Romero conduce el balón presionado por un rival de la Arandina.
GRUPO I SEGUNDA B

Victoria justa y necesaria para el Guijuelo

El penalti parado por Royo y los goles de Aspas y Jonathan le dan el triunfo al equipo salmantino frente a la Arandina

DAMIÁN MARTÍN / WORD

Lunes, 30 de noviembre 2015, 12:46

En el día de ayer el Guijuelo tenía que ganar y lo hizo. Después de un bache de tres malos partidos y de cuatro malos resultados, los guijuelenses completaron un encuentro en el que fueron mejores, en todo momento a su rival y en el que volvió a reencontrase con su imagen, con su juego, con las buenas sensaciones y finalmente con un resultado a favor que le sigue dejando en una posición cómoda en la tabla y a tiro de piedra de los cuatro puestos de privilegio del grupo, o lo que es lo mismo a un punto del Racing de Santander, que es cuarto, una vez que Apelación, de momento, le haya devuelto los seis puntos de la sanción.

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Después de casi un mes los de Rubén de la Barrera han vuelto por el camino que marcaron en las diez primeras semanas, esas en las que todo eran buenas caras y palmaditas en la espalda. Con la victoria de ayer ante la Arandina (2-0), el equipo rompe la mala racha y levanta la cabeza por lo que volvió a ser sobre un terreno de juego. Demostrando lo bueno que tiene a todos, pero especialmente a este pequeño, pero bullicioso, grupo de pseudo aficionados que más parece estar preocupado de que las cosas le vayan mal al Guijuelo para poder meterse con los jugadores. Al acabar el partido, el entrenador mostró abiertamente su disconformidad con aquellos que no apoyan al equipo, sobre todo en los malos momentos y es que de todos es sabido que en todos los campos suele haber algunos que se llaman a sí mismos aficionados, que lo único que buscan es practicar su deporte favorito, que no es otro que el de figurar, gritar, faltar al respeto e increpar a los que dicen suyos. Malsano deporte ese, el suyo, que sólo puede dar pena a los aficionados al fútbol y sobre todo a los seguidores del Guijuelo. Pero igual esa realidad está ahí, también lo está y hay que destacar al resto de la afición que, con su frialdad habitual, trata de apoyar, de ayudar y de animar al equipo en todo momento para así continuar disfrutando de este fútbol en Guijuelo para seguir saboreando los buenos y los malos momentos, que de todo hay y que precisamente son lo que le dan la salsa a este y a cualquier práctica deportiva, pudiendo así alegrarse de lo bueno que le pasa a su equipo, en este caso lo que le sucedió al Guijuelo en el día de ayer, que no fue otra cosa que un encuentro en el que fue muy superior a su rival, en todo, pero que sólo pudo resolverse a su favor y quitarse de en medio cualquier tipo de duda o de miedo una vez que su portero, Kike Royo, parara un penalti y después de que llegara el gol de Aspas, que le dio la oportunidad al equipo de volver a ser lo que ha demostrado ser durante casi todo lo que va de Liga.

En la mañana de ayer se vio un partido con dos fases bien diferenciadas, una, la buena, la del Guijuelo dominador, que quiere, que crea, que no sufre, que es ese equipo reconocible por todos, que ocupó los primeros 25 minutos del partido y toda la segunda mitad, y la otra fase, la que se vio en los últimos 20 minutos de la primera mitad, la mala, en la que el Guijuelo siente miedo, le quema la pelota, se para, sufre, no se muestra tal y como lo que ha demostrado ser. A pesar de estos alicientes el partido sólo podía tener un resultado justo, la victoria de los locales, algo que durante unos instantes peligró, en la parte final de la primera mitad. Después de 25 buenos minutos, el Guijuelo comenzó a frenarse, a sentirse incómodo consigo mismo, a deshacerse. Había tenido ocasiones muy claras, sobre todo las del minuto 14, un uno contra uno de Raúl Ruiz, que salva Diego y la del minuto 17, una llegada de Aitor Aspas que también despeja el portero de la Arandina. Mientras los visitantes sólo se acercaban al área de Kike Royo, aunque sin crear peligro real. Pero en la fase final de la primera parte, con el Guijuelo desmoronándose, la Arandina cuelga un balón desde la línea de tres cuatros sobre el área, Ramiro y Fran luchan por el sitio y ya parados el defensor salta y despeja, mientras que el delantero se agacha, haciendo la cama. El árbitro, que fue lo peor con mucho del partido, señaló penalti, a todas luces injusto. Minuto 43 y el Guijuelo parecía que se iba a desangrar, pero apareció la mano de Kike Royo para despejar el golpeo de Gonzalo y evitar así que los suyos se fueran al descanso con un marcador en contra.

Tras la reanudación, el Guijuelo volvió a ser el mismo del inicio del partido, el mandón, el dominador, el bueno, con la fortuna de cara, porque a la primera de cambio una pared entre Aitor Aspas y Nacho Rodríguez habilita a Aspas para plantarse ante Diego y lograr el primero, que sirvió entre otras muchas cosas para curar todos los males que arrastraba su equipo desde hace casi un mes. Desde ahí el Guijuelo fue el de este año, llegando a gustarse en muchos instantes. Generó ocasiones para haber ampliado el marcador y sólo no fue así por el acierto de Diego, que salvó varios uno contra uno. Primero le sacó el balón a Néstor, después otro a Raúl Ruiz. Las ocasiones se sucedían para el Guijuelo, que disfrutaba y hacía disfrutar. El segundo tenía que llegar y acabó haciéndolo en una internada de Néstor en la que Diego le derriba cuando el canario trataba de evitarle lanzando la pelota por encima. Penalti, que pita el colegiado, que no se atreve a expulsar al guardameta a pesar de ser ocasión manifiesta de gol y último defensor. El árbitro, Ramos Domínguez, lo apañó con una amarilla. La pena máxima la lanzó Jonathan Martín fuerte y centrada, a la izquierda del portero Diego, que llegó a tocar pero que no pudo evitar el tanto de la tranquilidad para los locales, que hacía justicia. De ahí y al final la Arandina lo intentó de forma esporádica y siempre bien controlado por los locales, salvo en un par de intervenciones de Kike Royo tras balón parado, que no dieron ninguna opción a los visitantes. Al final pasó lo que tenía que pasar que ganó el mejor.

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