MARCOS RIVAS. ADG.
Sábado, 23 de octubre 2021, 21:31
Se le esfumó en el último suspiro un más que merecido punto al Palencia Cristo, que en su visita este sábado al Bergantiños fue incluso superior en algunas fases. Sin embargo, el asfixiante ritmo exigido por los locales, que acumulan ya siete jornadas sin conocer ... la derrota, acabó por hacer explotar al cuadro palentino. En la recta final, con la igualada en la mano, intentó protegerse con cinco defensas al vaciarse tras un gran despliegue físico.
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Bergantiños
Santi Canedo; Blas, Agulló, Juan Brunet; Concheiro, Carlos (Brais Martínez, min. 56), Uzal (Marcos #Remeseiro, min. 46); Yelco, Cano #(Cavafe, min. 86), Lamelas (Boedo, #min. 67); y Escobar (Uxío, min. 56).
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Palencia Cristo
Guille; Silva, Abel, #Morante (Rafa, min. 85), Gallego (Juan Moreno, min. 85); Javi Bueno (Erik, #min. 73), Álvaro Suárez (Josua, min. 56), Adri; Álvaro Gómez, Alfredo (Torres, min. 73) y Edu.
GOL: 1-0 Boedo (min. 81).
ÁBRITRO: Castellanos Argüeso (Comité cántabro). Amonestó al local Uzal y a los visitantes Álvaro Suárez, Adri, Silva y Juan Moreno.
INCIDENCIAS: As Eiroas. 250 espectadores. El Palencia Cristo jugó con la tercera equipación del Bergantiños al entender el colegiado que la camiseta morada del bloque palentino no se podía distinguir de la roja (principal) del Bergantiños.
Fueron tres los factores a los que tuvieron que adaptarse los pupilos de Rubén Gala: en primer lugar, contrarrestar el personalísimo estilo de un Bergantiños obsesionado con la posesión y el dominio. En segundo, un escenario que, a pesar de ser la casa del propio cuadro carballés, juega en contra de esos intereses, por ser un tapete sintético de unas dimensiones no demasiado generosas. Superados los condicionantes meramente deportivos, en tercer lugar estaba el contrapeso psicológico, jugar con la equipación del rival, ya que la camiseta morada habitual, que fue la única con la que la escuadra palentina se presentó en As Eiroas, era muy semejante a la roja del colectivo coruñés, según el criterio del colegiado.
El Palencia Cristo jugó con corazón, a pesar de llevar en el pecho un escudo ajeno tapado con esparadrapo. Lo hizo aceptando el órdago táctico de un conjunto local que tiró tanto de libro de estilo que jugó solamente con un central puro y plagó su once de futbolistas ofensivos. No se achicaron los futbolistas de Rubén Gala, que también buscaron dinamitar la cita con una presión alta asfixiante. La sensación era divertidísima para el espectador. Y eso que en las áreas la claridad no era la nota predominante. Pero es que buena parte del encanto pasaba por los constantes duelos individuales entre atacantes y marcadores, que debido al dinamismo de ambas pizarras se volvía en una auténtica persecución por todo el campo.
Abrió la caja de pandora, ya mediado el primer acto, el local Yelco, que sí encontró una vía de penetración a la espalda de los centrales y se plantó ante Guille. El meta cubrió con acierto y provocó el remate desviado. El Palencia Cristo pudo golpear en la acción siguiente, en la que Edu pidió penalti por derribo de Carlos, que le arrolló por detrás con la posición perdida. El árbitro entendió que el toque había sido insuficiente. Los dos técnicos habían dispuesto una autopista para los laterales, y acumularon muchísimos futbolistas por dentro. De hecho, hubo un momento en el que un equipo tan protagonista como el Bergantiños le echó el freno a un duelo en el que parecía imposible mantener el ritmo asfixiante. Edu, en un balón que le quedó botando, volvió a desquiciar el sistema defensivo local.
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Hubiera resultado seguramente una temeridad haber mantenido la premisa por parte de uno y otro técnico tras el intermedio. Aunque se rebajó en lo que a revoluciones se refiere, lo cierto es que el encuentro incluso ganó en vistosidad y alternativas.
El Palencia Cristo lo tuvo más claro de inicio. Alfredo tuvo la mejor opción en un balón que le cayó algo escorado a la derecha y resolvió fuera. Poco después, el punta vio cómo le anulaban un tanto por fuera de juego, en una acción en la que le había ganado la espalda a la zaga. Fue entonces cuando José Luis Lemos decidió abandonar su disposición de salida y 'normalizar' el equipo con cuatro defensas. Y los resultados fueron inmediatos.
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Brais Martínez desequilibró entre líneas, asistió y se echó el equipo a la espalda. De hecho, de haber estado más acertado Uxío, seguramente el duelo se habría roto antes. Visto el chaparrón y el cansancio acumulado, Rubén Gala optó por protegerse con una defensa de cinco futbolistas. Y lo cierto es que no funcionó.
Brais Martínez nuevamente inició una buena acción por la banda izquierda que acabó con una sinfonía coral a un toque entre Cano, Yelco y Boedo, que en vez de rematar de primeras sentó a su par y remachó al fondo de la portería de Guille. Para entonces, con nueve minutos por jugarse, el Palencia Cristo lo había apostado ya todo a la igualada, y no pudo siquiera levantarse de la lona para soñar con una igualada que había merecido.
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