El líder no deja ni rastro en La Cistérniga

Para entender el naufragio, que es cierto que es tan solo el segundo de toda la temporada, hay que valorar lo que sucedió a partir del minuto veinte de encuentro. Fue ese el momento en el que el dominio posicional de inicio de La Cistérniga se disolvió por completo.

Hasta ese instante técnicamente los pupilos de Roberto García manejaban la posesión, tampoco a placer, pero con cierta comodidad, acompañado con un remate de espuela de Faura que habría sido el gol de la jornada. Desde que su contrincante consiguió enlazar los primeros pases hacia adelante, se desdibujaron.

Tapias salvó el primero con una gran intervención de reflejos que sirvió para dar un toque a su equipo. No respondió al estímulo y comenzó a estar a merced de los visitantes, que entendieron mucho más lo que requería el choque.

Cuando tenían el balón con dos toques les bastaba para plantarse en el área contraria, todo lo opuesto a los anfitriones, empeñados en sobar el balón hasta desgastarlo, antes de cederlo a un compañero.

Y cuando querían ya tenían a tres rivales y solo quedaba recurrir a quitárselo de encima.

Ahí luchaba Faura, en una batalla con los centrales imposible hasta para él. Forzó alguna falta, pero quitando su remate inicial poco pudo hacer.

El otro baluarte ofensivo, Prieto, no apareció hasta el segundo acto.

Al final La Bañeza marcó en una carambola defensiva. Loren se aprovechó e hizo lo que más necesitaba su equipo, ponerse por delante para quitarse presión y jugar aún con más tranquilidad. El tanto hizo daño, como no podía ser de otra forma, al cuadro rojinegro, que acumulaba tres jornadas sin encajar. Pero todavía peores serían las consecuencias del segundo.

Cada centro era una angustia y en el primer envío tras el paso de vestuarios Gagik puso más ladrillos en la mochila de La Cistérniga con su remate. Tras una peinada en el primer palo marcó a placer. Quedaba mucho tiempo pero poca esperanza para remontar. El líder no se repuso, salvo en un arrebato final por orgullo en los últimos minutos en los que amenazó la portería a cero de los forasteros. Claro que para entonces Mateo había ajusticiado a Tapias por tercera vez. Se envenenó su disparo, rebotado por la defensa, que nada más entrar el balón se marchó a quejarse, sin saber muy bien qué, al colegiado.

Los locales lo hicieron en exceso durante todo el partido, a veces con razón, pero hasta el punto de que ya parecía el único consuelo hasta cuando no había nada que reclamar.

Prieto andaba más al juego, generando peligro como nadie, pero con menos pólvora que nunca. Tras cuatro victorias consecutivas el cuadro adiestrado por Roberto García conoció la derrota y perdió el liderato en favor del Villaralbo.

Ni la música ni los tambores hicieron aparecer al líder.