El conflicto bélico provocado por la invasión de Rusia a Ucrania sigue generando consecuencias en el mundo del deporte y ha obligado a la UEFA a cambiar de planes y quitarle a San Petersburgo la sede de la final de la Liga de Campeones del próximo 28 de mayo, que se disputará en el estadio parisino de Saint-Denis. Un castigo para el Kremlin, que lo califica sin ambages de «vergüenza», y para la ciudad de nacimiento de Vladímir Putin, antigua Leningrado y durante dos siglos capital imperial, ya que dejará de ingresar entre 60 y 70 millones al quedarse sin acoger el partido más importante del planeta a nivel de clubes.
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Decisión drástica y difícil para el organismo rector del fútbol europeo que preside el esloveno Aleksander Ceferin porque afecta directamente también a Gazprom, el gigante gasístico controlado por el gobierno ruso que patrocina al Zenit de San Petersburgo, da nombre comercial al imponente estadio y mantiene un vínculo comercial con la UEFA por unos 100 millones de euros para lo que queda de temporada y las dos siguientes.
La relación se inició entre 2012 y Gazprom no solo patrocina la Champions League sino que el pasado mayo extendió su contrato de esponsorización a las Eurocopas de 2021 y 2024 y a las finales de la Liga de Naciones. Pero hay más, ya que el empresario ruso Alexander Dyukov es el líder de la Unión Rusa de Fútbol, expresidente del Zenit, máximo mandatario del consejo de administración de Gazprom Neft y miembro del comité ejecutivo de UEFA desde abril de 2021.
Se trata de la tercera vez de manera consecutiva que la UEFA cambia de sede la final de la Champions. Las portuguesas Lisboa y Oporto acogieron las dos últimas ediciones, con triunfos del Bayern de Múnich y el Chelsea, pero en ambas ocasiones era Estambul el lugar asignado en principio. La pandemia, sin embargo, impidió que se pudiera celebrar en la gran ciudad turca, si nada se tuerce en 2023.
La decisión de retirarle a esta ciudad rusa la gran final continental estaba cantada, así como también obligar a que todos los partidos con presencia de clubes o selecciones de Ucrania y Rusia se celebren en campos neutrales hasta nueva orden, pero sí ha habido cierta sorpresa por el lugar elegido como sustituto.
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Wembley fue el escenario que sonó con más fuerza en las últimas horas, pero quedó descartado porque en las mismas fechas organiza la fase de ascenso de la Championship a Premier League. En el caso de las posibles sedes españolas, su elección era muy difícil al tener a tres equipos todavía compitiendo en la máxima competición continental. El Stade de France pudo ser considerado terreno más neutral porque el PSG y el Lille son los dos únicos supervivientes galos en el torneo.
No obstante, todo apunta a que la figura del presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha sido determinante para la elección de París. En el comunicado oficial remitido esta misma mañana, este organismo expresó su «agradecimiento y reconocimiento al presidente de la República Francesa, su apoyo personal y su compromiso para que el partido más prestigioso del fútbol europeo de clubes se traslade a Francia en un momento de crisis sin precedentes».
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Junto con el gobierno francés, la UEFA garantizá apoyará plenamente los esfuerzos de múltiples partes interesadas para garantizar el rescate de los futbolistas y sus familias en Ucrania, «que se enfrentan al terrible sufrimiento humano, la destrucción y el desplazamiento».
Será la tercera final de la Champions que tenga lugar en este escenario, de buen recuerdo para los aficionados españoles en general, aunque no tanto para los valencianistas. Allí, el Real Madrid de Vicente del Bosque conquistó la octava tras imponerse por un rotundo 3-0 al equipo levantino de Héctor Cúper en el año 2000. Fernando Morientes, Steve McManaman y Raúl González Blanco fueron los artilleros. Y seis años después, el Barça de Frank Rijkaard derrotó al Arsenal de Arséne Wenger por 2-1. Sol Campbell adelantó a los londinenses, pero Samuel Eto'o y Juliano Belletti remontaron en el tramo final del encuentro. Fue la segunda Copa de Europa conquistada por los azulgranas.
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La sanción a Rusia dejándola sin la final de la Champions 2021-2022 no es ni mucho menos el castigo más severo impuesto en el mundo del fútbol como consecuencia de un conflicto bélico. Tan solo diez antes del comienzo de la Eurocopa-92, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) se vio obligada a castigar a Yugoslavia con su exclusión del campeonato continental por la guerra de los Balcanes, y también del Mundial de 1994. La selección yugoslava fue sustituida en la Eurocopa por Dinamarca, cuyos jugadores estaban en la playa de vacaciones y, casi sin preparación, acabaron proclamándose campeones, al derrotar en la final a la entonces campeona del mundo, Alemania. Tras el bloqueo decretado contra la Yugoslavia de Slobodan Milosevic por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la FIFA expulsó al país balcánico de todas las competiciones deportivas internacionales, incluidos en los Juegos Olímpicos de Barcelona'92. Entonces, el gobierno de Francia, liderado por François Mitterrand, se desmarcó del bloqueo de las Naciones Unidas, por considerarlo «una medida vejatoria e inapropiada».
Francia reclamó sin éxito que el deporte quedará fuera de las sanciones impuestas contra Yugoslavia, al igual que la FIFA se mostró disconforme con decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. «No creo que se deba mezclar la política con el deporte. Son cosas totalmente distintas», lanzó en aquellos momentos el suizo Joseph Blatter, que ocupaba el puesto de secretario general de la FIFA y se convirtió en presidente del máximo organismo seis años después. Hace 30 años, la UEFA defendió la participación de Yugoslavia en la Eurocopa, pese a la posición de fuerza de Alemania y Gran Bretaña en contra del país balcánico. Precisamente, después de que la selección de Inglaterra fuese eliminada en la primera fase de la Eurocopa-92, en el mismo grupo que Dinamarca (empataron 0-0 en Malmoe), Alemania cayó en el partido por el título en Gotemburgo (2-0) ante el equipo nórdico dirigido por Richard Möller Nielsen. Los goles en la final que propiciaron el milagro danés en aquella Eurocopa, frente a una selección defendida en la portería por el exmadridista Bodo Illner, fueron marcados por Jensen y Vilfort.
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