Alvarito, ayer, bajo una portería, en el pabellón de San Cristóbal. Antonio Tanarro

Alvarito, jugador del San Cristóbal de fútbol sala

«La vida está para cometer errores, pero hay que aprender de ellos»

Tras una década viviendo del fútbol sala, el pívot se declara feliz en Tercera y compara el ascenso que persigue su club con el que vivió a Primera

Viernes, 9 de junio 2023, 12:34

Álvaro de Luis Yubero 'Alvarito' (17 de diciembre de 1987) valora el hogar tras una vida itinerante en Hungría, República Checa o Rumanía. El fútbol sala ya no llena sus bolsillos, pero mantiene la ilusión de un adolescente porque ha encontrado en San Cristóbal algo ... que no esperaba. Un club que ha ganado la liga de Tercera y puede subir el sábado a Segunda B. Y un pueblo, en el que vive, que rebosa fútbol sala. La charla se produce en una mesa de madera a las afueras del pabellón alrededor de medio centenar de niños.

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–¿Qué significó la llamada del San Cristóbal?

–Yo me tenía que quedar cerquita por la familia. No me lo pensé dos veces porque yo quería seguir compitiendo y conocía el ambiente del pabellón, el grupo… Fue una decisión rápida y fácil

–¿Cómo es pasar de vivir del fútbol sala a no cobrar por ello?

–Yo sabía que esto un día iba a llegar. Vives de ello, no haces otra cosa, descansas porque no tienes que trabajar al día siguiente. Pero tenía que decidir entre seguir fuera y separarme de mi familia o estar aquí con ellos.

–¿Se cansa uno del extranjero?

–Hay rachas en las que echas de menos a tu gente. Aunque estás haciendo lo que te gusta y te están pagando por ello, es complicado. He conocido otro mundo, otras culturas. Por ejemplo, en las comidas siempre había sopa de primero (ríe) y al final te termina gustando. En Rumanía la calidad de vida era más baja y ves cosas que te chocan como padres que mandan pedir a sus propios hijos para poder comer.

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–¿Hay que salir fuera para valorar lo que tienes dentro?

–Sí. La mayoría del tiempo estás solo, así que valoras muchísimo lo que tienes aquí. Soy muy familiar; llegar del entrenamiento, meterte en casa y al día siguiente lo mismo… Era difícil.

–¿Da el fútbol sala para vivir?

–Da para el día a día. Si eres un jugador top, sí; un Alvarito ahora lo que tiene que hacer cuando no le pagan por el fútbol sala es trabajar. Pero a mí no se me caen los anillos, esto ya lo sabía.

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–¿Se disfruta más en Tercera que en Primera?

–La motivación no tiene nada que ver. En Primera se te exige mucho más y juegas alrededor de gente que está viviendo de ello, pero lo que he disfrutado este año en San Cristóbal no me lo imaginaba. La categoría me ha gustado, pensé que sería más floja. Y el grupo que tenemos es una familia. Ver el compromiso de gente que venimos de trabajar ocho horas o el que tiene un examen al día siguiente a las 8 de la mañana… Me quito el sombrero.

–Le comentó a su entrenador que usted venía a competir.

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–El típico jugador que ya ha pasado de edad y va a un equipo a pasar el rato. A mí eso no me gusta. Soy un jugador comprometido, voy a dar el máximo y no me gusta perder ni a las chapas. Exiges que el proyecto no sea venir a pasar el rato; lo que no quería es ir un fin de semana a cuatro horas de mi casa, que me metan siete y no pueda ni competir.

–¿Qué ha aprendido de sus compañeros?

–Ese compromiso del día a día, la ilusión. Los juveniles tienen que aprender de los mayores, pero los mayores también tenemos que aprender de los jóvenes.

–¿Ha recuperado la ilusión?

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–No la había perdido, pero no me esperaba esto. Aquí, donde vivo. Vas por el pueblo y la gente te pregunta: «¿Mañana qué?» Estoy súper contento.

–¿Cómo ha visto el declive del fútbol sala en Segovia?

–Es triste, pero iba a llegar en cualquier momento, no me ha sorprendido. Cuando salí de aquí había cosas que no funcionaban; no quería estar pendiente de si te pagan o no. Me da mucha pena, pero, sinceramente, veo imposible recuperarlo. Hay proyectos como nosotros o Segosala, muy despacio y sin hacer ruido.

–¿Qué significó el ascenso a Primera en Rivas?

–Yo tenía una espina clavada con la cuidad, con la gente, con el club. Me llamó Diego (Gacimartín) y tuve la oportunidad de volver. Fueron dos años duros en Segunda y conseguir el ascenso fue algo muy bonito. Lo hablaba con Mordi: «¿Por qué no vivir algo parecido el sábado?»

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–¿Qué espera vivir?

–Vamos con un 4-1, pero no nos tenemos que confiar, tenemos que empezar como si fuéramos 0-0. Si hacemos nuestro trabajo y no nos contagiamos del resto, el ascenso está garantizado.

–¿Su rival son ustedes mismos?

–Sí. En ningún partido de la temporada me ha preocupado el rival porque sé cómo trabajamos cada día. Si estamos todos, este equipo compite muy bien.

–¿Cuál es el techo del club?

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–No hay techo. Se puede seguir subiendo, pero siempre que se ayude económicamente.

–¿Qué le diría al Alvarito adolescente con lo que sabe hoy?

–Que siga compitiendo. Sabiendo lo que sabes, no cometerías errores, claro. Que tenga las mismas ganas, que dé el máximo, tenga 15 años o 35.

–¿Ha aprendido de sus errores?

–Sí. La vida está hecha para cometer errores, pero hay que aprender de ellos.

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