Lo siento pero no me gusta la frase: «Una lección de vida». Son cuatro manidas palabras, pero en este y en otros muchos casos claramente insuficientes para abarcar por lo que ha pasado en los últimos 25 meses Eusebio Sacristán y que nos relató, ... con gran hondura y emoción, en la Real Sociedad Hípica. Escribo de Eusebio, pero en la mente también tengo a mi amigo Jesús Cuadrado y a Paco 'Criolla'. Solo ellos saben lo duro de su caminar diario. Ellos y sus cercanos, obviamente.

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Cuando Eusebio decía a su hermana Tere que no podía comunicarse, que no podía decir nada y ella, pacientemente, le respondía que estuviera tranquilo, que poco a poco iría mejorando y que ya hablaría, no hacía más que iniciar ese lento itinerario del que Eusebio ha sido consciente en todo momento.

Difícil, muy difícil, claro. Acostumbrado a poder cumplir los objetivos que se planteó en la vida: jugar al fútbol, debutar con el Real Valladolid, fichar por el Barcelona, ser internacional, ganar títulos, ser campeón de Europa, entrenar en la elite, ganar, triunfar…. el éxito le acompañaba, no sin mucho esfuerzo y trabajo. Porque nadie le regaló nada. Sin embargo, con las navidades de 2020 sus cimientos se resquebrajaron de repente. Había que diputar un nuevo partido. El más importante. El de su salud. En este caso la lucha por recuperarse completamente. Ahí precisamente ha enfocado su «mentalidad» a partir de ese momento. A pensar qué había sido su vida y que quería que fuese en la actualidad.

Eusebio tiene cada vez tiene menos inseguridades y miedos, porque sabe que estos se trasmiten y terminan atenazando al corazón y no dejándole en paz. Cada vez va ganando más confianza en su día a día. Ve fútbol, lo analiza, no se pierde los encuentros en los que participan alguno de los cinco equipos en los que ha estado vinculado. De ellos disfruta viendo el fútbol que practica la Real Sociedad. Como no podía ser de otra forma, el Valladolid, donde están muchos de sus amigos, es para él especial y desea su salvación por encima de otras cosas. Juega alguna vez la pachanga de los jueves, le gusta el padbol y abrazar a los cercanos… No conduce, y lo echa de menos, pero cuando le vayan reduciendo la medicación seguro que cogerá el coche para poder ir a La Seca, o a comer, o a ver un partido donde se tercie.

Ayer, mientras daba las gracias a sus amigos, a Juan Carlos, al médico Alberto López, a Pedro Crespo por haber llevado su Fundación a buen puerto, a Arturo… percibía también el cariño que le tiene Valladolid. Su meta ahora es estar alegre, disfrutar con sus hijos y nietos. Olvidar las cosas tristes y negativas. La felicidad, que tampoco es absoluta, es un proceso. Y Eusebio está en su busca. Afortunadamente todos percibimos que ya le queda menos para lograrlo.

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