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Era la cancha del último clasificado, un lugar oportuno para sacar tres puntos muy importantes en lo deportivo, en lo clasificatorio y en lo anímico para el equipo de Ángel Zamora. Pero en este grupo de la Segunda B no es nada fácil ganar fuera de casa, y menos tras un viaje largo hasta este pueblo coruñés y con pocos efectivos, puesto que el equipo viajó con cuatro bajas.
Pero recuperar la senda de los triunfos en el Pedro Delgado el pasado fin de semana parece haber dado un impulso muy positivo a este Segosala Segobus que vivió un partido de vaivenes en tierras gallefgas contra el Cidade de Narón, en el que por momentos todo iba como la seda, por momentos se torcía irremisiblemente y en los dos minutos finales aparecía la efectividad que en otros partidos se echó de menos.
La razón por la cual se complicó de semejante manera un partido que los segovianos tenían controlado y dominaban por nada más y nada menos que tres goles de diferencia, hay que buscarla en el portero-jugador que los gallegos dispusieron desde muy pronto en la segunda parte buscando una remontada que encontraron. El pragmatismo propuesto por Segosala desde el inicio se mostró muy efectivo contra el intento fatuo del Cidade de Narón de llevar la iniciativa y tener el balón.
Guille Postigo fue el jugador más incisivo y, tras dos disparos suyos que no entraron gracias al portero rival, Pedro Bayón sí encontraba portería en una vaselina muy precisa y oportunista. Y aunque Ángel tuvo que sacar un par de acciones que podían haber supuesto el empate, los de Ángel Zamora estaban cómodos y fruto de ello llegaron los otros dos tantos, de Marcos y de Guille, justo antes y después del descanso.
A once minutos para el final, los gallegos tocaron a rebato y se lanzaron con todo lo que tenían. Dos lanzamientos lejanos y una parada de Ángel que dejó el rechazo justo a los pies de un rival, alcanzaron el empate cuando el partido parecía querer expirar. En el banquillo, varios jugadores con molestias físicas incapaces ya de sumar en cancha, sobre la que permanecían justo los cinco indispensables.
Un panorama desolador en el que determinados jugadores segovianos se hicieron grandes. Pablo, por ejemplo, que se lanzó evitando rivales por la cancha hasta encontrar en el segundo palo a Guille para volver a poner al equipo por delante. Y, de nuevo resistiendo contra cinco de campo y con Ángel echando de forma épica el cerrojo a su portería, llegaría la puntilla con el último tanto, a puerta vacía. Una victoria épica y vital que deja el descenso a siete puntos.
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Iker Elduayen y Amaia Oficialdegui
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