El Mojados mantiene su imbatibilidad ante otro gallo

Si ante Mirandés B plantó cara y ante el Cristo Atlético resistió, en el duelo ante el filial leonés fue superior la mayor parte del partido. El Mojados puso el empeño y el Júpiter las llegadas, todas por velocidad, en una primera mitad con un guion muy definido. El balón y el dominio territorial era amarillo, pero generar ocasiones ya era tarea mayor. En ataque costaba, en defensa la lección estaba aprendida.

Se juntó el hambre de un Mojados que asfixiaba a su rival y al que no le dejaba ni un segundo de pensamiento con las ganas de comer de un filial leonés que no quería la pelota ni las pocas veces que se lo permitían. La consigna era la de enviarla lo más lejos posible. No por quitársela de encima, sino por encontrar a uno de sus hombres de ataque que llegara al área local con superioridad. Lo consiguió menos veces de lo pretendido (por ellos), pero cuando lo hizo olía a pólvora.

Pablo salvó un mano a mano a Ian del que todavía se arrepiente y atrapó un par de balones sencillos. Y se añade este detalle porque en la otra área no ocurría lo mismo. Joel no agarró dos disparos mansos de Emi, lo que encendió la luz a los de Macón. Tiren, que igual hay premio. Y allá fue Suárez que, ahora sí, encontró una buena respuesta del guardameta local. A la caseta con todo como empezó, salvo por la lesión de Unai, que obligó a meter a Jorge al terreno de juego al poco de empezar. Ya ejerció de delantero Alfonso, el baluarte del esfuerzo, que reventó el travesaño en un balón parado. Fue la última gran ocasión del Mojados.

En la segunda mitad sí conseguía acabar las jugadas (Cada o Mateo tuvieron la suya), pero la sensación de peligro era más pareja. Los cambios mejoraron al Júpiter, al menos en apariencia, con un intento de asedio por la izquierda primero con Juan y luego con Adri Álvarez, bloqueados casi siempre por José Luis, que entró a apagar fuegos y se fue antes de tiempo por una lesión.

Para entonces ya era el ocaso, sin averiguar a quién de los dos convencía más el punto. Tocó hacer de tripas corazón, sobre todo a Adri Álvarez que mandó a la barrera la última. A casa con un punto y sin goles, con el derbi de Laguna en el horizonte, choque que hace un mes nadie se imaginaba que podía ocurrir.