Nuevo avance para modernizar el fútbol, aunque como casi todas sus normas son interpretables seguirá siendo siempre un deporte ligado a la polémica. La FIFA validó este viernes la tecnología del fuera de juego semiautomático para el Mundial de Catar 2022, una fórmula a priori más precisa y rápida que el actual sistema de videoarbitraje (VAR) y probada ya con bastante éxito en la Copa Árabe de 2021 y en el último Mundial de Clubes conquistado por el Chelsea en los Emiratos Árabes Unidos.
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El sistema permite establecer en todo momento la posición de los jugadores y del balón, facilitando la detección exacta de una situación antirreglamentaria pero sin sustituir la apreciación de los árbitros. Asimismo, con el objetivo de permitir al público entender mejor las decisiones arbitrales sobre la marcha, durante los partidos se emitirán animaciones de las jugadas en tres dimensiones a través de los videomarcadores de los estadios.
Durante el torneo catarí, que tendrá lugar del 21 de noviembre al 18 de diciembre próximos, esta tecnología utilizará doce cámaras situadas bajo las cubiertas de los campos y controlará hasta 29 puntos de datos de cada jugador, 50 veces por segundo. Además, un sensor situado en el interior del balón enviará «un paquete de datos hasta 500 veces por segundo» a la sala de vídeo, permitiendo determinar el momento del golpeo de una manera más precisa a la que podría hacerlo el ojo humano.
Con la mezcla de datos y mediante la inteligencia artificial, se les enviará una alerta a los árbitros de vídeo siempre que reciba la pelota un atacante que se encuentre en posición adelantada en el momento en el que su compañero le haya dado el pase. Al ser un proceso en tiempo real, en cuestión de segundos el colegiado de la sala VOR verificará manualmente el momento del pase y la línea de fuera de juego, antes de informar al árbitro principal, a quien siempre le corresponderá la decisión final.
Un paso más que los nostálgicos del fútbol de toda la vida considerarán un nuevo retroceso, pero que en ningún caso eliminará los líos acerca de la controvertida norma del 'offside'. La validación del controvertido gol de Kylian Mbappé en octubre de 2021, durante la victoria de Francia contra España en la final de la Liga de Naciones (2-1), ilustra mejor que ninguna otra acción la imposibilidad de automatizar totalmente el fuera de juego. En ese caso, además de analizar la posición de Mbappé hubo que determinar si el central catalán Eric García pudo volver a poner en juego el balón de manera intencionada, como así determinaron los árbitros para indignación de la selección de Luis Enrique y de los aficionados de La Roja, o solo intentó despejar y lo hizo de forma fallida y totalmente involuntaria.
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Con esta herramienta, la FIFA confía en acabar con esos absurdos casos en los que la controversia se prolonga durante varios minutos y causa incluso sorna entre críticos y aficionados. Han sido polémicas interminables y muy frecuentes desde la implantación del VAR, con la consiguiente pérdida de continuidad en el juego y el claro perjuicio para el equipo que intenta dominar y atacar.
Solo hay que recordar la jugada que tuvo lugar en la pasada final de la Champions de París entre el Real Madrid y el Liverpool, cuando los jueces tardaron en torno a cinco minutos en anular un gol de Karim Benzema. Con el triunfo del equipo de Carlo Ancelotti esa jugada quedó casi reducida a anécdota, pero si hubieran vencido los 'reds' todavía se seguiría comentando que hubo hasta dos despejes de jugadores ingleses antes de llegarle el cuero al delantero madridista.
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Los responsables de la implantación de este método pretenden tranquilizar al colectivo arbitral, inquieto ante la posibilidad de que, como ocurre en numerosas profesiones, la tecnología pueda conducir a muchos trencillas a engrosar las listas del paro. Por ello, desde la FIFA quisieron dejar claro desde un primer momento que se trata de una valiosa ayuda para acciones muy ajustadas pero no, como desde algunos sectores críticos se ha llegado a decir, del 'fuera de juego robot'. Con Pierluigi Collina, responsable arbitral de la FIFA, a la cabeza, insisten los jefes del fútbol mundial en el axioma de que los árbitros y asistentes seguirán siendo siempre los responsables últimos de las decisiones en el terreno de juego.
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