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Cristian Reino
Barcelona
Sábado, 18 de febrero 2023, 16:51
La reputación del Barça no pasa por una buena racha. Las sospechas de que es un club bien tratado por los estamentos arbitrales y federativos crecen al mismo ritmo que sus aficionados se escudan en el clásico victimismo para decir que quien tiene el favor ... de los colegiados es el Madrid y que todo responde a una campaña de la 'Brunete' mediática. Y esgrimen que el club está en pugna con la Liga por el llamado 'fair play' financiero, que obligó a Laporta, al llegar a la presidencia en su segundo mandato, a descapitalizar una parte del club y activar las famosas 'palancas' para poder fichar. El club va a la guerra contra la LFP, a la que ha denunciado en un juzgado de Barcelona. El apoyo del club a la Superliga le enfrenta con Tebas.
Pero los escándalos se suceden. Solo hace un año, se conocían las conversaciones, como dos amigos, entre el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, y el futbolista Gerard Piqué (Geri, para Rubiales). No es muy higiénico para la ética deportiva que el presidente de la federación, organizador de algunas de las competiciones y responsable último de los árbitros, haga negocios con el central de un equipo que juega en esos torneos. Rubiales y Piqué se aliaron para cobrar 24 millones por llevar la Supercopa a Arabia Saudí. Para más inri, sus primas son mayores si quienes se clasifican son el Madrid y el Barça. Conflicto de intereses y favoritismo federativo. Primera sombra de duda de que algo no huele a rosas.
La siguiente sombra de duda se ha asomado estos días. Ser Catalunya reveló que el Barça pagó a Enríquez Negreira unos siete millones durante casi dos décadas por informes sobre el arbitraje mientras era el número dos del Comité nacional de árbitros. Nadie ha acusado formalmente al club azulgrana de comprar a los árbitros, pero tener al vicepresidente de los árbitros en nómina durante años se lo pondrá en bandeja a los hinchas que se enfrenten a los azulgrana cuando vean algo raro sobre el verde.
Que el Barça estuviera dos años (79 jornadas de Liga, entre 2016 y 2018) sin que se le pitara un penalti en contra, mientras pagaba a Enríquez Negreira, invita a dar rienda suelta a teorías poco edificantes. Salga lo que salga de este asunto, no tendrá consecuencias. El club no perderá puntos ni descenderá a segunda, como en su día la Juventus, porque en España, como ya han recordado el Gobierno y la Liga, las infracciones muy graves prescriben a los tres años.
Hacía tiempo que en Madrid habían acuñado lo del 'Villarato'. Lo inventó el periodista Alfredo Relaño, que estos días, y conociendo lo que ha trascendido del caso Negreira, ha confesado que se quedó corto. Fue una teoría que mantenía que el Barça fue favorecido bajo el mandato en la federación de Ángel María Villar (1988-2017), que coincidió con la época dorada del cuadro catalán. Que Joan Gaspart (presidente del Barça entre 2000 y 2003) fuera vicepresidente de la federación española con Villar durante casi tres lustros no ayudaba a disipar sospechas.
El Camp Nou, por ejemplo, es el único estadio de la Liga en el que se ha tirado una cabeza de cochinillo contra los jugadores (en 2002, en la visita de Figo como jugador blanco) y no ha pasado casi nada. Al club le cayeron dos partidos de cierre del campo pero la federación acabó sustituyendo la clausura por una multa. Tampoco le pasó nada cuando en 2000 se negó a jugar la vuelta de semifinales de Copa contra el Atlético de Madrid. Tenía muchas bajas porque el encuentro coincidía con partidos de las selecciones. La federación le dio la eliminatoria por perdida y le excluyó de la siguiente edición. Pero Villar ganó las elecciones y promulgó una amnistía general.
El Barça, que siempre ha presumido por defender unos «valores», lleva años de escándalo en escándalo. En el barcelonismo siempre quieren ver una mano negra -blanca- detrás para intentar justificarse. Pero lo cierto es que buena parte de la presencia de mandatarios azulgrana en los juzgados responde a la eterna guerra civil blaugrana que lleva a unos y otros dirigentes a saldar cuentas en los tribunales. Es el caso de la acción de responsabilidad que presentó la junta de Rosell a la de Laporta por maquillar presuntamente las cuentas. El caso acabó archivado pero provocó duros enfrentamiento entre las facciones azulgranas.
El cuadro catalán genera tantas noticias deportivas como judiciales. Que tres de los últimos cinco presidentes (Núñez, Rosell y Bartomeu) se hayan visto salpicados por problemas judiciales relacionados con la corrupción no habla bien de una entidad que presume de ser más que un club. Núñez fue condenado, Rosell absuelto y Bartomeu sigue investigado. Hace dos años, fue detenido por los presuntos delitos de administración desleal y corrupción entre particulares. Se le acusaba de haber contratado a una empresa para crear cuentas en las redes sociales para supuestamente criticar y atacar a personalidades del entorno azulgrana y a algunos jugadores como Messi o Piqué.
Bartomeu y Rosell se sentaron en el banquillo en el juicio del caso Neymar. Fueron absueltos, igual que todos los demás acusados. La firma DIS-Esportes, que tenía el 40% de los derechos federativos del futbolista, denunció al jugador, al Barcelona y al Santos por estafa. Era el segundo caso Neymar. El brasileño salió del cuadro catalán en 2017 con destino al PSG, a cambio de 222 millones. Su estancia en el club azulgrana estuvo marcada por los problemas judiciales. El FCB fue condenado a pagar una multa de 5,5 millones por dos delitos fiscales cometidos en la operación de fichaje del brasileño. No solo Neymar ha tenido contenciosos legales. Javier Mascherano, Leo Messi, Alexis Sánchez o Adriano Correia se sentaron en el banquillo (de los acusados) y fueron condenados por defraudar a Hacienda.
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