Jugan con uno menos desde el minuto 13 de partido es un hándicap importante. Pero un equipo que quiere ascender directo, que saca pecho por sus resultados no puede comvertirse en un equipo que solo reacciona, en el campo y en el banquillo, cuando recibe el rejonazo de los goles. Y eso fue el Pucela en Oviedo.
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Todo empezó con una falta de Raúl Carnero a Viti. El asturiano se queja y se duele con vehemencia. El árbitro saca amarilla y, a isntancias del VAR, rectifica y expulsa al blanquivioleta. Un minuto después Viti ya estaba sobre el campo.
El Pucela desapareció con la expulsión. Pacheta no reaccionó, más allá de dar entrada a Nacho por Toni, y el Oviedo se hizo el dueño y señor. Nada funcionaba en las filas pucelanas. Nada. Aún así se soportó a duras penas la primera parte, pero en la segunda vino la anunciada debacle.
El aviso fue este gol anulado por medio centímetro.
Y luego empezó todo.
Primero Mier.
Después Borja Bastón. De manera muy similar a la de Mier.
Y Montiel para cerrar la goleada. Curiosamente, de manera muy similar a los dos goles anteriores.
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