Sin heridos en el primer asalto

Las bajas de Acuña y Borrego simplifican el once de Ramsés, que mantuvo su confianza en Astray para el juego aéreo, puso a Ivo por la izquierda y dejó un as en el banquillo: Manu. El técnico azulgrana no escondía sus intenciones, entregando los balones a Plomer o Borao –que aún estaba en el campo– para que sacaran raudos de banda. Intensidad y presión alta, la fórmula del éxito. Tuvo que frenar su pasión porque había un cuarto árbitro atento a sus movimientos, así que después de pedir la primera amarilla se guardó las manos en la espalda como un buen chico.

El primer envite de una eliminatoria de 180 minutos obliga a reducir riesgos; lo entendieron Javi Marcos y Óscar de Frutos, expeditivos a la hora de patear a la banda y evitar contragolpes. La Segoviana se defendía con la posesión y el Recre tiraba de solvencia defensiva, evitando situaciones vulnerables. Y cuando los había, Manu Galán impedía con un derribo la cabalgada de Gómez y aceptaba la amarilla.

Era un encuentro para costureros, para generar desequilibrios y cocinar la jugada a juego lento. Ante un equipo como Recre, no hay atajos. Apareció Fer Llorente, cuyo pedigrí no es ajeno en tierras onubenses. El mejor jugador de la categoría, según Ramsés, dio una cátedra: esas pequeñas intervenciones que convierten una desventaja en oportunidad. Los controles, los giros, las pausas. Así lanzó desde su campo la primera contra, pero los andaluces, siempre con cintura, despejaron a córner.

También brilló Llorente desde la esquina con dos envíos precisos al punto de penalti, gestando dos ocasiones preciadas. Óscar de Frutos cabeceó con contundencia el primero, que se marchó tan cerca que alguno cantó gol. Javi Marcos amortiguó el segundo y enganchó un disparo que repelió el larguero. Ocurrió en apenas cinco minutos, pero el Recre silenció las alarmas con algo más de posesión para contener las acometidas de Rubén y Gómez, ansiosos de balón. Inédito en ataque, su defensa llegó entera al descanso.

El sol aprovechó la pausa para salir a escena mientras los candidatos, colocados estratégicamente en el palco, estiraban las piernas. No faltaron los dos titulares del banquillo azulgrana en las últimas fases de ascenso: Abraham García y Manu González. Aún faltaban sillas por ocupar cuando el Recre consiguió lo que tanto ansiaba: una falta lateral. El servicio de Ajenjo, medido al punto de penalti, obligó a una doble intervención de Carmona, que repelió un testarazo en plancha de Caballero.

La ocasión no fue una anécdota: el Recre reclamaba protagonismo. No se amilanó la Segoviana. Gómez seguía encarando sin miramientos y sacó literalmente a Manu Galán del partido. El central, ya amonestado en un lance anterior, se rompió en el uno contra uno y se marchó con una cojera evidente que le dejará previsiblemente sin vuelta. En su lenta retirada –ovacionado no solo por sus aficionados, apostados en el córner, sino por la parroquia local– vio a Pedro Astray cabecear cerca de la escuadra el córner que él mismo había concedido.

Los andaluces, menos encerrados, se acercaban a la guarida rival, eso sí, sin poner en riesgo un empate preciado. La parroquia no escondió la tensión ante algún córner onubense que tardaba en despejarse, pero los nervios venían más por la posición que por una amenaza real de peligro. La Segoviana empezaba a pagar el precio por su intensidad; el físico aguanta porque es un equipo preparado desde julio para ello, pero el acierto se resiente con la fatiga.

Ramsés buscó soluciones en el banquillo sin cambiar la estructura. Hombre por hombre, nada de inventos. Manu relevó a Juan de la Mata y Arribas ocupó el puesto de Ivo en la izquierda, una opción más vertical pero menos creativa. La última baza, Arranz, sustituyó en la banda a un Plomer más activo en el primer acto que en el segundo, en parte porque su equipo tuvo menos posesión. El Recre tampoco inventó nada y solamente quitó a Caballero, un delantero canónico con un lustro de experiencia en Segunda, porque no tenía gasolina para más. Para orgullo de su técnico, la Sego murió en campo rival, con Llorente cosiendo cada rechace. Pero la grieta no apareció. Queda otro asalto para encontrarla.