La historia hace al fin justicia

A mucha honra los barceloneses han tenido la primer ocasión importante del partido. Así, con un golpeo de Isaac Becerra largo, hacia la izquierda, donde el capitán Dani Martí se levantaba para atizarla de cabeza directamente al área. Como Borao no encimó y Javi Marcos y Mansour no combinaron bien, Servetti anduvo listo y controló para cruzar en exceso con la pierna izquierda. Fue la primera, un susto importante. Pero la única. Todo lo demás reseñable de la primera mitad lo hizo la Gimnástica.

Manu se asentó, muy bien acompañado por el obrero Nogueira, que a la vez que encala da lustre. Pero el paso adelante definitivo lo ha dado el vallecano Sergio Nanclares. Él ocupaba los espacios decisivos, en la espalda de los medios y de cara a los lentos centrales. Ha sido el hombre desequilibrante y el trabajo que han desarrollado alrededor Javi Borrego, con una labor oscura, y Rafa Llorente con su efecto discordante, ha hecho que todo funcionara.

La primera importante para la Sego la tuvo Rafa Llorente de cabeza en un remate que le salió flojo tras una acción coral de todo el ala derecha del equipo. Se le puede recriminar al madrileño que no fuera con fe al segundo palo tras una acción fulgurante de Nanclares, que sacó el pase de la muerte; y un mal control en una acción posterior que terminó en remate, pero que si lo hubiera hecho bien, hubiera sido el gol.

Un gol que iba a llegar, porque tras la pausa de hidratación, absolutamente necesaria, los segovianos tomaron la vara de mando sin más titubeos y zarandearon el árbol hasta que cayó el primer fruto. Un balón al segundo palo le cayó a Borrego en la única suerte que maneja mal, que es la de cabeza. Muy clara, quizá sin verla venir del todo, remató al piso y picó el balón a las manos de Becerra.

Lo que no podría atrapar el meta catalán sería la acción posterior, maravillosamente conducida por todos los protagonistas, con un balón al área de Nanclares que tocaba lo justo Borrego con la puntera; un toque que hizo caer en la trampa a Juan Carlos y que aprovechó Llorente. Puso el cuerpo para aguantar la embestida de Dan Coll y tocó con cierta finura para conseguir el merecido premio y empezar a tocar la permanencia con la punta de los dedos.

Antes del descanso, una internada de Borao, que estaba cuajando una primera parte atrevida y valiente hacia adelante, iba a terminar con un centro tan poco preciso que se estrellaba casi sin querer en la cruceta del segundo palo de la portería de Becerra. Nadie llegaba al rechazo, que quedó libre.

En el descanso, Toni Carrillo decidió que su 'plan B' iba a ser el mismo que el A, pero hipervitaminado y mineralizado. Metió a López Pinto en el medio, más armario y menos toque; y sobre todo a Elhadji arriba, un armario ancho y grande para buscar por la vía de la fuerza lo que no tenía por la calidad. La llamada de la selva era tal que, en un saque de banda en tres cuartos de cancha, ya quisieron meterlo directamente al área. Una involución del Stoke City histórico de Tony Pulis.

Bien colocada, con calma y sabiendo dónde y cuándo barrer los intentos de salida del Cerdanyola, la Sego templaba y Carmona seguía tranquilo. Hasta que dejó de estarlo: un balón abierto a Varese a la derecha en la que Rubén se quedó contemplativo y el lateral lo puso perfecto para un remate contundente de Elhadji, que aplastaba en su camino las costillas de Javi Marcos.

El influjo del efecto Elhadji tenía que ver con su contundencia. Sin calidad alguna y con aires de boxeador lento, peso pesado venido a menos, cogía la pelota en los saques de banda como si lo trabajase con balones medicinales de diez kilos. Se levantó de la lona la Sego. Un remate a la media vuelta de Dani Arribas al larguero, espabilaba al equipo. Les invitaba a pensar que golpes así tenían que caer.

Justo antes de la pausa de hidratación, en los momentos en que la Segoviana más estaba calentando la zona del área, llegaba el tanto de Manu. Borao había avisado tres veces por su banda como si fuera extremo. El capitán andaba por la zona, como con la intuición de que iba a ser importante. El tercer centro pasaba de Borrego, Rafa Llorente arrastraba tres hombres con él y el miedo se lo hacía pagar Manu en el área chica. Un gol para la historia que celebraba agarrándose el escudo que podría dibujar de memoria porque prácticamente estaba ya ahí cuando se diseñó.

El descabello, antes de llegar al 90, lo tuvo Diego Gómez con un golpeo de zurda desde fuera del área que detuvo Becerra. O Szymanowski, que mandaba un balón cruzado en el 92 fuera contra todo pronóstico. Lo hizo luego, en el 95, con un balón profundo hacia Diego Gómez que asistía al segundo palo al argentino. Un final necesario para aclarar cuentas con la historia.

Pitido final y objetivo cumplido después de una temporada durísima. Con esta victoria en un partido disputado a vida o muerte en el 'play out', la Gimnástica Segoviana permanecerá un año más en la Segunda RFEF.