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Alberto Marcos Gallego
Domingo, 17 de abril 2016, 12:27
Hace tres años fueron muchos los que no pudieron evitar desprender unas lágrimas.La Unión Deportiva Salamanca, el club deportivo más representativo de la ciudad, desapareció en el mes de junio de 2013 dejando atrás más de noventa años de historia y a un gran número de aficionados huérfanos de un equipo de fútbol. Pero ahora el deporte rey vuelve a ver la luz en Salamanca y luce una preciosa sonrisa de oreja a oreja. En los ojos de muchas de aquellas personas que hace un trienio lloraban de rabia, ayer se pudieron volver a ver lágrimas, pero en esta ocasión de alegría, de una felicidad sin límites. El culpable de todo es Unionistas de Salamanca, la entidad que pusieron en marcha unos pocos apasionados, locos o románticos los llamaron algunos, al fin y al cabo una serie de seguidores que querían mantener viva la llama de la UDS con un club que viviera y jugara al fútbol para honrar al extinto equipo. Seguro que ayer la Unión siguió, desde alláa donde esté, con mucha atención todo lo que sucedió en Las Pistas y que en el fondo se alegrará y estará muy orgullosa de que su memoria sea honrada de la manera en la que lo hace USCF.
Porque después de guardar un año de riguroso luto sin competir, Unionistas arrancó en el 2014 su andadura por los terrenos de juego en la categoría local más baja del fútbol y apenas dos años más tarde puede decir que ya es un equipo de categoría nacional. De Tercera División, tan sólo un escalón por debajo de donde la UDS puso fin a su trayectoria. El ascenso era algo anunciado y con lo que todo el mundo contaba, rivales incluidos, desde hace ya mucho tiempo. Cuando arrancó la temporada hasta el más pardillo se pudo dar cuenta de la superioridad de la plantilla de Unionistas de Salamanca con respecto al resto de equipos de la categoría y el desenlace era inevitable. Ayer se pudo hacer por fin realidad y no por anunciado y esperado fue menos celebrado. La emoción recorrió los cuerpos de todos los que estaban en Las Pistas, desde los jugadores, pasando por el cuerpo técnico, la directiva que tanto esfuerzo y tiempo ha volcado en estos años en el proyecto, hasta pasar a unos aficionados que se lo pasaron en grande.
Los jugadores llegaron en el autobús del club. Todos estaban convocados, la plantilla al completo haciendo piña antes de que Astu diera la convocatoria una vez ya en el vestuario. A su llegada a Las Pistas, una gran sorpresa porque un nutrido grupo de aficionados ya les esperaba y les brindó un recibimiento más propio de un equipo profesional que de uno que aún, a los efectos, era de Regional en ese momento. Los móviles de los jugadores echaban humo. Las baterías se resentían al actualizar constantemente las redes sociales y cualquier medio que hubiera para enterarse del resultado del Zamora B, que jugaba en casa contra el Villa de Simancas. Las noticias no podían ser mejores porque los zamoranos pinchaban y la diferencia en el marcador cada vez era más grande, tanto que llegó a ser de tres goles. Así las cosas, ya sólo quedaba una última cosa por cumplir:conseguir la victoria.
Manos a la obra. Apenas tuvo que decir nada Astu a los futbolistas antes de saltar al terreno de juego porque la motivación de por sí era ya máxima. La grada repleta e incluso un tifo para recibir a los jugadores. Todos los ingredientes estaban correctamente aderezados para hacer el guiso del ascenso. Hasta el tiempo quiso dar una tregua.
Una vez comenzó a rodar el balón no hubo demasiada historia. Unionistas reflejó en el campo la superioridad que la clasificación decía. El Onzonilla, que llegaba a Salamanca jugándose la vida en la zona baja, se encontró ante el peor escenario posible y no pudo evitar una clara derrota. Quizás lo mejor para ellos fue que se marcharon ovacionados por la grada charra y los jugadores leoneses agradecieron de buen grado el gesto. Después de diez minutos de tanteo en el que quizás pesaron los nervios porque no sucedió absolutamente nada, el ascenso comenzó a encarrilarse en la primera llegada clara de todo el partido.
Pólvora. Es lo que ha demostrado durante toda la temporada USCF y es de lo que volvió a tirar ayer porque JuanFraile le ganó la espalda a la defensa, vio a media salida al portero del Onzonilla y consiguió hacer el primero con un balón que entró en la portería llorando. La celebración fue una descarga de emociones tanto en el campo como en la grada. No era un gol cualquiera. Era un tanto de Tercera División y así se celebró. Y con el subidón todavía en el cuerpo llegó otro casi acto seguido. Dela, que desbordó como quiso por la banda, puso un buen centro para que Albertín, que está terminando el curso como un avión, se adelantara a todos para hacer el segundo.
Se puede decir que ahí terminó el partido. Desde ese momento la cabeza pasó a estar en las celebraciones que estaban por llegar y eso que todavía quedaba un mundo por jugar. Antes de que finalizara el primer periodo Vitolo, el máximo artillero, se quiso sumar a la fiesta al cazar un balón suelto en la frontal e introducirlo en la portería con un zapatazo. La ola hacía su aparición en la grada, que se lo pasaba en grande, y en la segunda parte Astu tuvo el gesto de dar minutos a Antonio Paz. El capitán volvió a portar el brazalete y se llevó la ovación del respetable. Todo salió a pedir de boca.La fiesta se trasladó después al centro de la ciudad. Una ciudad que vuelve a estar en el mapa futbolístico.
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