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Son las 17:30 y, mientras la Fundación Real Madrid ocupa los dos campos cruzados del José Antonio Minguela, las inmediaciones del mismo y del Pedro Delgado empiezan a llenarse de niños con el color azul de la Gimnástica Segoviana en su indumentaria y sus mochilas. Varios de los que llegan antes ni siquiera pasan por vestuarios, sino que invaden el pequeño campo anexo y, mientras se van anudando las botas a todo correr, van haciendo equipos rápidos para promover pachangas. Llegan con ganas de fútbol.
Más o menos sobre esa hora también, Luís Rodríguez y Carlos Gómez, los responsables de cantera que están más encima de este proyecto, cogen un carrito para transportar los balones, los conos y las diferentes enseñas necesarias para lo que tienen planteado en el día. Hay dos grupos de trabajo que son siempre los mismos, los porteros y los más pequeños, los niños de apenas 9 años de edad. El resto de los grupos cambia y, entre todos, van rotando de unas zonas a otras del campo en cuanto comienza la hora que tienen asignada para trabajar la tecnificación básica del fútbol con todos ellos. Así, mientras unos practican el pase al hueco, la elevación a media altura y el remate con el interior; otros van sorteando conos conduciendo el balón únicamente con el exterior del pie izquierdo y otros van controlando la bola con una pierna para pasarla con el interior de la otra a un compañero. Y los porteros, claro, van divirtiéndose jugando a capturar balones de todo tipo o a saltar sobre un cajón para tomar impulso e ir a capturar balones arriba o abajo de la portería.
«Está siendo un éxito el proyecto, porque hay un plantel de 55 niños y tenemos dos indicadores de que la cosa va bien. El primero es que paulatinamente ha ido subiendo el número de niños y el segundo es que prácticamente no hay bajas», comenta entre risas Luís Rodríguez. «Los padres también valoran lo que se está haciendo en la escuela».
«Hemos visto más déficit de los que esperábamos», interviene Carlos Gómez, comentando también que de entrada tuvieron que cambiar el esquema de niveles que tenían planteado. «Teníamos como tres niveles: el básico, el intermedio y el avanzado. Y realmente yo creo que los básicos están todavía un paso por debajo. Bajamos un poquito el nivel para tratar de que todos los niños sintieran que van progresando». De otra manera entiende Rodríguez que hubiera sido difícil mantener a los niños centrados en un trabajo que es repetitivo de por sí, porque en esa repetición está la clave de que los jóvenes futbolistas asimilen determinados gestos técnicos como soluciones naturales en los partidos.
La concentración es el principal problema que se encuentran los monitores para trabajar con estos grupos, comprendidos entre los 9 y los 14 años. La solución la han encontrado en reducir mucho los grupos, hasta como máximo seis niños por monitor y ejercicio, de tal manera que sea fácil controlarlos. «Hacemos hincapié sobre todo en correcciones técnicas y posturales. Técnicas nos referimos sobre todo a golpeo de balón, control y demás; y posturales infinidad. Ahí es donde hemos visto un déficit brutal. Estamos constantemente reequilibrándolos para que puedan manejar la derecha igual que la izquierda, cosa complicadísima pero para eso es tecnificación, no es un entrenamiento», apostilla Carlos. Constantes correcciones, pero con refuerzo positivo: «Es verdad que también hay que indicar a los niños cuando lo hacen bien y reforzar ese gesto técnico que han hecho bien», señala Rodríguez.
A Luis Rodríguez le gusta hablar de «doble seguimiento» cuando se trata de ir viendo el progreso de cada uno de los alumnos de esta nueva escuela. «Porque por un lado está el seguimiento de cada viernes y por otra parte, yo como coordinador de fútbol 7, estoy todos los fines de semana por el Nueva Segovia. Es cuando hay que decirles si no se acuerdan de ese control orientado que practicamos en la escuela, ¿qué pasó el otro día que en lugar de controlar con el pie más alejado, controlas con el más cercano a ti y no diste velocidad al juego? Para que los niños también vean que estamos también pendientes».
En esta edición la mayoría de los alumnos pertenecen a diferentes equipos de la Gimnástica, pero también hay un nutrido grupo de jugadores del Claret, además de Navas de Oro, San Rafael o Palazuelos de Eresma, del club Monteresma. La idea general cuando se entra en el que va a ser el último mes de trabajo efectivo es darle continuidad al proyecto incorporando más niños. «Sería fundamental duplicarlo», dice con media sonrisa Carlos; «en cuanto a niños, porque creemos que las necesidades no son de los 50 que están aquí. Vemos cada fin de semana otros 50, 60 o más que necesitan de tecnificación». «No podemos pensar que con que los niños estén una temporada ya sean niños capaces técnicamente», incide Luis Rodríguez. «Esto es una tarea que exige mucha continuidad. También se están manejando otras ideas para otros años, tecnificación por puestos y otras opciones».
El único puesto que se trabaja ahora mismo de forma específica es el del portero, y es ahí donde los técnicos están más orgullosos: «La mejora de ellos, independientemente de que es el puesto más complicado, la vemos día a día. Practicamos un movimiento de salir por alto en un córner y ver el fin de semana que lo han hecho, aunque fallen. Ellos han salido con su puño y sus manos y es una satisfacción bárbara para nosotros y para ellos, por supuesto».
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