Luis F. Gago
Jueves, 5 de noviembre 2015, 01:40
Un Villarreal muy superior fue de más a menos durante su cuarto encuentro en la liguilla de la Europa League. Ante el rival más débil del grupo, venció in extremis por la mínima gracias a dos tantos de Soldado, que salió desde el banquillo en la segunda mitad. Los amarillos se encontraron con la desgana más que con un contrincante duro o complicado. Porque lo cierto es que los jugadores del Villarreal estuvieron toda la primera parte luchando contra la incomodidad del jet lag tras un viaje largo para llegar a un país donde las condiciones meteorológicas no eran similares a las que dejaron en tierras castellonenses.
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Sólo Bakambu, que cada partido europeo quiere demostrar que es una de las grandes revelaciones de la temporada, ponía algo de empeño en el choque enquistado. El Dinamo de Minsk se encontraba a cada minuto que pasaba más cómodo, con suma tranquilidad, porque sólo se limitaba a hacer su juego duro a ras de césped ante la permisividad arbitral. El árbitro escocés estaba más pendiente de acabar cuanto antes el mal trago de partido que de valorar el juego de los dos adversarios.
La parsimonia de la primera mitad quedó entrelazada con los avisos que llegaban desde el otro choque del grupo. El Rapid de Viena vencía y ponía el liderato cada vez más difícil de conseguir para el Villarreal. Un empate en Bielorrusia supondrían para los hombres del Marcelino un duro traspié en su ansiado esquema planificado para hacer algo importante en el viejo continente. Viendo la pésima calidad del juego de sus hombres, el técnico asturiano se aventuró a hacer algunos cambios para dar mayor ritmo al espectáculo poco creativo que se vislumbraba. Las entradas de Soldado y Dos Santos dieron un poco de profundidad al cuadro español. Empero, siguió pecando de poca tensión y exceso de conformismo. Sólo salieron espoleados contra su rival cuando el Dinamo marcó. Vitus, recién salido al campo, anotó ante el asombro visitante. Por fortuna para el Villarreal, acto seguido, un penalti absurdo lo transformó Soldado, que también certificó la remontada casi al final del tiempo. Una victoria pírrica que vale casi un certificado para los dieciseisavos de final y el sueño del liderato.
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