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Los jugadores del Tordesillas celebran un gol, en una imagen de archivo. Rodrigo Jiménez

El Tordesillas desperdicia ocasiones y deja escapar dos puntos de Las Salinas

El conjunto abulense, apoyado en su velocidad, remontó el gol inicial de Chatún

Domingo, 11 de febrero 2024, 20:42

Cuando Fer mandó al limbo la última ocasión del partido, ya era difícil saber cómo lamentarse. El Atlético Tordesillas, que puso fin a una racha de cuatro victorias seguidas en Las Salinas, acabó empatando un duelo en el que empezó por delante en el marcador, que pasó a ir perdiendo y que acabó maltrecho por no ganarlo al no aprovechar alguna de sus infinitas y claras oportunidades para llevarse todo el botín.

Sobre todo, el asedio se produjo en la segunda parte, después de un primer acto más igualado. Los locales con más balón, el Diocesanos con más velocidad. El primer gol, en clave rojiblanca, fue por cortesía de Chatún, que estrenó el marcador después de que Torres rematara alto y de que Hugo Guzón, que a medida que avanza la temporada va creciendo, probara su calidad a balón parado. En esa ocasión Mario despejó bien.

Atlético Tordesillas

Maxi; Joni (Carlos, min. 46), José, Abraham, Villa (Aníbarro min, 63); Fer, Héctor (Miguel, min. 46), Dani (Héctor Blanco, min. 88), Hugo Guzón (Abel, min. 46); Torres y Chatún.

2

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2

Colegios Diocesanos

Mario; Nacho, Garri, Josito, Falá; Juan Camilo, Pablo (César, min. 63), Ibra (Mayorga, min. 82); Nogal, Guille (Docar, min. 73) y Miguel Muñoz (Fer, min. 63).

  • Goles: 1-0 Chatún (min. 22). 1-1 Miguel (min. 39). 1-2 Sergio (min. 47). 2-2 Torres (min. 67).

  • Árbitro: Gámez Illera (Burgos). Amonestó a los locales Héctor, Abraham y Fer y a los visitantes Josito, Guille, Falá y Fer.

  • Incidencias: Las Salinas. 300 espectadores.

Sin embargo, el guardameta del cuadro abulense pasó de sorprender a ser sorprendido en un gol made in Las Salinas, una jugada en claro homenaje al caído una vez más esta temporada -y última, porque ya no podrá regresar. No es otro que Cachuli. Y no por la celebración emotiva de sus compañeros con él, que también, sino por lo accidentado de la acción.

Porque el ariete del cuadro rojiblanco se dispuso a ponérsela al otro delantero, pero el césped, caprichoso como nunca, convirtió un pase corto raso en una vaselina alta y potente. Mario aún se lo sigue preguntando.

El Colegios Diocesanos tiró de astucia. Si el césped estaba juguetón tocaba resignarse o aprovecharlo. Y prefirió lo segundo, disparando a portería cada vez que estaba la meta a la vista. La opción de Ibra se envenenó y la sacó Maxi, la de Miguel se fue por estar escorado, la tercera, también firmada por el exjugador del cuadro rojiblanco partiendo de posición dudosa, se coló. Era el 1-1.

El Torde necesitaba el descanso para agitar el árbol. De ahí cayeron tres manzanas de refresco. Una de ellas Abel, que aún tocado tuvo que sumarse a una causa compleja. Y más que se complicaría cuando Nogal le pegó cruzado después de tanta indecisión en la defensa del cuadro de Marchena y puso el 1-2. A remar más todavía. Comenzó entonces un concierto de ocasiones locales, todas erradas menos una.

El asedio empezó a raíz de un empate que podría haber llegado antes si no llega a ser porque Torres y Chatún fallaron delante del guardameta Mario en dos salidas suyas en falso. La segunda con posible penalti de por medio, si bien el remate del delantero se había marchado.

El balón parado sí sonrió al Tordesillas. Con dos toques, gol. El primero de Chatún con la pechera y Torres, previo control con el pecho, la mandó a la red libre de marca. Empate a nueve en goles de los arietes locales y a dos en el partido.

Y después, a fallar. El Diocesanos se echó atrás, dio por bueno el punto, juntó líneas, pero aún así el Tordesillas siguió encontrando espacios. Uno de ellos, kilométrico, dejó a Chatún solo, tan solo que erró. El guardameta adivinó su disparo.

Eran minutos de coraje en los que Aníbarro saltó al campo con ganas, pero sin acierto. Gozó de hasta cuatro opciones claras que se le fueron desviadas y el mayor enemigo pasó a ser el cronómetro, que se consumía, porque el Torde perdía la tarde en el empeño. Con muy buen fútbol, con verticalidad, con corazón, aunque sin gol.

Hasta que llegó la oportunidad de Abel, al principio mencionada, para confirmar que por mucho que se quisiera no se iba a poder remediar un empate que, dentro de lo que cabe, no es tan malo si se ve que varios de sus rivales directos también dejaron escapar puntos en casa. El idilio de Las Salinas murió, aunque lo hizo dejando buenas sensaciones en el juego y la actitud y un carrusel de ocasiones malogradas.

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