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La jugadora Jenni Hermoso, denunciante del expresidente de la Federación Española de Fútbol (FEF) Luis Rubiales por presunta agresión sexual y coacciones, ha declarado hoy en el comienzo del juicio en la Audiencia Nacional que no consintió el beso del acusado. Una negativa «reiterada» ... en las horas y días posteriores al histórico triunfo de la selección española en el Mundial de Australia. «Sabía que me estaba besando mi jefe y esto no debe ocurrir en ningún ámbito», ha señalado Hermoso, que ha viajado expresamente desde México, donde juega en la actualidad, para comparecer ante el juzgado de lo penal.
Hermoso, de 34 años, ha relatado el sufrimiento personal, que aún perdura, de estas presiones y el hecho de que no le dejaron disfrutar de su mayor logro como deportista profesional. Primero en el vestuario, tras el partido de la final de Sidney, cuando tuvo que salir al pasillo para hablar con Rubiales; luego en el autobús de camino al aeropuerto con una nota de prensa ordenada por el entonces presidente, que ella no aprobó; y finalmente en el avión de regreso a España, antes de llegar a la escala de Doha, donde el principal acusado difundió un vídeo de descargo en el que la futbolista, pese al intento del exseleccionador Jorge Vilda de que mediara su hermano Rafael Hermoso, no quiso participar.
«Lo peor fue al llegar a España. La vida me cambió completamente. Tenía cámaras 24 horas delante de mi casa, me seguían cuando salía con mi madre. Sentí miedo y me afectó a la salud mental. Quedarme en España o en Madrid era insostenible, por eso me fui a México, al equipo del Tigres, para sentirme protegida», ha declarado Hermoso a preguntas de la teniente fiscal Marta Durántez.
Posteriormente, a preguntas de su abogado, la denunciante ha incidido en que Rubiales no tuvo la «altura institucional» del momento y ha rebatido sus palabras cuando la agarró de la cabeza con las dos manos y le dio el beso en la boca. Él defiende que en ese momento le ofreció «un piquito» a la jugadora y esta dijo «vale», pero en el juicio ha matizado el sentido de esta afirmación. «Ese 'vale' no tiene un contexto como el que quiere sostener Rubiales. Es un 'vale' de qué voy a hacer, era mi jefe, me agarra la cabeza y me da un beso, pero en ningún caso tiene que ver con haberle dado mi consentimiento», ha declarado Hermoso.
La abogada de Rubiales ha cuestionado a la futbolista que por qué en la primera denuncia ante la Fiscalía solo mencionó la presunta agresión sexual y no las coacciones, a lo que ésta respondió que fue un tema de su abogado de entonces y que luego la investigación derivó también hacia el segundo delito. La letrada Olga Tubau también rebatió uno de los asuntos claves del juicio: qué se dijeron ambos antes del beso. Un examen de la prueba que tendrá lugar en la fase pericial, con el visionado de grabaciones y la lectura de los labios de los implicados hecha por un especialista.
«Mi actitud de cómo estoy en ese momento no quita qué sentí. No me gustó y me dio asco, según le dije a mi hermano Rafael en el avión de vuelta a España», ha señalado Hermoso, que ha corroborado que se enteró a posteriori de que la investigación interna abierta por la FEF por ese asunto se basó en un protocolo de integridad para casos de amaños y apuestas ilegales. No en el protocolo por un presunto delito sexual. Un movimiento de la federación que buscaba exculpar a Rubiales y que no contó con el testimonio de la afectada, según ha denunciado la acusación particular en el juicio.
La vista oral ha llegado casi un año y medio después del beso que provocó un terremoto y una revolución femenina en contra del acoso y a favor de la igualdad. La Fiscalía de la Audiencia Nacional solicita dos años y medio de cárcel para Rubiales. Un año por un delito de agresión sexual y año y medio por otro de coacciones a Jenni Hermoso. Lo otros tres acusados: el exseleccionador femenino Jorge Vilda, el exdirector deportivo de la selección masculina Albert Luque y quien fuera responsable de marketing de la FEF, Rubén Rivera, se enfrentan a 18 meses de prisión por coaccionar a la futbolista y su familia.
La agresión sexual está tipificada en el Código Penal con una condena de cárcel de uno a cuatro años, mientras que el delito de coacciones es castigado con entre seis meses y tres años de prisión, aunque ambas penas pueden ser reducidas y sustituibles por sendas multas. La víctima también deberá ser indemnizada, según la Fiscalía, con 100.000 euros. En principio, el expresidente de la FEF tendría que pagar 50.000 euros a la jugadora madrileña por el delito de agresión sexual y, «conjunta y solidariamente» con Vilda, Luque y Rivera, compensarla con otros 50.000 por el de coacciones.
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Entre las jugadoras que prestarán declaración como testigos, de forma telemática desde Barcelona, están Alexia Putellas e Irene Paredes, compañeras de selección de la víctima. Incluso el seleccionador Luis de la Fuente ha sido citado como testigo, al igual que la seleccionadora femenina, Montse Tomé, a petición de la defensa de Rubiales.
Según la Fiscalía, como consecuencia del beso en los labios que propinó Rubiales a Jenni Hermoso «contra su voluntad», la capitana de la selección española sufrió «una situación de hostigamiento que le impidió desarrollar su vida en paz, tranquilidad y libremente». «Los hechos crearon en Jenni Hermoso una situación de ansiedad e intenso estrés, que se prolongó durante varios meses después» y «la situación de hostigamiento de los acusados hacia ella cesó cuando Luis Rubiales fue suspendido provisionalmente por la FIFA el 26 de agosto de 2023», recordó la Fiscalía en su escrito de acusación.
Podría servir de atenuante a Rubiales que finalmente llegó a pedir perdón por su beso, después de haber llamado «idiotas», «estúpidos» y «tontos del culo» a quienes le criticaron por su abuso de poder frente a Hermoso y su actitud machista. El caso es que lo que el exdirigente granadino calificó como «un pico entre dos amigos celebrando» se lo ha llevado por delante y amenaza con acarrearle consecuencias penales.
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