El Tordesillas tiene la negra en casa

Todo lo que ganan fuera lo desaprovechan en su feudo, quién lo iba a decir hace no mucho cuando media ocasión valía como un gol y ahora decenas de ellas equivalen a irse de vacío. No por un motivo, sino por muchos y uno de ellos es la suerte (mala en este caso) y en el fútbol lo mejor es no depender de ella.

Los aficionados vienen con ganas de goles, pero se quedan con eso, con las ganas. Dani Díez fue el primer encargado de visitar la falta de puntería. Buen tiro cruzado y potente que no fue beneficiado esta vez por el bote 'made in Las Salinas'. Diez minutos después el personal ya se echaba las manos a la cabeza cuando entre todos mataron la ocasión y ella sola se murió. Abraham disparó al defensa y Chatún la mandó al palo como pudo.

Seguían sumándose los minutos sin gol, mientras Marchena se estrujaba la sesera esta vez desde detrás de la valla por su expulsión en Ciudad Rodrigo. Repitió su esquema con carrileros, con Ferreras en la derecha y Abraham en la izquierda. Por el medio la sorpresa era Miguel, que intentaba provocar en ataque y arriba Chatún seguía demandando la ayuda de alguien.

Con el descanso, dos marchas más. Ya ocurrió ante el Almazán. El Tordesillas arrinconó al Mansillés que se dedicó a defender más si cabe de lo que ya lo hacía. El panorama era negro, en clave también de lo meteorológico, pues el escenario dio paso a una tromba memorable, que no histórica porque de estas ya se han vivido unas cuantas. Y con ella se desató un concierto de centros a ninguna parte, desde la izquierda y desde la derecha, de todos los colores, pero sin gol.

Miguel filtró un excepcional pase a Ferreras que llamaba a gritos un centro para que Chatún marcara a placer... y se fue al limbo. Después se animó a subir Abraham, que ya había pasado a ser lateral porque Marchena había colocado defensa de cuatro (no será por formas de intentarlo), para emular a Chatún y probar la cepa del poste, ahora de la otra portería. Nadie sabe qué pasó con ese rechace, pero todo el respetable ya sabía que el desenlace era que, otra vez, se quedaba sin cantar gol.

Y otro centro... y otro más. Hasta el balón se preguntaba qué hacía tanto tiempo en el área pequeña sin ser rematado. Después Fer controló y disparó a la cabeza del defensa, Miguel se topó con el portero y Bonilla, en el primer palo, remató mal. En definitiva, que no hubo manera, a mayor gloria de un Mansillés que vivía en el suelo, cosa que le salió barata con un descuento bastante pobre para lo visto.

Sin Samu, ni Popi, ni Rafa, ni Torres (por nombrar solo a los de arriba) al Torde se le acababa la gasolina y las ocasiones eran cada vez más deslavazadas. Colorín colorado, otro dos puntos descontados y el líder a seis, que no a nueve porque perdió. Cómo son las cosas que hasta en días grises hay algo que celebrar: el Tordesillas pasa a ser el único equipo de la liga que no conoce la derrota.