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Superado de penalti a penalti y tiro por que me toca el escollo de Balaídos, el Real Madrid mitigó el dolor que le causó el sopapo del Barça en el clásico y reforzó su liderato liguero, pero presenta serios interrogantes en clave Champions. El principal es conocer si su flojera ante los vigueses se debió a cierta relajación o a la fatiga. Si es cuestión de actitud, el tema tiene remedio. Si es cansancio porque los jugadores, sobre todo sus centrocampistas, están agotados al ser casi siempre los mismos, el problema es grave porque en cuatro días no se remedia.
El miércoles le espera en Stamford Bridge un Chelsea que viene de caer 1-4 en la Premier ante el Brentford y vive más pendiente de quién será su nuevo dueño que del presente, pero no deja de ser el campeón de Europa y un enemigo de alto nivel que ya superó con suma facilidad al equipo blanco en semifinales de la máxima competición continental 20-21. «Tenemos que ser más intensos para lograr un buen resultado en Londres», advirtió Thibaut Courtois, exportero de los 'blues', tras la sufrida y polémica victoria de su equipo ante el Celta, con la mirada puesta ya en el primer asalto de cuartos.
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Este Real Madrid muestra fisuras, aunque luego la calidad individual de Courtois, Éder Militao y David Alaba en el área propia y de Karim Benzema en la rival, maquillen los problemas colectivos del equipo. Su centro del campo, hasta finales de año considerado el mejor del mundo, sufre cuando el enemigo aprieta y el ritmo crece. Casemiro, Kroos y en menor medida Modric, que sigue a un nivel superior al exigible a un jugador de 36 años, necesitan oxígeno. Al líder se le cuentan con los dedos de una mano los momentos brillantes en 2022: media hora de ensueño ante el PSG, la goleada en casa contra la Real Sociedad (4-1), algunos detalles contra el Valencia en enero y muy poco más.
El equipo de Ancelotti estuvo a merced del PSG en el Parque de los Príncipes, también durante una hora en el Bernabéu y fue bailado en su feudo por un Barça con los peores números de las últimas décadas. Más allá del 1-2 final y de un análisis solo resultadista, también el Celta fue superior este domingo. Es si como si su motor se hubiese gripado. No hace mucho, sus centrocampistas eran capaces de presionar arriba, superar al rival en cada duelo individual, manejar la pelota para que el enemigo persiguiera sombras y desesperar a cualquier oponente. Manejaban el espacio y el tiempo a su antojo. Si Carletto pedía aumentar el ritmo, ellos tocaban con velocidad. Si en cambio tocaba reducir las pulsaciones del encuentro, Casemiro, Kroos y Modric se juntaban para que los minutos fluyeran sin noticias. Pero la situación ha empeorado y el Madrid necesita recuperar a esos tres colosos, cada uno en su función. La fiable y precisa sala de máquinas es ahora una zona débil que explotan sus rivales.
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