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Un momento del partido disputado este doming en Madrid. JUAN MARTÍN (G. SEGOVIANA)
El Adarve desquicia a la Segoviana

El Adarve desquicia a la Segoviana

Manu González vence a los azulgrana, condenados por una expulsión evitable de De Frutos y un penalti de Fer Llorente

Domingo, 15 de enero 2023, 17:04

Hay lugares donde solo espera el desamor. Para la Segoviana, el barrio madrileño del Pilar solo esconde lágrimas. El campo en el que descendió a Tercera en 2018 y en el que fue vapuleado en el estreno de la pasada temporada tenía preparada una tercera derrota en tres visitas. Fue Manu González, cesado en marzo, quien puso fin a la racha de tres victorias seguidas de su exequipo en un duelo que, lejos de descartar a los madrileños del 'play off', les reengancha a la lucha. Los segovianos, derrotados dos meses después, siguen cuartos, aún en zona noble, tras acabar el encuentro con nueve.

El partido comenzó con un balón largo que tenía ganado Óscar de Frutos junto a la banda. Sin miramientos, Carbonell le cargó en la espalda, toda una carta de presentación que no mereció silbato. Fue premonitorio, es difícil imaginar un duelo en el que los dos equipos intercambian tal intensidad. El segundo choque, entre Hugo Díaz y Barroso, valió la primera falta. Poco después llegó la primera amarilla para el propio De Frutos, que llegó tarde. Poco que objetar.

Unión Adarve

Lombo, Meseguer, Juanma, Lobato,

2

-

0

G. Segoviana

Carmona, Adrián , Óscar de Frutos, David López, Rubén, Manu, Fer Llorente, Hugo Díaz, Javi Borrego, Toro Acuña y Dani Arribas. Tambiém jugaron: Diego Gómez, Borao, Ivo y Pablo Arranz.

  • Goles: 1-0 (min. 43) Segovia, de penalti; 2-0 (min. 50) Carbonell.

  • Árbitro: Samir Amar Ahmed. Amonestó con amarilla a Carbonell, Miñambres, Segovia Cindoncha, Lobato y Dani por el Adarve; a Llorente, Borrego, De Frutos (expulsado por doble amarilla) y Borao (expulsado por doble amarilla) en la Segoviana.

  • Incidencias: Estadio Vicente del Bosque (Madrid).

Ramsés partió con Borrego en punta de ataque, pero la Segoviana no tenía balón en campo contrario para habilitar al salmantino, que se limitaba a perseguir por alto la pelota sin apenas intervenir. El técnico cambió las fichas a la media hora de juego y movió a Acuña, que partía desde la derecha, al carril central.

La ventaja de tener un campo pequeño con césped artificial es que se juega a lo que quiere el equipo local. El paso de los minutos asentó al Adarve, que ganaba más balones divididos y tenía mejor colocadas las piezas. Con los laterales azulgranas muy adelantados, Manu González tenía claro el objetivo: buscar la espalda. Con todo, era un partido plomizo, con balones frontales que domesticaban ambas defensas sin mayor apuro. La moneda era la agresividad. Carbonell fue con todo a un balón dividido y se comió a Llorente, otra amarilla indiscutible. Los dos protagonistas de aquel primer lance estaban ya amonestados, pero la cosa no acabaría ahí.

De Frutos, quizás el jugador más solvente de la Segoviana en la primera vuelta, acudió desbocado para tapar un envío de Miñambres sin ningún peligro, junto a la banda y a la línea divisoria del centro del campo. Llegó tarde y se llevó por delante al lateral, una acción que por sí sola sería una posible roja directa. No lo dudó el colegiado y mostró la segunda amarilla al arandino, que no discutió el castigo.

Con Javi Marcos, lesionado, y Juan de la Mata, sancionado, en la grada, Ramsés tuvo que tirar de recursos para solventar el hueco en su zaga y recurrió a Hugo Díaz, un comodín que ya jugó como central en el Bergantiños. Jugar en una caja de cerillas matiza la inferioridad numérica, así que los visitantes no acusaron en un primer momento el gol. Es más, Acuña ganó línea de fondo en el acercamiento más reseñable.

La Segoviana acabó el partido con dos jugadores menos. JUAN MARTÍN (G. SEGOVIANA)

El empate era un paliativo para la Segoviana, pero la genética del campo, esos balones que botan y botan antes de abandonar el área, acabó apareciendo. La segunda jugada fue para Dani, que la pegó desde el balcón del área y se encontró con la mano de Fer Llorente. El colegiado señaló los once metros en una acción de tiralíneas; sin VAR, quedará la duda. El penalti lo transformó inmisericorde Segovia, el nueve del Adarve destinado a hacer valer su apellido en una mañana así.

Fue marcar el Adarve y salir el sol, como si la niebla que escondía las cinco torres de Chamartín fuera solo una encerrona para la Segoviana. El centenar de aficionados que respondía al aplauso de Arribas al inicio del partido tiró de ironía para corear la enésima amarilla, la de Borao en el banquillo, la quinta que venían los azulgranas. Se cumplían los peores presagios: un gol en el único tiro a puerta, de penalti y con uno menos.

El consuelo era la estrechez del marcador. En una guerra sin cuartel, cualquier proyectil puede cambiar las tornas. Demasiado optimismo para un lugar que solo guarda disgustos. La Segoviana adelantaba a sus efectivos cuando pisaba campo rival, una premisa que obliga a finalizar: nada de contras. Fue precisamente lo que ocurrió a los cinco minutos de la reanudación: ataque sin conclusión y balón propicio para Carbonell, que fusiló a Carmona con un tiro cruzado inapelable. La herida estaba abierta y Molina tuvo el tercero tras una mala salida del portero, pero la defensa protegió el rechace.

Ramsés, durante el partido. JUAN MARTÍN (G. SEGOVIANA)

Ramsés respondió con un triple cambio, sacando a su pichichi (Diego Gómez) y a dos luchadores de segunda línea como Ivo y Borao. El cambio de fichas benefició a la que se quedó, un Borrego que dejó detalles de calidad en la superficie más hostil.

La Segoviana coqueteaba con un marcador abultado, pero no le perdió la cara al partido. Y Borrego tuvo una opción propicia para recortar diferencias. Todo partió de Borao, que se internó en el área con la honestidad de mantenerse en pie pese a un agarrón evidente. Asistió al salmantino, que disparó con timidez desde el punto de penalti. Así llegó la primera parada de Lombo. Minutos después, el exazulgrana tuvo que esforzarse para desviar el tiro de Borao, que tuvo la última baza antes de ver la segunda amarilla en un rifirrafe. Otra baja para la semana que viene. Para entonces, Carbonell era el héroe. Aquella tarjeta de visita a los 20 segundos de juego difícilmente pudo encontrar más premio.

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