Rodrigo Errasti Mendiguren
Miércoles, 11 de marzo 2015, 00:45
Un PSG valiente y heroico tumbó a un rácano Chelsea tras forzar la prórroga con diez jugadores después de haberse quedado sin Ibrahimovic a la media hora por una rigurosa roja. El equipo galo puso corazón y dispuso de las ocasiones para haber vencido antes del tiempo extra, pero el palo frenó la mejor voluntad de Cavani. Aunque recibió un tortazo a diez del final en un córner, logró gracias a un cabezazo de David Luiz forzar el tiempo extra. Y en ese periodo supo sobreponerse a un error de Tiago Silva, que posibilitó un penalti infantil levantando la mano al aire. Quizá no la llegó a tocar, pero el debe es solo suyo. Hazard, con su habitual clase, no desaprovechó el regalo. El brasileño, seguramente el mejor central del mundo, buscó redimirse. Y tras frenar su empeño Courtois a la primera, lo consiguió a la segunda. Un premio justo al fútbol realizado. Y es que en el Parque de los Príncipes ya fueron mejores los parisinos frente al equipo que le había apeado la pasada campaña aprovechando los errores de su rival. Esta vez no pudo hacerlo y eso que hubo una acción aún más decisiva que no salió de las botas de ningún futbolista. La completó el colegiado.
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Hasta el momento Bjorn Kuipers era conocido por ser el árbitro de la última final de la Champions y el que se tragó el primer mordisco de Luis Suárez en el Ajax. Tuvo que decidir en un ambiente caldeado una acción fea de Ibrahimovic, ausente e intrascendente pero que al ver la bola cerca se fue al suelo con todo ante Óscar. El brasileño quiso llevarse el famoso galardón que lleva su nombre exagerando una patada a destiempo, pero nunca merecedora de un castigo como la expulsión directa. El colegiado después erró también en un claro penalti a Costa, echando abajo cualquier tipo de conspiración arbitral que pudieran idear sus entrenadores. Estar en inferioridad no frenó el ímpetu del conjunto de Blanc, que buscó siempre el triunfo.
Un Blanc valiente
Respecto a la ida, Mourinho apostó de inicio por algo más de calidad (Óscar por Willian) mientras que Blanc colocó a David Luiz de central poniendo en medio más centrocampistas (Motta y Pastore) prescindiendo de Lavezzi y Van der Wiel, colocando a Marquinhos de lateral frente a Hazard. Toda una apuesta que le permitió tener más la pelota, aliado para buscar ese gol que le concedía la oportunidad de seguir en el torneo. Intensidad sí se veía, incluso acciones reprobables como un codazo de Costa a David Luiz, pero las ocasiones no aparecían. Un tiro a puerta de los locales, ninguno de los visitantes. Al regreso de la caseta, Mourinho dejó a Óscar en la ducha a ver si se tranquilizaba porque tenía pinta de acabar la noche con una roja como la de Ibra. Metió a Willian, que completó una mala final copera en Wembley pero aseguraba trabajo y golpeo a balón parado.
El duelo se fue trabando a medida que el PSG perdió fuelle. Cuando lo tuvo, llegó a tener dos opciones claras pero en una el palo evitó que Cavani culminase con éxito su 'slalom' y en otra fue Courtois, como en la ida, la que anuló el 0-1. A diez del final, llegó la primera intervención de Sirigu que mandó a córner una intentona de Ramires. Desde la esquina, tras un barullo fue Cahill, el mismo que habilitó a Cavani en la acción de Cavani que pudo cambiar el duelo, remachó desde cerca. Ya con 1-0 volvió a aparecer el meta belga en un cabezazo de Lavezzi, reclutado por Blanc para la heroica. Y llegó en un córner, marcado por David Luiz que se vengó de Mourinho con un cabezazo a la salida de un córner.
El portugués, que planteó un partido muy rácano aferrado al botín obtenido por Ivanovic en París, se quitó el corsé en la prórroga poniendo en el césped a Drogba, el héroe blue que además cumplía años. No fue trascendente en el triunfo, provocado por un lapsus mental del posiblemente mejor central del mundo, pero sí para evitar una ocasión rival. Para el PSG marcar otro gol, aunque este fuera realmente de oro, parecía una montaña inalcanzable pero Azpilicueta e Ivanovic mostraron sus mejores virtudes como defensas para impedir otro tanto postrero que merecía el PSG. Y al final, a la segunda Tiago Silva lo consiguió. Remató peor en el segundo córner que en el primero, pero le puso una parábola imposible para Courtois. El golpe deja muy tocado a Mourinho, incapaz de alcanzar con el Chelsea la final de una competición que el club londinense alcanzó dos veces sin él. Y una, con David Luiz en el once, logró ganarla.
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