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Siempre en mi corazón, mi barrio, mi equipo, mi todo», escribió Diego Torres tras anunciar que a final de la temporada cuelga las botas a sus 43 años. Su último partido en Finca Canterac fue emotivo, acompañado de su mujer y sus dos hijas recorrió el pasillo que le hicieron sus compañeros de equipo y los jugadores de La Bañeza. Emocionado y con el rostro de aquel que le duele dejar un hogar en el que tan bien se ha sentido, el delantero recibió una placa conmemorativa y una camiseta con su nombre por parte de la directiva del club. No pudo despedirse de la mejor manera frente a los suyos, con dos dianas demostrando que a pesar de que pasen los años el olfato goleador no se diluye. Cuando el colegiado indicó el final del partido, Diego Torres se llevó la mano al escudo del Betis, ese escudo que le ha visto crecer y que tantas alegrías le ha dado. Se arrodilló para besar el césped, demostrando la gran admiración y sentimiento que tiene hacia el club. «Todo tiene su momento, la decisión fue tomada en diciembre cuando faltaban dos o tres meses para terminar la temporada. Hablé con Yepes y le comenté que era el momento de dar el paso. Es mejor que dejes tú el fútbol a que te deje el».
Después de 20 temporadas en el fútbol profesional, entre Primera, Segunda División y la antigua Segunda División B, Diego Torres ha tenido el honor de vestir quince camisetas de diferentes clubes y en todos ellos ha dejado su impronta. Cuando fueron pasando los años, no dudó en regresar a la que siempre será su casa y su oportunidad llegó en la temporada 2018-19. «Tenía muy claro que quería seguir jugando, me puse en contacto con el club y estaban encantados de que volviera», comenta el delantero que ha estado enrolado las últimas cuatro temporadas en el equipo verdiblanco que milita en Grupo II de Regional de Aficionados. La relación con su entrenador, Javier Yepes, es inmejorable. «Cayó en el club como el padre de todos. Sabemos que tiene mucha experiencia, cuando habla todos escuchamos».
Su idilio con el fútbol comienza a los ocho años en el CD Betis, el club de su barrio y de su infancia. Durante ocho años defendió la camiseta verdiblanca hasta que el Real Valladolid echó sus redes sobre él. Con 16 años formó parte del División de Honor Juvenil. En sus dos temporadas en el conjunto blanquivioleta experimentó un gran crecimiento, el delantero subió al Promesas alternando entrenamientos con el primer equipo por aquel entonces dirigido por Rafa Benítez.
Pero tras la destitución del técnico madrileño, Diego Torres decide hacer las maletas para desembarcar en el equipo juvenil del Extremadura. «Benítez me trasladó que le gustaría que fuera con él, yo quería estar en un equipo que estuviese en Primera o Segunda División para poder dar el salto». Él mismo estaba germinando unas semillas que pronto iban a dar sus frutos. El 3 de enero de 1999 será una fecha que siempre será recordada por Diego Torres. De la mano de Rafa Benítez, el delantero debutó a los 20 años en Primera División, un recuerdo que jamás será borrado de su retina. «Logramos ganar al Mallorca que iban líderes en nuestra casa, fue un día espectacular. Cuando estas durante la semana entrenando normal y te dicen que vas a ir convocado te entran los típicos nervios».
Tras su paso por el Ontinyent, Levante, Sabadell y Ciudad de Murcia, Diego Torres aterrizó en el Gimnàstic de Tarragona y en su aventura en tierras catalanas guarda grandes recuerdos. En su primer año en el club tarraconense logra el ascenso a Segunda División con Jordi Viyans como técnico. «He tenido muchos entrenadores, de todos tienen su parte buena y su parte mala, pero uno de los que más me marcó fue Jordi Viyans, cambió la metodología de trabajo, tuve una gran amistad con él», comenta. Dos temporadas más tarde el Gimnastic de Tarragona tocó el cielo logrando el ascenso a Primera División con Luis César Sampedro como artífice en la temporada 2005-06. «No me puedo quedar con ninguno, todo lo que he aprendido ha sido gracias a ellos».
Diego Torres se considera un privilegiado por coincidir con grandes entrenadores. En el Rayo Vallecano estuvo bajo las órdenes de Pepe Mel, mientras que en la UD Salamanca que militaba en Segunda División coincidió con Juan Ignacio Martínez. Como jugador de la Cultural y Deportiva Leonesa en la temporada 2013-14, el delantero tuvo como técnico a Luis Cembranos, que en su época como jugador llegó a recibir la llamada de la selección española para disputar un amistoso.
El delantero confiesa que tiene la espinita clavada de no haber podido defender la camiseta del Real Valladolid a nivel profesional. «El año que iba a subir con el Gimnástic a Segunda División, el Real Valladolid se puso en contacto conmigo, pero en aquella época el club estaba atravesando un mal momento económico. Me hubiera gustado defender la camiseta de mi ciudad, hubo una oportunidad, pero no se llegó a un acuerdo. Yo era capitán del Nastic, había un proyecto deportivo prometedor y me sentía querido en la ciudad».
Sabe que el fútbol seguirá formando parte de su vida aunque desde otra perspectiva. «Hay que valorar otras cosas como el tener tiempo para mi familia. Este año tenemos el Campeonato de Fútbol 7 en Cádiz con Urbón Agrícola de la Fundación Eusebio Sacristán».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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