El Unami estuvo tanto tiempo deshojando la margarita que no pudo inscribir a su nuevo técnico. «Nos pasa de todo», resumía su presidente, Francisco Andray, en un palco de La Albuera con tintes gélidos para un 19 de noviembre. Con todo, los segovianos limitaron daños ... en su primera final del año. El colista sumó su tercer punto y su cuarto gol en 900 minutos y evitó que el Atlético Bembibre, uno de los equipos que marca la salvación, se alejara más de los siete puntos con los que llegó a Segovia. No es una resurrección, pero tampoco un toque de gracia.
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Que el Unami es un equipo en transición quedó claro, este sábado en La Albuera, por el sistema de comunicación de su nuevo cuerpo técnico, dirigido por Juan Folgado tras el cese de Gonzalo del Valle. El nuevo entrenador, aún sin licencia, dirigió el partido desde la grada, justo enfrente de los banquillos.
Unami
Kengo, Sergio Alcubilla, Sergio Prieto (Adrián, min. 65), Vicente, Quino, Domingo, Ibra (Javi de la Cruz, min. 76), Velasco (Cámara, min. 88), Jorge Sánchez, Esperalta (Chechu, min. 65) y Diego Alcubilla.
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Atlético Bembibre
Ivanildo, Álex Contreras (Espi, min. 77), Alderete, Fatah (Riverón, min. 46), Toni Badía, Lolo, Óscar (Cristian, min. 84), Adri Espinar (Monroy, min. 37), Del Valle (Yaza Zoua, min. 46), Gabri y Álex Martínez.
Goles: 0-1 (min. 75) Óscar Contreras; 1-1 (min. 84) Vicente, de penalti.
Árbitro: Laín Pérez (colegio soriano) Amonestó con amarilla a Álex Martínez, Toni Badía y Fatah por el Bembibre; a Diego Alcubilla y Chechu por el Unami.
Incidencias: Encuentro de la décima jornada del grupo VIII de Tercera División, disputado en el Estadio de La Albuera.
Allí estaban su delegado y delegado de campo, respectivamente, para ejecutar las instrucciones en un cuerpo técnico que también ha perdido esta semana a su número dos. El entrenador de porteros corrió en una ocasión para transmitir órdenes a los jugadores, embutidos en el banquillo para protegerse del frío; el resto, a expensas de los teléfonos. Mientras, el preparador físico hacía de puente en la caseta de la esquina.
La ficha de Folgado está presentada desde el miércoles, pero la Real Federación Española de Fútbol pidió el viernes por la tarde un documento de cesión entre La Granja, el equipo que entrenaba el técnico siete días atrás, y el Unami. El club intentó tramitarlo, pero la RFEF no lo aceptó a tiempo. A efectos jurídicos, Folgado era un aficionado con el chándal del Unami que estaba dando consejos a los jugadores. Todo legal.
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Un equipo en la situación del Unami necesita cualquier favor. Ivanildo, un portero que lleva en Bembibre desde tiempos inmemoriales, estuvo cerca de hacérselo. En la primera acción del partido, salió a despejar con la cabeza y erró en los tiempos; el balón salió a tierra de nadie, lejos de la carrera de Diego Alcubilla. Minutos después, volvería a salir apresuradamente a embolsar un centro, pero no lo atajó y derribo a un jugador local, una pifia que indultó el brazo levantado del árbitro por fuera de juego.
Aunque sea la décima jornada, ambos conjuntos tenían claro que estaban disputando un duelo directo, esos que no se caracterizan precisamente por la belleza. Las ocasiones iban a escasear, porque el Bembibre no se deprimía con el empate y porque el Unami se siente tan vulnerable como refleja su condición de colista. Así que las pocas que llegaban, exigían acierto.
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El Unami tuvo su momento dulce pasado el cuarto de hora con dos acercamientos consecutivos. Alcubilla no acertó a bocajarro en el primero; tampoco Esperalta, que no logró embocar un rechace centrado. Acto seguido, Contreras impedía casi sobre la línea de gol lo que hubiera sido un tanto a placer de Alcubilla.
Su portero, Kengo, estaba inédito, pero el cuadro segoviano se marchaba a cero al descanso, por más que los hermanos Alcubilla trataron de tejer una última ocasión en el tiempo de descuento. La mejor noticia para los locales era que los dos centrales del cuadro berciano habían visto la amarilla, una ventaja que no canjearon. Tras el pitido del colegiado, Folgado atravesó el campo por la medular y pasó al vestuario. El aficionado volvía a ser entrenador.
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Llegó el primer tiro a puerta del Bembibre, obra de Monroy, que intentó un lanzamiento arqueado desde el vértice del área que desvió seguro Kengo. En el otro frente, los segovianos se quedaban en la penúltima nota de la sinfonía, con un centro de Velasco que no encontró rematador o un tiro blando de Esperalta que buscaba una pierna amiga para convertirlo en letal.
Movió el banquillo Folgado con Adri y Chechu, que pudo abrir el marcador con un disparo envenenado. Pero el partido seguía en ese lenguaje conservador. Así se llegó al cuarto de hora final, con el dilema de qué riesgos es capaz de asumir un equipo en busca del triunfo cuando hay tanto que perder. En esas, el cuadro segoviano fue valiente, pero no tuvo premio. En un suspiro, las camisetas rojiblancas corrían detrás de Óscar Contreras para celebrar un gol que llevaba consigo un aroma letal.
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Con el orgullo herido, reaccionó el cuadro local. En un suspiro, el público pedía penalti por una supuesta mano de Lolo. El colegiado no reaccionó, pero sí se echó la mano al silbato minutos después en otra acción embarullada. Llegó Vicente para transformar la pena máxima y animar al público con una celebración efusiva en pos de la remontada. Los aficionados se quedaron con las ganas, pues Alcubilla la tuvo en la última jugada con un lanzamiento que cruzó demasiado. Pero despidieron a sus jugadores con una sonora ovación. Aquí no se rinde nadie.
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