Ansu Fati intenta un control de espuela durante un entrenamiento de la selección española. Javier Soriano-AFP

Mi patria en el escudo

137 futbolistas defienden en Qatar la camiseta de países que no les vieron nacer, la cifra más alta en la historia de la Copa del Mundo, con Marruecos como líder del trasvase de nacionalizados

Juan Ángel Méndez

Valladolid

Martes, 22 de noviembre 2022, 17:29

A los directores deportivos de las federaciones que compiten en Qatar se les queda corto el archivo de vídeo. Me les imagino descifrando árboles genealógicos y buceando en el origen de los antepasados de los futbolistas para buscar el match, como si fuera el Tinder ... de las nacionalidades. Recuerdo que, en la época dorada del Pucela, cuando estrellas de verdad cruzaban el charco en busca de un futuro mejor y yo era un niño, había una palabra que me llamaba mucho la atención: oriundo. Mi padre la empleaba mucho. 'Éste es oriundo', decía. Oriundo de qué, pensaba yo con las cejas en arco. Por acortar, que sus padres eran españoles y él había nacido en otro país, lo que le otorgaba la doble nacionalidad. En Qatar serán 137 los futbolistas que tendrán la patria en el escudo, no en la cuna. Defenderán los colores de un país que no les vio nacer. Es la cifra más alta de la historia, lo que demuestra que los despachos también juegan un papel determinante en el fútbol moderno y sirven para abrir la puerta de un Mundial, por ejemplo, a peloteros que en su nación de nacimiento no cuentan, pero que son estrellas en su equipo de adopción. El fin y los medios.

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Marruecos es la campeona. Tiene la ONU en su vestuario. Marroquíes de sentimiento arrimado que hasta derraman alguna lagrimilla cuando suena el himno y recuerdan la procedencia de sus ancestros. Un canadiense, dos españoles (Achraf y Munir), tres franceses, cuatro holandeses, un italiano y tres belgas. Catorce estrellas que se cosen al corazón la camiseta que les evoca al pasado y les permite brillar con otros colores. Senegal y Túnez también tienen su legión de adoptados, doce, aunque la variedad es menor. En su caso, la mayoría son franceses. Es lógico. Basta con echar la vista atrás y repasar su historia. Lo raro sería que fueran australianos.

España solo tiene dos futbolistas asimilados, Ansu Fati y Aymeric Laporte. Los dos ocupan un lugar destacado en el corazón de Luis Enrique. Ansu nació en Guinea Bisáu y llegó a España con seis años. Pocas dudas sobre su elección. Más difícil lo tuvo el francés. Un fijo en las categorías inferiores de 'les bleus', recibió la nacionalidad española en 2021 y debutó en la Eurocopa del mismo año. Son un claro ejemplo de lo que representa el pasado en el presente y el peso que supone el origen en el futuro de los futbolistas, que aprovechan los recovecos de su historia para ganar prestigio y esculpir su carrera profesional en su patria chica.

En el listado de oriundos hay casos estrambóticos. Si detenemos la vista en la bandera española, nos encontramos con futbolistas nacidos en nuestro país que en Qatar besan un escudo diferente, además de los dos casos relatados de Achraf y Munir. Ya tiene un juego, descubrir de dónde son. Conviértase en un panenkita con los colegas y déjeles boquiabiertos. Veamos. Vanja y Sergej Milinkovic-Savic (Serbia), Robert Skov (Dinamarca), Jeremy Sarmiento (Ecuador) e Iñaki Williams (Ghana, éste era fácil). En este trasvase, Francia es la nación con más internacionales prestados. 34 de los 137 jugadores podrían haber entonado La Marsellesa en Qatar, pero han optado por aprender el himno que les traslada directamente al baúl de sus raíces familiares. La patria, a veces, tiene más peso en el escudo que en el corazón.

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