Que se podía perder en Pontevedra era algo que a nadie en el entorno gimnástico le ofrecía dudas. Perder de la forma en que lo hizo el equipo, alicaído, con pocas ideas y, como reconocen dentro del propio vestuario, casi sin competir no estaba ... en los planes en absoluto. Menos en un equipo con 27 puntos, a cuatro de la zona de permanencia y con una recta final en la que debe sumar al menos otros trece. La decisión final de la junta, la que jamás había tomado Agustín Cuenca: cesar a Manu González y recurrir a un hombre de la casa, conocedor del vestuario, de la plantilla y del club, para intentar sacar al equipo a flote. Ramsés Gil, segundo en temporadas anteriores del propio González y amigo íntimo del ya exentrenador, será el que dirija al equipo esta semana y se siente en el banquillo frente al Compostela.
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No se esperaba la decisión, que se hizo pública en la tarde de este domingo pero que él conocía de antemano porque el presidente, Agustín Cuenca, se había trasladado hasta Villalba para comunicársela, con un café por medio y en el mismo tono de confianza y cordialidad que siempre han mantenido. A Manu González no le hubiera sorprendido haber sido destituido después del partido frente al Arenteiro, incluso con el empate. Pero en aquel entonces venía la Copa del Rey casi a renglón seguido. Tampoco le hubiera sorprendido que le comunicaran su despido después del mal partido en Palencia, en La Balastera, frente al Cristo Atlético. Incluso después de la derrota en el último minuto en Vilagarcía de Arousa, que fue la primera que de verdad encendió todas las alarmas y dejó al equipo con tan escaso margen de maniobra.
González llegó a Segovia como segundo de Abraham García siendo un proyecto. Termina su periplo en Segovia después de haber disputado dos play-off, con un ascenso en su haber y, es cierto, dos años muy decepcionantes en Segunda B.
En verano, siendo uno de los entrenadores de moda en el fútbol modesto, tuvo ofertas, algunas más que interesantes y de cierto nombre. Sin embargo, prefirió quedarse y apostar por seguir creciendo con un equipo y un club del que es incluso socio.
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Su sustituto, Ramsés Gil, ha sido de los primeros en llamarle este mismodomingo, mientras el madrileño disfrutaba en la tarde del cumpleaños de su abuela. La conversación ha tenido el tono propio del cariño y el respeto que se tienen entre ambos. No en vano, Manu siempre había pensado que Ramsés debía sucederle en el banquillo segoviano. Aunque pensaba que la salida sería de otra forma. Gil fue durante ocho temporadas el director deportivo del club y, desde el momento en que González pasó de ser segundo a primer entrenador, también ejerció como segundo entrenador. Hasta el 29 de julio de 2020, fecha en la que decidió dar un paso a un lado. Paso que ahora tiene que dar hacia el frente.
La decisión de la destitución de Manu González, a pesar de considerarse casi inevitable, tiene un riesgo puesto que la plantilla la ha configurado el madrileño y el vestuario guarda buena relación general con él. Para la junta directiva, algo había que hacer y el nombre de Ramsés, íntimamente ligado desde sus etapas como jugadores al propio Agustín Cuenca, se cree a pies juntillas que es el adecuado.
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Por carácter, por implicación y por conocimiento. El domingo La Albuera vivirá el primer partido de un mito en el banquillo, aunque ya dirigió algunos por sanción de González. Una imagen con la que siempre soñó, pero nunca en estas difíciles circunstancias. Apoyo de entrada no le va a faltar.
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