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Bien está lo que bien acaba. España es campeona de Europa y miles de vallisoletanos lo celebraron por todo. La ciudad volvió a pintarse con los colores de la ilusión y de la alegría desbordada, en los hogares, en las terrazas, en los bares y también tras presenciar el partido en la pantalla gigante que el Ayuntamiento instaló en la Acera de Recoletos, la final entre la selección española y la de Inglaterra.
La ciudad (y también toda la provincia) respiraba ambiente de fútbol por todos sus poros. Ambiente de lujo, de los que ponen la piel de gallina, de los que uno no puede dejar de mirar el gentío que es capaz de congregar un equipo, en este caso, una selección de fútbol, la de Luis de la Fuente. Niños, padres, familias, amigos... Todos unidos.
Una hora antes del inicio del partido entre España e Inglaterra ya había mucha gente en la Acera de Recoletos, cogiendo sitio delante de la pantalla gigante instalada por el Ayuntamiento de Valladolid, disfrutando de la música hasta que se acercaba la hora del encuentro.
Con camisetas (hasta en las mascotas) rojas de la selección, también del Real Valladolid y banderas de España, con las caras pintadas, Valladolid volvió a lucir los colores de la ilusión, como ya sucediera en semifinales frente a Francia. Miles de vallisoletanos abarrotaban la zona, animados por los 29 grados que marcaba el termómetro. Era un constante llegar de aficionados, gente joven sobre todo. Llegaban por la derecha, por la izquierda, por el frente, por la retaguardia… por todos los lados.
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Igor Barcia
Antes de la final, los aficionados vallisoletanos volvieron a mostrar su optimismo, sobre todo avalado por el juego de España durante toda la competición, aunque con mayor respeto en esta ocasión, quizás por el rival, Inglaterra (aunque ya había dejado en la cuneta a Alemania y Francia, entre otras), o por el peso de la propia final. Algunos confiaban en Morata, otros en Yamal, en Nico Williams… Coincidían en que iba ser una final muy sufrida. Y vaya si lo fue. Todos querían que al final ganara España, alguno para evitar la prórroga y los penaltis, que para algunos este lunes es día de trabajo.
La primera parte transcurrió con normalidad, alterada por la atención de Protección Civil a una persona que sufrió una indisposición. Todos los gritos de ánimo cuando tenía el balón España. Lógico. En la segunda parte la afición estalló con el gol de Nico Williams. Y volvieron a comerse las uñas. Lo ajustado del resultado se reflejaba en los rostros, que torcieron el gesto con el tanto del empate de la selección inglesa. Muchos lamentos porque España había tenido ocasiones para adelantarse en el marcador. Pero había confianza. Y esa fe tuvo su resultado con el tanto de Oyarzabal. Respiro generalizado. Alivio.
'Yo soy español...'
Los minutos de añadido se hicieron eternos. Los aficionados se comían de nuevo las uñas, las suyas propias y las de la persona de al lado y no dieron rienda suelta a su alegría hasta que el colegiado pitó el final. Risas, saltos, abrazos, besos, alguna lágrima de emoción… Un motivo de orgullo y de celebración de una gran fiesta que acabó con la consecución del cuarto título continental para la selección nacional. Nadie quería perderse ningún detalle minutos después de que terminara el partido.
Y como toda celebración que se precie no podían faltar los gritos a pleno pulmón del «yo soy español, yo soy español...», gritos de «España, España» y como dice la canción de Rafael, muy presente en esta Eurocopa, «qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche».
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