La plantilla posa con el Trofeo Ciudad de Valladolid conquistado en el partido de presentación. a. mINGUEZA
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El Real Valladolid vuelve a la casilla de salida en el cuarto curso de la era Ronaldo

Se enfrenta a la necesidad de ascender a la máxima categoría con la misma plantilla con la que consumó el descenso

Miércoles, 11 de agosto 2021

Nunca ha abandonado la percha de ganador, y desde que decidió comprarse el Real Valladolid no solo ha debido cambiar el chip sino acostumbrarse a convivir con la derrota. Ronaldo ha aprendido a llevarse bien con el sufrimiento que acompaña a los clubes humildes cada ... temporada, la agonía que se esconde detrás de cada permanencia o ascenso de categoría. Son títulos diferentes. Nada que ver con una Bota o un Balón de Oro, y mucho menos una Copa del Mundo o una Copa América.

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Los trofeos de los pobres son calderilla para los ricos, y a Ronaldo Nazário le costó varios meses verse en el papel de convidado de piedra. Acostumbrado a escribir su propio guion, en tres temporadas ha debido encajar las mismas derrotas, 48, que en toda su trayectoria en España, seis temporadas entre Barça y Real Madrid. Tres años después de iniciar un proyecto ambicioso con vistas a Europa, su Valladolid regresa a la casilla de salida en busca de un nuevo impulso que le lleve otra vez a la máxima categoría del fútbol español.

En su cuarto curso, la era Ronaldo aspira a convertirse en cabeza de ratón y congraciarse con el aficionado en su vuelta a los estadios. Ha conseguido limpiar las telarañas que adornaban los cajones a su llegada y cuadrar cuentas en el apartado de gestión, pero en el aspecto puramente deportivo se ha ganado a pulso una deuda que aún debe saldar con su masa social.

Mercado hasta última hora

No ha necesitado dar muchas vueltas ni acudir al mercado para construir un equipo de garantías. Eligió a José Rojo Pacheta para ganar en ambición y ahora se encuentra en pleno ejercicio de equilibrismo para compensar el talento que atesora en el vestuario con el límite salarial impuesto desde LaLiga.

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Con más de treinta fichas en cartera, todo su empeño se vuelca en dar salida a jugadores más que en incorporarlos. A poco más de tres semanas para que concluya el mercado estival, bastante parado en este mes de agosto, la operación salida preocupa casi tanto como cuadrar números para poder retener jugadores de la calidad de Marcos André, Olaza o Shon Weissman bajo un marco de 18 millones de límite salarial.

El elevado coste de las cláusulas firmadas por la anterior dirección deportiva concede cierta tranquilidad en algunos casos, siendo conscientes en el club de que las últimas horas del cierre de mercado acostumbran a arrojar más de un sobresalto.

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La experiencia y conocimiento de la plantilla debe ser un valor añadido frente a otros equipos que necesitan ensamblar piezas

Con o sin sus primeros espadas, el Valladolid parte como favorito y claro aspirante al ascenso, no tanto por tradición y solera en la categoría como por mantener un bloque compacto y homogéneo concebido hace un año para jugar en Primera División. El conocimiento y la experiencia que otorga una segunda temporada de la mano debe ser un valor añadido y ventaja con respecto a otros equipos, más pendientes de ensamblar piezas para armar un bloque. Otro cantar será que jugadores llamados a cotas mayores asimilen el cambio de chip y bajen al barro para sacar adelante partidos enfangados. Aunque la temporada abrirá los ojos a determinados jugadores que no conocen la categoría, caso de Olaza, Janko o Weissman, en términos generales el conocimiento es exhaustivo por parte de una gran mayoría. La competición poco puede descubrir, por ejemplo, a Kiko Olivas, con más de 300 partidos oficiales en Segunda, a Óscar Plano –más de 200– o a futbolistas como Masip, San Emeterio o Luis Pérez, por encima de la centena. En este rango, con más de cien partidos a la espalda en la categoría de plata, se encuentra también Pacheta, que en su última experiencia logró el ascenso contra todo pronóstico en el banquillo del Elche.

Con Pacheta en el banquillo, la cabeza del futbolista está a salvo; ahora está por ver que sean capaces de bajar al barro para ganar partidos enfangados

Aquel 'play-off' conquistado ante el Girona supuso el resorte que necesitaba la carrera del burgalés, que desde entonces se ha ganado una fama bien merecida de técnico revulsivo. En no pocas ocasiones se considera peyorativa esta condición de entrenador-estimulante cuando en realidad, en deporte profesional, detalles como la psicología de grupo marcan diferencias entre equipos de similar calidad y potencial. Sirva de ejemplo el caso del Huesca en la última temporada, colista y moribundo en el mes de enero y a las puertas de la permanencia veinte partidos después solo con un cambio de discurso.

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Con Pacheta en el banquillo del Real Valladolid, la cabeza del futbolista está a salvo; bien distinto será comprobar donde llegan las piernas y el talento.

Sistema de tres centrales

Si nos atenemos a lo visto en pretemporada, la idea de ser protagonista y no perder la cara a los partidos va a ser hilo argumental sea cual sea su once elegido. Así fue ante el Rayo en el partido de presentación ante el abonado, y tal cual se empleó con el Amorebieta como rival pese a las dificultades planteadas por el conjunto vizcaíno.

En lo táctico, la apuesta también ha sido idéntica. Un sistema de tres centrales con dos laterales adelantados, una línea medular con mando en plaza para el mediocentro defensivo, y una intención ofensiva donde priman las bandas como vía para llegar a la posición de Weissman.

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Del jersey salvador de Sergio González al polo ascensor de Pacheta

Las supersticiones, a la orden del día en el mundo del fútbol, dejan un hilo en común entre los dos últimos inquilinos del banquillo

El mundo del deporte en general y del fútbol en particular está repleto de supersticiones, tics y todo tipo de fetiches. Rutinas repetidas cuando se gana que automáticamente son aparcadas cuando no se consigue el resultado deseado.

En Valladolid tenemos reciente el ejemplo de Sergio González y el jersey salvador –de la marca Hugo Boss– que lució en Vallecas con el termómetro por encima de los treinta grados. Se trataba de ganar a toda costa para lograr la permanencia, y cualquier detalle sumaba por muy insignificante que pareciera. Ni que decir tiene que aquella prenda subió a los altares para el aficionado, convertida en fetiche viral imprescindible para lograr la permanencia en la temporada 2018-19.

Dos años han pasado de aquella ola de superstición, y el aficionado blanquivioleta más crédulo tiene ahora un nuevo motivo para creer en el poder de las prendas ganadoras. En este caso también es el inquilino del banquillo el protagonista. Un Pacheta que en su última estancia en Elche se acostumbró a lucir la ropa de entrenamiento en los partidos hasta que un buen día la marca Polo Club decidió diseñarle una prenda exclusiva. Concretamente un polo azul con palmeras blancas superpuestas –tal cual luce en la imagen que ilustra estas líneas–.

Pues bien, lo que parecía un detalle meramente anecdótico acabó por convertirse en un ritual milagroso. Y el polo, en un icono a la venta para los aficionados.

Aquel Elche de Pacheta no volvió a perder ningún partido y el triunfo en el 'play-off' ante el Girona le dio el ascenso a Primera junto a Cádiz y Huesca.

Aquel polo-talismán multiplicó sus ventas en la ciudad, y la mitad de los beneficios se dedicaron a apoyar al equipo del Elche de la Liga Genuine, respondiendo así al gesto que tuvo Pacheta de subastar el polo original que vistió ante el Girona y donar la recaudación a esta misma causa.

Han pasado dos años de aquel capítulo casual –o no–, y el técnico burgalés se dispone a afrontar una temporada de nuevo con el ascenso como objetivo.

Al menos por el momento, durante los partidos de pretemporada ha lucido en el banquillo la ropa oficial de entrenamiento.

El técnico huye de todo lo que implique complicar la puesta en escena del futbolista. Su idea es clara. Serán los picos de forma los que determinen las alineaciones. Ni las preferencias por determinados jugadores ni las virtudes del rival. Lo ha advertido ya en alguna ocasión. «He jugado con tres centrales, con dos, con dos mediocentros, con uno, con extremos, sin extremos, con un punta, con tres,... Va a depender del jugador, del momento del jugador y de las sensaciones del jugador».

Consulta aquí nuestro Especial de Segunda División 2021-2022

Hasta que la competición tome velocidad, lo que más preocupa al preparador de Salas de los Infantes es que su equipo se acostumbre a ganar. Que adquiera el instinto asesino que tenía su presidente cuando era jugador en activo, y que añora ahora como propietario.

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