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Claridad, transparencia y ejemplaridad. Bajo estos principios se presentó Luis Rubiales en mayo de 2018, cuando derrotó en las urnas a Juan Luis Larrea y asumió el goloso cargo de presidente de la Federación, bajo sospecha desde los tiempos de Pablo Porta recién terminada la dictadura franquista. 'Rubi' aterrizó en un organismo necesitado una regeneración global, un cambio profundo en el modelo de gestión y una recuperación de la imagen, muy dañada tras el tsunami provocado por la 'operación Soule' que acabó con los 29 años de mandato del exfutbolista del Athletic Ángel María Villar. Aunque en las tertulias de bar sean inevitables las comparaciones, a día de hoy la derivada ética, estética o moral del 'caso Supercopa' es una broma insignificante en relación a los tejemanejes de Villar, investigado, condenado, detenido y encarcelado en Soto del Real por los delitos de administración desleal, apropiación indebida, corrupción entre particulares y falsedad documental.
Abnegado exfutbolista, abogado, sindicalista, directivo y excelente negociante, Rubiales se presenta como una «humilde» víctima, un luchador que siempre se ha levantado desde que de bebé sufrió varias facturas en una pierna al caérsele su hermana encima y el médico aventuró que de mayor sería cualquier cosa menos futbolista. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1977, Rubiales creció en la localidad de Motril (Granada), donde su padre fue alcalde socialista. Y por el sur desarrolló principalmente su pasión. Granada 74, Guadix, Mallorca B, Lleida, Xerez y el Levante en Primera, donde convenció a sus compañeros para ir a la huelga por impagos. Entre otros cargos, presidió la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y la junta directiva de la Mutualidad de deportistas profesionales.
«Ni una sola semana -dice-, sin querellas, petición de inhabilitaciones y avalanchas continuas» contra su persona y la institución. Una campaña de continua «erosión, desgaste y desprestigio». Se considera perjudicado por una «mafia» que le ha 'hackeado' el móvil, le ha robado los datos con fines espurios y cree capaz de hasta colocarle «un saco de cocaína en el maletero». Lo de pegarle «un tiro en la nunca y dejarle tirado en una cuneta» ya son palabras mayores. Apunta siempre a un «beneficiario» al que no cita por consejo de sus abogados. En la sombra, Javier Tebas, el presidente de LaLiga, enemigo irreconciliable de Rubiales por las diferencias de competencias entre sus organismos, el reparto de dinero y sus afinidades políticas. Al mandamás del fútbol profesional se le vincula con Vox y a la cabeza visible de la FEF, con el PSOE.
Es momento de recordar que en enero de 2020, dimitió la vicepresidenta de Integridad de la Federación, Ana Muñoz, tras criticar la Supercopa en Arabia, un país señalado por vulnerar los derechos de las mujeres. Sin embargo, quien le ha denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción ha sido Miguel Ángel Galán, presidente del Centro Nacional de Formación de Entrenadores (Cenafe), que ya batalló contra Villar y entiende ahora que Gerard Piqué disfrutó de un trato privilegiado por parte de Rubiales por motivos no aclarados. Entrenador de categoría nacional, estima que con el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí se perjudicó el patrimonio de la FEF. Y que los audios publicados por 'El Confidencial' «revelan que el presidente presionó a las autoridades de Riad para que abonaran a Piqué 24 millones de euros de comisión y trató luego de ocultar la participación del futbolista en el contrato».
Conocer cómo se han conseguido las conversaciones privadas entre Rubi y Geri, que se tratan con el compadreo de dos amiguetes rayano en lo chabacano, es una cuestión que deberán dilucidar los tribunales ante las denuncias del presidente. Pero es innegable que el contenido les deja en mal lugar, levanta sospechas y perjudica la imagen fútbol español. De hecho, Rubiales reconoció en su comparecencia del miércoles que este tipo de informaciones, que él considera «falsas», atentan contra las aspiraciones de España al Mundial de 2030.
Asegura el presidente que hay más jugadores en activo que le han propuesto otras labores de intermediación, y que también algún otro le pidió (Sergio Ramos), sin éxito, disfrutar de los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero ninguno tan perspicaz e inteligente como Piqué, capaz de trajearse para negociar sobre una competición a la que luego asistirá vistiendo la camiseta de uno de los participantes o de pedir sin éxito un grupo fácil para su Andorra en Segunda B. Querría Rubiales que hubiera más futbolistas capaces de combinar su profesión con su negocio, pero lo de Piqué va más allá. Hoy parece un tipo republicano e independentista y mañana se acuerda de la figura del rey emérito para facilitar sus negocios con la FEF. A través de Kosmos, Piqué también intervino para llevar la Copa Davis a Madrid y ahora a Valencia, donde al parecer recibirá entre 10 y 20 millones de comisión del Gobierno de Ximo Puig.
Rubi y Geri se defienden desde la convicción de que no hay nada ilegal, la Supercopa se ha potenciado y el fútbol modesto se ha beneficiado con unos 20 millones anuales, la mitad del total. Rubiales se aferra al cargo y el Gobierno le reclama más claridad en un asunto «reprobable», pero no halla fundamentos para promover su inhabilitación. Juristas como Toni Roca, especializado en derecho deportivo y director del Sports Law Institute, argumentan que «existe un claro incumplimiento del código ético de la FEF y un conflicto de intereses».
Luis Enrique, que sigue sin renovar y es contrario siempre a asistir a actos que no tienen nada que ver con el fútbol y sí con negocios o patrocinios de la FEF, se ha desmarcado por completo del 'caso Supercopa'. A diferencia del seleccionador olímpico y sub-21, Luis de la Fuente, el asturiano no acudió el miércoles a la comparecencia de Luis Rubiales en Las Rozas para intentar explicar el embrollo. Fuentes de la FEF explican que «no había una convocatoria» para los trabajadores, que acudieron en su gran mayoría, y que «vino el que quiso».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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