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El Real Valladolid, cuando menos se necesitaba, regresó a la versión desesperante y sin alma de comienzos de temporada. Ante un Valencia con orgullo y amor propio, el Pucela apenas presntó resistencia, más allá de la propia que exige la competición y el profesionalismo. Masip se convirtió de nuevo en el héroe y el villano del partido. Sacó varias manos notables y se tragó el gol de Carlos Soler cuando al partido le quedaba poco más de un cuarto de hora de vida.
El partido comenzó con el apoyo de la plantilla blanquivioleta a Eusebio Sacristán, que se recupera en el hospital de una operación cerebral y que el viernes salía del coma inducido por los médicos.
El partido fue francamente flojo, y el que más arriesgó fue el Valencia, que al final fue el justo ganador. La necesidad y la penuria de victorias en ambas escuadras no parió, esta vez, un partido emocionante
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