DAMIÁN MARTÍN / WORD
Lunes, 25 de enero 2016, 13:41
Si hubiera que buscar una palabra que defina el juego del Guijuelo en el día de ayer ante el Valladolid B es: desastre. El equipo que lo hizo casi todo bien en las diez primeras jornadas ha pasado a ser un conjunto inoperante, que se diluye como un azucarillo, que no aprende de sus errores y al que lo poco que hace bien no le sirve. Ayer el partido duró 4 minutos, insulsos en su generalidad, pero efectivos en los últimos segundos para el Valladolid B, que a la primera de cambio encontró la vía de agua que continúa haciendo naufragar a los de Rubén de la Barrera.
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Desde que el filial pucelano se adelantó los locales no dieron, en ningún momento, la sensación de poder sobreponerse y volvieron a incurrir en los mismos errores de siempre para acabar cayendo, como viene siendo habitual en los últimos tres meses. En esta última etapa el Guijuelo ha renunciado a su personalidad, ha destrozado su juego, ha deshecho sus líneas básicas, ha renunciado a controlar los tiempos, ha perdido el norte y por lo visto ayer sus intentos de reconstrucción de la plantilla no le están dando resultados y continúa reincidiendo en sus males.
Es más, el partido de ayer fue una repetición del vivido en Burgos en la jornada 5, al de Coruxo de la jornada 12, al que hizo en Astorga en la 14, y en parte al que jugó ante el Sporting B en la 19, es decir, un partido en el que la consigna rival, que ha estudiado al Guijuelo, es enviar balones largos a la espalda del lateral izquierdo y presionar la salida por el centro para robar y salir rápido. Con sólo esas dos premisas, el equipo que las pone en práctica le provoca una vía de agua al conjunto de De la Barrera, que no es capaz de contener y que acaba por colocar a los guijuelenses a merced del rival en el momento en el que cae el gol.
Una lección que parece no haber aprendido el Guijuelo, a pesar de la cantidad de semanas que han sufrido el varapalo, que cada vez se acrecienta más. En todos los casos mencionados, sumados el del Valladolid B de ayer, el Guijuelo no es más que un equipo mediocre, que convierte a sus rivales en mucho mejores de lo que realmente son. Sucedió en Burgos, en Coruxo, en Astorga y en el Municipal ante el Sporting B y a pesar de todo, los guijuelenses no han sido capaces de reconducir este tipo de situaciones, que han desembocado en el ridículo que se vio ante el Valladolid B (1-4).
En el partido de ayer, se dieron dos notas que reflejan perfectamente la situación del Guijuelo y lo que le está sucediendo en un grupo que lo hacía casi todo bien y que de un tiempo a esta parte no sabe si va o si viene. La primera de las situaciones que llamaron la atención ayer fue que el público ya ni se enfadó, o casi no lo hizo, ni siquiera cuando acabó el partido, no pitó, se hizo el silencio, el público se dedicó más a aplaudir al conjunto visitante, especialmente a algunos de sus jugadores, como a Anuar y José cuando fueron sustituidos o a Toni cuando cerró una acción en la que se fue de todos los que salieron a su paso, aunque finalmente la jugada acabó en nada.
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Y la segunda de las situaciones que refleja la impotencia del equipo, la actitud de los jugadores y la falta de ideas es la reacción nula, inexistente, después del primer gol. El tanto llega en el minuto 4 y hasta el minuto 46, ya en la segunda parte, no llega el primer disparo a puerta de los locales, en una acción de Pino que obliga a estirarse a Julio, que detiene en dos tiempos.
Mereció más goles
El partido de ayer acabó 1 a 4 pero si hubiese finalizado con un 0 a 6 o un 0 a 7 tampoco hubiese extrañado lo más mínimo y para más inri, más del 90 por ciento de las jugadas fueron calcadas: balón a la espalda del lateral izquierdo que acaban en acción clara de gol para el filial pucelano. Tras el gol llegaron los nervios, las dudas y los errores comenzaron a ser mucho más recurrentes, el equipo se vino abajo y mentalmente demostró tener unas carencias impropias de un conjunto de su nivel, algo que también se le podría achacar en lo que hace referencia a la intensidad y a la actitud. Como muestra un botón. Tras haber encajado dos goles, en el 4 y en el 14, en el minuto 20, sin haber llegado a la portería contraria, una falta a favor del Valladolid B, en su propio campo y a la altura de los banquillos, se convierte en un envío largo horizontal, que la defensa no despeja, habilitando al único jugador adelantado del equipo rival, la acción acaba en el punto de penalti, para convertir Caye el tercero.
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O dos, botones, la jugada del cuarto, repetición de muchas más, es otra pelota a la espalda de la defensa del Guijuelo que no encuentra reacción, en el minuto 66 de partido, Higinio toca con la espuela, en escorzo, José se planta sólo y ante la salida de Kike Royo, cede para Renzo, que sólo tiene que empujarla. Por cierto el gol del Guijuelo llegó tras un penalti cometido sobre Luque, tras un balón a la olla, la pena máxima la lanzó Aitor Aspas, despeja Julio y el rechace lo acaba convirtiendo el mejor del partido, Carlos de la Nava, que fue el más voluntarioso y el que más lo intentó en todo el partido. Eso sí, el primer gol del año 2016 llegó en una acción puntual, en un partido sin balón y sin apenas ocasiones. En un nuevo desastre de los locales.
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