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Dani Gómez trata de zafarse del marcaje de los rivales del Cristo Atlético de Palencia en el partido de este domingo. Juan Martín-Gimnástica
No hay quien entienda a esta 'Sego'

No hay quien entienda a esta 'Sego'

Con un jugador más desde el minuto 9, la Gimnástica es incapaz de sacar nada de La Balastera y deja la peor imagen del año al perder por 1-0

Sergio Perela

Palencia

Domingo, 19 de diciembre 2021, 23:21

Se presumía que el partido en la Nueva Balastera debía ser un partido para la 'Sego'. Campo amplio, bueno para ejercitar ese supuesto saber hacer con la pelota que el equipo de Manu González presume tener y que, a tenor de la primera parte que firmaba contra el Cristo Atlético, nadie que no hubiera visto más partidos del equipo acreditaría. Entró en el encuentro timorato, fallón en cada pase, mal asentado. Los palentinos, con un par de balones directos a Frodo, empezaron creando el caos porque era fácil. Con incrustarse el nueve entre Javi Marcos y Rui, ya tenía la espalda ganada y un pasillo hacia Carmona abierto. Un error en un despeje de Rahim, que en lugar de repeler el balón lo hizo resbalar hacia su portería, casi propició que el perspicaz delantero anotara el primero.

La suerte para la Gimnástica estuvo en que, en ese ímpetu con el que habitualmente juega Alfredo Sualdea, se extralimitó al entrar con los tacos por delante a un balón dividido en el centro del campo que tenía ganado Nanclares. Tarjeta roja directa. Era lo mejor que podía pasarle al equipo segoviano, porque sobre el papel ahora no habría más que llevar la iniciativa y masticar el resto de los ochenta minutos con paciencia. Con el once más creativo jamás puesto por González, Álex Conde y Cidoncha sumándose a Nanclares, Rafa Llorente y Szymanowski; malo sería no crear ocasiones. Se crearon. Concretamente dos. Después de recibir un tanto que fue como un bofetón a mano abierta en plena cara de los segovianos.

Adri, un mediapunta pintón y con clase, aprovechó una salida en falso con un error no forzado de la 'Sego'. Fue conduciendo, dividiendo por el centro del campo, sorteando jugadores gimnásticos simplemente moviéndose a su alrededor. No hubo ni velocidad, ni regates extraordinarios.

Un gol evitable

Los defensores actuaron como bolos cimbreantes asustados por el aire antes de que nada impactara sobre ellos. El diez palentino filtró el balón hacia la ruptura de Álvaro, que leyó pronto que Rahim había decidido ser un verso libre en el partido y no enterarse de nada. Y luego el extremo definió bien ante Carmona, un gol precioso. Igual de bonito que de sencillo y evitable.

Tras eso, el resto de la primera parte fue un desempeño frustrante de un equipo superado por el guion y las circunstancias. Empezando desde atrás, a Javi Marcos y Rui les costó volver a entenderse y funcionaron erráticos como si hubieran sido presentados cinco minutos antes del partido. Rahim, quizá sin tener a Mansour al lado para traducirle las cosas, decidió jugar el partido en francés mientras el resto lo hacía en castellano. Manu perdía más balones de los que era capaz de recuperar. Cidoncha y Conde apenas se encontraron, ni entre sí, ni con los demás de arriba.

Rafa Llorente y Szymanowski se pasaron la primera mitad jugando a banda cambiada sin generar absolutamente nada y sin que Manu González cotejara devolverles a sus fueros por mucho que el argentino incluso llegara a fugarse por su cuenta a su banda natural en un par de ocasiones. Y luego el tema del gol. Porque Nanclares dejó en evidencia que está fuera de tono. Llega tarde a los espacios, lee tarde las jugadas y no combina para nada con el resto de la orquesta.

Seguramente si el fútbol fuera una cuestión de justicia, un ir poniendo méritos en las balanzas correspondientes, el empate antes del descanso no hubiera sido algo descabellado. Aunque Szymanowski se cansó de poner balones al área con su pierna mala y desde su banda mala, fue una pelota de Adrián Pérez la que terminó propiciando la primera gran ocasión para la 'Sego'. La bajó bien con el pecho, hacia atrás, Nanclares. Generándose el espacio para el golpeo con la derecha, todo fue bien hasta que Guiller la sacó sobre la línea. Una buena parada a una volea que no fue tan buena, porque debió ser más precisa habiendo tenido el tiempo suficiente en su origen para poder serlo.

La siguiente gran ocasión también llegó por la zona derecha, con un córner lanzado por Szyma y rematado por Rafa Llorente que de nuevo Guiller, agitando los guantes como el que espanta moscas, mandaba por encima del larguero. Eso y un disparo de Conde desde la frontal y con la izquierda fue lo que pudo argumentar una Gimnástica que cuando el árbitro pitó el descanso se marchaba al vestuario como quien va a un funeral; como si ese pitido hubiera sido el del final del partido.

Otro quiero y no puedo

Manu González se tomó su tiempo para entrar, tras los jugadores y el árbitro, al vestuario. Seguramente quería entrar pausado, pensando bien el mensaje y cómo transmitirlo. Era necesario pulsar el botón de pausa, resistirse al impulso natural de rebobinar y optimizar el tiempo. Eso comenzó con devolver a Llorente y Szymanowski a sus bandas naturales. También con que Cidoncha diera dos pasos hacia atrás, apareciera más cerca de Manu para ayudar en la salida de balón. Con ese par de detalles y el lógico cansancio que iba acumulando el Palencia, el balón iba más fluido de lado a lado.

Aunque igual daba, porque las ocasiones no llegaban. Dos faltas de reacción de Nanclares a la hora de moverse en área ante ciertos centros, desesperaron definitivamente a Manu González, que quizá no había dado entrada antes a Diego Gómez pensando que podían ser demasiados minutos para un jugador recién salido de lesión. Lo más curioso fue que, cuando decidió tirar del segoviano, más nueve y mejor a la hora de pelear balones por arriba, paradójicamente dejaron de colgarse pelotas desde las bandas. Todo lo que estaba pasando era inexplicable y, desde luego, nada hacía pensar en capacidad de remontada. Ni siquiera de un empate.

Dos fueron las oportunidades generadas en toda la segunda parte. Dos por contar todos los tiros a puerta, porque el primero, que fue de Nogueira desde la frontal buscando una rosca de derecha a izquierda que salió mejor cuando la imaginó el centrocampista que cuando la ejecutó. Sí tuvo mucho más de empaque la última, a dos minutos del 90, cuando la perseverancia de Juan de la Mata convirtió en muy peligrosa una bola ganada a trancas y barrancas desde la frontal. Pero el disparo de Rafa Llorente no tuvo picardía, fuerza ni mordacidad.

Manu González se desesperaba por momentos viendo a su equipo; viendo cómo Álex Conde pedía el cambio de nuevo por molestias musculares en el primer partido en que pisaba el césped como titular. Viendo cómo ni metiendo tres centrales para dar cabida a dos delanteros el equipo fue capaz de entender que tenía que tirar de épica y buscar por lo criminal lo que no había sabido ganar por lo civil. No había que echarle la culpa al campo, ni a la luna, ni a la noche. Será que el fútbol no ama a la 'Sego' o que está faltando que ciertos jugadores den su mejor versión. Pero el año acaba en descenso y con un feo mensaje a la moral colectiva.

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