El Betis se queda en tierra de nadie

Para merecer la victoria hay que disponer de oportunidades –hubo varias, muy claras–, pero también transformarlas. Tardaron en aparecer en una primera mitad que con el paso de los minutos fue cogiendo forma verdiblanca. Costó al principio porque el Betis llegaba con bajas sensibles como la de Tato, que se presume duradera, o la de Gallego en el medio. Efectivamente, ni estaban todos los que eran ni eran todos los que estaban.

Porque del centro del campo del Betis no hubo noticias hasta pasada la media hora. Demasiados minutos con la pelota en zonas banales. De central a lateral, de lateral a central y hacia el otro lado con la misma técnica. Solo por dentro se conseguía hacer daño a un Onzonilla muy bien plantado y ordenado, pero sin mucha idea de qué hacer con el esférico en campo contrario.

De vez en cuando lo intentaba por la izquierda, frente a un Gil que en defensa sufría, pero arriba ni Hugo ni Diego se encontraban ni la mitad de inspirados que en su propio campo, donde recibían muy bien de espaldas ante una presión verdiblanca bien orquestada. Así que tuvo que pasar media hora para ver algo similar a una ocasión. Miguel Velázquez asistió a Iván, pero todavía no había entrado en el área para llegar al remate.

Ambos jugadores serían protagonistas de las mejores oportunidades. Antes del descanso, la de Iván. Gil, tras una excelente internada, le brindó el centro al extremo que, con todo el tiempo del mundo, estrelló su disparo en Álex Medina, que también tuvo su mérito. Tras el paso por vestuarios, la de Miguel. Juan se fue de su par, la puso atrás y el ariete, otra vez, se topó con el portero. Dos ocasiones al limbo.

No acabó ahí la cascada de ofensivas. Víctor se inventó un despeje-asistencia que pilló a todos desprevenidos menos a Miguel Velázquez, que no remató bien. Y si se fallan tres goles luego se echan de menos. Menos mal que para suerte bética al Onzonilla le ocurría tres cuartos de lo mismo cada vez que hacía amago de asomarse al balcón de David. Bien es cierto que a los visitantes se les apagaba la luz bastante antes de pisar el área.

Pese a todo, el cuadro de Yepes encontró el gol a balón parado. La colgó Luengo, el mejor de la medular, para un remate de Víctor Ortega inalcanzable para el guardameta. Ni así hubo celebración, porque el linier había levantado el banderín.

Y desde entonces, un toma y daca. En los últimos veinte minutos el Onzonilla empezó a crear el peligro que no encontraba. Cebri, por ejemplo, sacó un disparo de Fernando que llevaba una pinta excelente. Los cambios ayudaron a ese cambio de tornas. No los propios, sino los ajenos. El triple cambio del Betis empeoró lo que había y la entrada posterior de Rui para situar una doble presencia defensiva en la izquierda no hizo sino aumentar las llegadas rivales por ese flanco. El quinto cambio –obligado por una lesión fea de Rui– fue la entrada del portero Alberto como delantero para ver si alguien acostumbrado a evitar goles podía remediar los fallos de quienes deberían marcarlos. Ya era retorcer demasiado el guion.

Atrás, la falta de contundencia defensiva de los últimos instantes se solventó gracias a la falta de rotundidad del Onzonilla en ataque. Sin acierto no hay goles ni tampoco opciones de soñar, de momento, con algo más.

El Laguna solventó también su mal día y sigue líder. Perdió sin merecerlo ante el Mansillés y goleó en Los Pinos sin hacer méritos para tanto. Se adelantó muy pronto gracias a un penalti que transformó Cifu y Villalba evitó que llegara el segundo también desde los once metros. Había tenido ocasiones el cuadro local, que aumentaron en la segunda mitad, también sin acierto.

Aunque para entonces el resultado ya era insalvable. Darío marcó el segundo y Colino sentenció cuando todavía quedaba media hora de fútbol. Ahí el cuadro de Parras fue superior, pero se topó con un inconmensurable Lisardo, por lo que ya son seis jornadas consecutivas sin marcar.

La Cistérniga regresó a la senda del triunfo con mucho sufrimiento en La Pedraja, que ya ha demostrado en muchas ocasiones lo caros que son los puntos en La Serna. Los locales desperdiciaron un penalti a falta de diez minutos para el descanso, detenido por Valle. No ganaron el partido desde los once metros y también lo perdieron, porque cinco minutos más tarde Pavel sí transformó su pena máxima.

Los anfitriones achucharon de lo lindo en el tramo final, Guerra tuvo que salvar el empate sobre la línea, se reclamó un penalti de Gorines, pero los jugadores de Roberto García consiguieron una victoria que les permite respirar en la tabla.

El Mojados sigue sin ganar a domicilio después de sucumbir en casa del Ribert, que continúa invicto en casa. Marcos abrió el marcador a los 18 minutos con un disparo colocado, tras un mal despeje de Cerro. A la media hora, un espectacular envío de Eder Tejedor, con bote incluido, dejó a Chatún ante el portero y definió por abajo.

El bagaje ofensivo del Mojados resultó escaso y a los diez minutos del segundo acto, Salamanca perdió la marca en un centro y Marcial marcó el gol del triunfo.