Ramsés Gil.

El líder que creyó en una Segoviana mejor

Aunque ha dotado de personalidad al equipo de sus amores, el éxito del técnico Ramsés Gil en el banquillo obedece a un gran conocimiento del juego y a una confianza plena en sus jugadores

Quique Yuste

Segovia

Domingo, 5 de mayo 2024, 21:06

Ramsés Gil es a la Gimnástica Segoviana lo que el Acueducto a Segovia. El club existiría –probablemente– sin el entrenador al igual que la ciudad sin el bimilenario monumento. Pero ninguno sería igual. Son sus emblemas y su alma.

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Es imposible explicar la historia de la Gimnástica Segoviana en el último cuarto de siglo sin que Ramsés Gil sea el principal protagonista. Primero como jugador, luego como capitán, más tarde como director deportivo y desde hace algo más de dos años como entrenador. La sangre de Ramsés no es roja, es azulgrana.

Por eso no hay nadie que entienda mejor la Segoviana que Ramsés. Él la ha sufrido en los malos momentos, que ha habido muchos, y la ha disfrutado en los mejores, que cada vez son más frecuentes. En las duras y en las maduras, Ramsés siempre ha estado ahí. Ha dado siempre la cara. Lo ha hecho como jugador, hasta en partidos que estaban perdidos fuera de casa y en los que salía desde el banquillo defendiendo el honor y el orgullo que supone llevar en el pecho el escudo de la Gimnástica; también como director deportivo, asumiendo el reto de confeccionar plantillas campeonas con menos recursos que sus rivales; y por último como entrenador, acudiendo a la llamada del club de su vida en un momento en el que un posible descenso a Tercera RFEF amenazaba con echar por tierra el trabajo de casi un decenio.

En marzo de 2022, y tras un año y medio fuera del club después de haber sido segundo entrenador, asumió la propuesta de su amigo Agustín Cuenca, presidente de la Gimnástica Segoviana. Aceptó el reto de salvar a un equipo que a nueve jornadas del final era antepenúltimo en la clasificación y que estaba a cinco puntos de la salvación. No era una tarea sencilla para su primera experiencia seria en los banquillo. Creyó en sus opciones y en las del equipo y, tras un agónico final de temporada y un 'play-out' decisivo en Elda, salvó a la Segoviana del descenso. Ahí ya cambió la historia de un club acostumbrado a perder la categoría al año siguiente del ascenso.

Alcanzado el hito, el técnico gimnástico no se conformó e ideó nuevos retos: llevar a la Segoviana a las cotas más altas de su historia. Dos añoso después, lo ha conseguido.

En el camino ha demostrado ser el entrenador perfecto para la Gimnástica Segoviana. Por un lado, por su pasado y experiencia, ya que nadie como él entiende la idiosincrasia del club y todo lo que le rodea. Pero además ha logrado trasladar al equipo la contundencia, tranquilidad y confianza necesaria para competir –y superar– a equipos con muchos más recursos económicos. En estos dos años, ha construido un equipo que sobre el terreno de juego comparte muchas de las características que Ramsés tenía como jugador: solidez, intensidad, garra, competitividad... Pero sería un error reducir a eso su labor al frente del equipo.

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En primer lugar, porque el Ramsés intenso y aguerrido que se observa en la banda durante los partidos se difumina cuando el árbitro pita el final. Fuera del campo, en el vestuario, es un hombre tranquilo, sosegado y reflexivo, capaz de pensar con calma en lo mejor para el equipo. Así se ha convertido en un gran estratega. Ayudado por un cuerpo técnico que completa su labor, Ramsés ha aprendido de los errores cometidos. Como muestra, la evolución del equipo en un año en aspectos como el balón parado, la competitividad fuera de casa o sus resultados en el tramo decisivo de la temporada.

Un líder nato, ha convencido a sus jugadores de que el ascenso directo era posible, una quimera para muchos hace no tantos meses. Para ello ha confiado en su plan y ha hecho creer en los suyos. A aquellos que han tenido dudas, les ha abierto la puerta para que abandonasen el barco.

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Su convencimiento y su confianza en sus propias posibilidades le ha llevado a ser exigente y comprensivo a partes iguales. El verano pasado pidió al club un esfuerzo extra para avanzar en la profesionalización del equipo y trasladó los entrenamientos, que siempre habían sido por la tarde, a primera hora de la mañana. Quería una plantilla profesional dedicada en exclusividad al fútbol. Tan solo pedía dar el paso que él mismo había dado antes, cuando renunció a un buen puesto en el Instituto Municipal de Deportes para afrontar la aventura más apasionante de su vida: dirigir a la Segoviana.

Pero aunque ha sido exigente, también ha entendido las circunstancias de la Segoviana. Pidió en verano un delantero centro para completar la plantilla, petición que no pudo ser concedida ni en agosto ni en el pasado mercado invernal por las limitaciones económicas del club. Sin embargo, Ramsés nunca se ha quejado de la profundidad de la plantilla, ni siquiera en semanas en las que se acumulaban las bajas. Para él nunca ha habido excusas. Solo confianza máxima en su plan, independientemente de las circunstancias.

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Con el ascenso conseguido, en los próximos días tendrá que tomar una nueva decisión: seguir haciendo historia en la Segoviana o buscar nuevos retos fuera del club de su vida. Se ha ganado el derecho de elección.

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