 74).
Goles: 1-0, Szymanowski (min. 67).
Árbitro: Jayro Muñoz García. Amonestó a Portela y al miembro del cuerpo técnico Millán Fernández por parte del Arenteiro.
Incidencias: Estadio Municipal de La Albuera. 1512 espectadores.
Un pulso, al final eso era todo. Dos brazos fuertemente posicionados en zona neutral. De vez en cuando la balanza se inclinaba a un lado, de vez en cuando al otro. Pero no ocurría nada diferencial. Quizá porque defensivamente la 'Sego' tenía bien controlado al hombre de más calidad del Arenteiro, Renan Zanelli, al que si dejaba recibir, no le permitía girar. Lo hizo una vez y orquestó una acción con tres paredes en la frontal del área que terminaba, con un acelerón de Joseca aprovechando un error de colocación de Borao, y un disparo inocuo de Sobrido. El único de los gallegos, que parecían querer más en la segunda parte. De hecho, los dos equipos le dieron al botón del volumen para ir haciendo sonar los bajos con mayor potencia en la pista de baile. El golaverage en juego, al margen de que ganar suponía para la Gimnástica salir del descenso y para el Arenteiro meterse en play off.
En esos momentos de mayor exigencia, Borao empezó a desencorsetarse. Se descolgaba del lateral derecho, aparecía para sorprender. El canto de la moneda era que, si no hacía el balance, había un hueco en la espalda. Un agujero además en la zona de Juan de la Mata, que normalmente protegía el bravo Nanclares. Corría, basculaba como si hubiera nacido mediocentro, incluso de corte defensivo. Robaba, peleaba, mandaba en el medio. La mejor oportunidad del partido hasta el gol salió de sus botas, con un robo en la espalda del lateral y un balón maravilloso al primer palo para un Javi Borrego que peinó demasiado y no encontró la contundencia necesaria para anotar. Porque el partido estaba para aprovechar un error, para abrir la lata y quizá cerrarla a la vez.
En cuanto el encuentro cogió ritmo de crucero, esta vez no forzado por una 'Sego' que sabía lo que le convenía y en ningún momento se dejó llevar por sus ímpetus en la presión; el campo iba inclinándose hacia un lado u hacia otro. El jarrón se tambaleaba, iba a caer. Lo que hacía falta es que lo hiciera del lado de los de casa. Así que cuando el balón partió del córner desde la derecha, se marchó desde muy arriba hacia el segundo palo y Rafa Llorente lo devolvió a la frontal del área pequeña, solo quedaba que impactara contra el suelo y se resquebrajase. Lo hizo con un remate de Szymanowski, que prácticamente se acostó sobre su lado diestro, inclinando el cuerpo lo justo para golpear con su extraordinaria zurda la pelota hacia el fondo de la portería. Un gol de laboratorio, de paciencia. Un tanto que, efectivamente, rompía por completo el partido.
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Ramsés ahí decidió mirar hacia los hombres más condecorados de la segunda unidad; los de más cabeza y mejor pierna. Cidoncha y Nogueira entraron por los desfondados Conde y Nanclares con la orden de retener el balón; mientras Diego Gómez lo hacía con la de estirar al equipo hacia arriba. Se buscaba el segundo, pero también se buscaba mantener al rival lo más lejos y que sus derechazos no hicieran daño. El plan salió, pero no del todo. Hubo un desliz, porque en estos finales ajustados siempre termina habiéndolo.
Como hiciera Modric con el Real Madrid en su equilibrio ante el Chelsea, Markitos se sacó un balón con la derecha desde la banda izquierda con esos mismos tres dedos exteriores. Sylla, mucho más delantero que Sobrido, recibía solo en el área y remataba cruzando. Pero para eso está Carmona, sólido toda la temporada y el mejor cuando las cosas no iban bien. Un baluarte al que, terminado el partido, su rival en el día a día Lombo corría a abrazar sin dejarle ni salir del área. Esa parada sostenía el resultado. Esa parada era tan importante como el gol de Szymanowski.
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Luego se pudo marcar incluso el segundo y Diego García demostró que es también un excelente guardameta. No obstante, lo que cuenta es que desde la llegada de Ramsés el equipo ha sumado 12 de los 15 puntos posibles. Que al término del partido es décimo con 39 puntos. Que los 90 minutos valieron para recuperar anímicamente a Juan de la Mata; que todos los jugadores suman y que la salvación está más cerca.
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