La magnífica e inesperada trayectoria desarrollada por la selección española de Fútbol en esta Eurocopa de Alemania, amén de podernos brindar la cuarta copa y ponernos a la cabeza del fútbol europeo de Selecciones Absolutas, nos deja algo, a mi modo de ver, mucho más ... importante para el inmediato futuro del fútbol patrio y posiblemente del resto del fútbol continental.
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Se han venido a concitar una serie de cuestiones básicas para que este hecho trascendente se pueda llevar a cabo; de un lado, una buena selección de jugadores realizada por Luis de la Fuente, un hombre tranquilo con las ideas claras acerca de un fútbol sencillo y posicionalmente bien jugado.
De otro, la aparición en el mejor momento de forma de tres jugadores de primer nivel mundial como son Carvajal, Rodri y Fabián para dejar como tercer factor fundamental al más reconocido entre prensa y afición y que no es otro que la explosión de Lamine Yamal junto a Nico Williams.
A estos jovencísimos extremos, el entrenador ha decidido que les había llegado la hora de confirmar en lo más alto del fútbol lo que ya venían demostrando en sus clubes respectivos. Y mire usted por donde ha ido a dar en el centro de una diana olvidada hace casi cuarenta años.
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Una selección que está en la final del torneo y en la cual nombres como Cucurella, Simón, Nacho, Laporte, Le Normand, Olmo, Merino, Oyarzabal o el propio Morata junto al resto, aún siendo magníficos jugadores no ocupan lugar predominante en las listas de jugadores top. Pedri y sus lesiones, lamentablemente, es caso aparte.
¿Porque entonces ese éxito deportivo y esa euforia desmedida que ha hecho sacar la bandera nacional durmiente desde el Mundial de Sudáfrica? No es difícil de entender si pensamos que el cuerpo técnico ha creado un grupo escogiendo dos jugadores por demarcación y priorizando cualidad futbolística y valor humano sobre todo.
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Confeccionado el grupo y creado el vestuario con sus códigos de funcionamiento, el paso siguiente ha sido recordar -¡que no crear!- un sistema reconocido por todos los que han pasado por las divisiones inferiores de la Selección Española en todas sus categorías. La lección, pues, venía ya sabida.
Sin embargo, el toque mágico ha sido encontrar dos futbolistas diferentes arriba y por las bandas, que dieran el sentido de profundidad y desborde necesario, para convertir el juego de ataque, y por ende el de la Selección, en diferencial con respecto al resto.
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Hace ahora cuarenta años, el 30 de junio de 1984, el Real Valladolid conseguía el primer y único título nacional absoluto de su historia. En aquella competición hasta ocho canteranos participaron en la disputa del torneo y en aquella temporada ¡quince! eran de la casa, entrenador incluido y Secretaría Técnica mediante.
Enlazando con lo anteriormente expuesto acerca de la selección, Patricio Yañez, el inolvidable 'Pato' y Jorge Alonso cubrían las bandas y dotaban al equipo de una capacidad de penetración basados en el desborde y la habilidad con la pelota impresionantes. Junto con Jorge Da Silva el no menos inolvidable 'Polilla' el gol acompañaba al equipo de forma casi permanente. El futbol se creaba en el medio, mientras se penetraba por fuera para rematarlo de nuevo por dentro.
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Cuarenta años después, redescubrimos la bondad del juego por la banda y abrimos el melón del nuevo fútbol apoyado en extremos regateadores y veloces. ¡Qué cosas!
Con nuestro Pucela calentando los motores de la pretemporada, mientras la afición da el do de pecho en taquilla al tiempo que se cabrea porque la nueva ropa no llega, un sutil perfume a extremos rápidos, gambeteadores con gol acreditado y dorsal en propiedad, me inclina a pensar en un equipo con olores diferentes y mejores.
Esta selección nos ha recordado el camino ancestral y exitoso de jugar bien la fútbol con extremos y encontrar réditos en el mismo. Los cuarenta años de la Copa de la Liga nos retrotraen a aquella forma de juego, mientras la actual Secretaria Técnica se ha encargado de la propiedad de los tres futbolistas que fueron definitivos en el triunfo pasado jugando en banda. La conclusión es simple.
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