![Los picos de la montaña rusa de la permanencia](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202205/24/media/cortadas/cerdanyola-k4f-U170194690456NrB-1968x1216@El%20Norte.jpg)
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Delimitar con cierta perspectiva los momentos clave de la temporada que acaba de finalizar para la Gimnástica Segoviana es como ver el corte de una etapa de alta montaña en ciclismo. Picos bien altos seguidos de valles profundos que cerca han estado de desesperanzar al equipo y hasta a la cada vez más creciente grada. Un electrocardiograma con vaivenes tales que, en un momento determinado, fue necesaria la aplicación de una buena descarga eléctrica en forma de cambio de entrenador para que el enfermo lograra, no solo sobrevivir, sino volver a caminar y hasta a correr con alegría cual vigoréxico Lázaro. En una temporada en la que en Copa se compitió con el Mallorca (quedará para la historia el penalti a lo Panenka de Szymanowski), estos fueron los ocho momentos más reseñables.
El debut
La temporada comenzaba exactamente donde se evaporaron los sueños de la última en Segunda B, el campo de hierba artificial del Unión Adarve. La idea era, sobre todo para los más veteranos, cobrarse venganza. Pero el primer tiro salió por la culata. La derrota se tuvo por anecdótica, aunque más de uno en el vestuario y en el club pensó que al equipo se le ponía pronto cara de candidato al descenso con ese 4-1.
El comienzo de la mala racha
Tras haber enderezado el rumbo y conseguir doce puntos en seis partidos, llegaba el momento de afrontar uno de los tramos más duros de la temporada ante equipos históricos. Se empató en El Helmántico, pero la visita del Pontevedra a La Albuera supuso un fiasco importante. Manu González decidió salir con tres centrales, con Juan de la Mata como líbero. El plan se derrumbó estrepitosamente con dos goles de los gallegos en diez minutos. No hubo reacción y fue el principio de una racha horrorosa de resultados.
El gol de Nogueira
El equipo llegaba al campo del Arenteiro a finales de noviembre metido en una dinámica negativa de las más agudas de su historia: cinco derrotas consecutivas y, además, sin anotar ningún gol. Sensaciones de que las dudas carcomían a los jugadores, que cometían errores groseros y que no encontraban el camino de la portería contraria.
El partido empezaba con un penalti incontestable e innecesario de Javi Marcos que ponía de nuevo a la Sego por detrás en el marcador. La primera parte fue del Arenteiro, que estrellaba otro balón en el palo. Los gimnásticos parecieron tocar fondo y, en la segunda mitad, un tanto desde fuera del área de Alejandro Nogueira quiso verse como un punto de inflexión. No era más que un empate, pero se rompía el maleficio.
Manu González, discutido
Lo de Carballiño no había sido exactamente un espejismo, pero tampoco la panacea ni la solución de los problemas de identidad del equipo. Quitando una contundente victoria contra el Marino en La Albuera, los síntomas seguían siendo los mismos: falta de confianza, falta de gol y de creación de oportunidades.
La más cruda confirmación de eso no fue la derrota en Palencia, antes de Navidades y con un jugador más. Ni siquiera el difícilmente explicable partido de Navalcarnero, en el que ganaba al descanso y todo terminó en goleada en contra. El golpe más duro llegó en Vilagarcía de Arosa, contra un rival directo por no descender, con un gol de un canterano en el último suspiro del partido merced a un mal despeje de Borao a la frontal del área.
Ese pudo ser el último partido de Manu González, pues la directiva regresaba a Segovia afrontando un viaje largo y preguntándose si el de Villalba podía de verdad enderezar el rumbo. Se decidió dar tiempo.
Cambio de rumbo
Ir a Pontevedra metido en puestos de descenso ya tenía mal aspecto. Todo fue peor de lo esperado desde el principio. Una falta de Mansour en la frontal en el primer minuto ya pudo suponer el primer gol en contra, que llegaría con un penalti cometido por Carmona. La Segoviana prácticamente no compareció en el partido, dando la sensación de ir a la deriva y de carecer de espíritu. Un remate de Rafa Llorente al larguero fue el único síntoma de que sí, se había ido a jugar a un campo mítico, pero para salir en la foto. Sería el último partido de Manu González en el banquillo.
La remontada
Unas semanas antes, Agustín Cuenca ya había preguntado a Ramsés si, llegado el momento, él estaba dispuesto a coger las riendas del equipo. Faltaban nueve jornadas y hacía falta, se estimaba entonces, obtener al menos la mitad de los puntos en juego. Y el primer rival era el Compostela en casa. Se adelantaron los gallegos en el primer minuto, pero dos goles de Rafa Llorente darían por bueno el cambio de entrenador. El siguiente domingo, en Móstoles, se lograba la primera victoria fuera de casa con otros dos goles del renacido Dani Arribas. La afición creía en Ramsés y lo gritaba en inglés.
Un final fiel a la historia gimnástica
Con una incontestable racha de cinco victorias en seis partidos, cuando quedaba un punto para certificar la permanencia con dos partidos en casa, llegó la última crisis. Al descanso del partido contra el Llanera, la Sego iba ganando y se veía a dos puntos del 'play off'. Al final, con una derrota inesperada, se iba a entrar en una deriva de esas propias de un club en el que lo fácil, nunca lo termina siendo.
Objetivo cumplido en la última oportunidad
Así podría llamarse el último capítulo de esta historia con recovecos, giros de guion y final feliz. En territorio neutral, con más de 200 gimnásticos desplazados, la Segoviana fue muy superior al Cerdanyola. Otro gol de Rafa Llorente abría un marcador que se cerraba con otro de Szymanowski a pase del canterano Gómez. No obstante, el capitulo lleva la firma del capitán, Manu Olmedilla. Un chico de Riaza, criado en el club, rompía el maleficio y daba una patada a la historia. Su sonrisa en la celebración pasará a ser otra imagen icónica de lo que es ser gimnástico.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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