Luis F. Gago
Jueves, 5 de mayo 2016, 09:34
El Sevilla y su competición. La Europa League y el sevillismo vibrando. Las dos escenas más vistas en la última década y que se repetirán de nuevo en Basilea, después de que los hispalenses vencieran de manera contundente a un Shakthar que defraudó con un juego tímido y pobre. El gran protagonista fue Gameiro, que metió dos goles, forzó un penalti que no le fue concedido y condujo a los suyos hacia Suiza. Empero, el gol que emocionó al sevillista fue el de Mariano, porque lo marcó como Antonio Puerta hace diez años también en unas semifinales y fue el inicio del idilio de los sevillistas con esta competición. Señales. Al menos esa es la palabra que se escuchó por los vomitorios al concluir el partido, soñando con la tercera Europa League consecutiva para el Sevilla. Señales que marcan el camino hacia su quinta final y, si dicho destino es cierto, el quinto entorchado en una década.
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Salió el Sevilla seguro de sí mismo y con una presión asfixiante alta para demostrar al rival que no iba a quedarse encerrado esperando a ver qué sucedía en el desarrollo de los 90 minutos del encuentro de vuelta. De esa presión tan arriba y que impresionó al propio Shakhtar llegó antes de los diez minutos de juego el tanto que daba tranquilidad a los sevillistas. Un error en la salida de balón de los ucranianos, que intentaban montar el ataque jugando a ras de césped, lo provechó Gameiro para batir a Pyatov por bajo, marcando el primero del duelo y haciendo olvidar la salida de Bacca este verano a Milán.
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El 1-0 daba alas a la afición sevillista, que llenó el Pizjuán colgando el cartel de no hay billetes frente a la falta de representación ucraniana, que no hizo acto de presencia a causa de las dificultades para viajar por la guerra civil que vive el país desde hace más de tres años. Con la cuenta del marcador a favor de los sevillanos, los de Europa del Este sólo podían parar los contragolpes hispalenses con faltas serias y agresivas, que costaron tres tarjetas amarillas casi consecutivas. Un par de internadas de Vitolo, de los mejores jugadores en el tramo final de temporada, y las acometidas desde también la banda derecha del lateral Tremoulinas provocaban el jolgorio en el gradería y el avistamiento de Basilea más cerca. Pero quizá ese exceso de confianza ante un rival que no merodeaba el área sevillista, ni daba señales de vida, fue la clave para el sufrimiento final de los de Unai Emery. Cuando el término de la primera mitad rondaba en el silbato del árbitro, una contra de cuatro contra cuatro del Shakthar la aprovechó Marlos para dar un precioso centro interior a Eduardo, que convertía su tercer gol en la Liga Europa ante la rabia de David Soria, que quedó vendido por su defensa.
Estelar Gameiro
El empate mantenía en tierras suizas al Sevilla aún, aunque ya no tenía los dos pies en la final, sino solo uno, y apartándolo de manera peligrosa. El tanto al borde del descanso sentó como un jarro de agua fría a la hinchada reunida a los pies de Nervión y los propios jugadores necesitaban reaccionar en el inicio de la segunda mitad. Y lo hicieron. A lo grande. Quien se echó el equipo a su espalda fue, como no podía ser de otro modo, Gameiro. Nada más reanudarse el choque marcó un bello tanto tras jugada colectiva que aseguraba al menos la prórroga. Pero los jugadores pensaron que ya se sufrió demasiado en los cuartos ante el Athletic y Mariano decidió con un derechazo a la escuadra del portero ucraniano diez minutos después que a Basilea se iba por el camino más fácil y divertido.
Con la ventaja de dos goles en el global que debía marcar el Shakthar si quería eliminar al Sevilla, los de Lucescu bajaron los brazos a falta de un cuarto de hora. El sevillismo volvió a llorar. Cantó un himno que ya compite con el que será su rival en la final de Basilea, porque ambos son los más conocidos de todo el continente europeo. Con una victoria más, el Sevilla estará por tercera vez consecutiva en una final europea, la quinta vez en diez años. Ahora buscar ganarla por tercer año seguido, un hito que sólo han logrado a nivel europeo el Real Madrid de Di Stéfano, el Ajax de Cruyff y el Bayern de Múnich de Beckenbabuer. La historia espera al Sevilla en Suiza.
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