El Segosala remonta ante Santiago con cinco goles en la segunda parte

Desde su despliegue en cancha, Santiago Futsal dejó claro que había llegado a Segovia para mandar, para llevar la iniciativa. Con capacidad para atacar en estático, pero buscando cada vez más hacerlo rápido tras pérdida de los de Ángel Zamora, no necesitaron muchas ocasiones para abrir el marcador. No fue a la primera llegada, sino a la primera que consiguieron entrar por un ala y servir al hombre que llegaba desde segunda línea. Lo cierto es que desde ese primer tanto, todo se antojaba difícil para Segosala. Pocos huecos en una defensa bien armada y cómoda, sin presionar fuera de su cancha. Poca velocidad de circulación y escaso movimiento. Cada balón recuperado, Santiago Futsal se movía como un acordeón desde atrás hacia adelante, desplegándose por las alas con velocidad de crucero. En realidad, ese gol casi podía dar por sentada una cómoda victoria a domicilio.

Todo eso acentuado por una acción puntual que revolucionó al banquillo segoviano. Pablo se lanzó por el ala izquierda del ataque y, al querer recortar hacia dentro, cayó. Mientras compañeros, suplentes, entrenadores y afición pedían la falta, él zancadilleó al jugador rival desde el suelo y se marchó a la calle por doble amonestación. El enfado de Ángel Zamora fue mayúsculo, pero el que terminó expulsado por protestar fue su ayudante. En la segunda acción de ataque de Santiago con superioridad, gol sin paliativos y brazos abajo de Segosala. El partido entró en punto muerto. Ahí fue donde se equivocó el equipo que presumía de liderazgo y saber hacer. Menospreciar a Segosala, con la inercia con la que llegaba y sin presión, fue un error mayúsculo.

Las mejores acciones de peligro segoviano en la primera parte habían sido un palo de Pedro y algunos disparos de Samu lejanos, más voluntariosos que otra cosa. No obstante, esa voluntad fue la que no se apagó para nada. Mientras Santiago defendía y esperaba mirando de reojo cuánto iba quedando, Samu seguía intentándolo el hombre con la perseverancia propia del que no piensa en si va a conseguirlo, sino en que tiene que hacerlo. No sería desde fuera el primero, porque llegó de una sorprendente aparición suya desde atrás para remachar un balón que se le había pasado a la despistada defensa gallega. Se celebró, pero sin muchas alharacas. El segundo sí, porque parecía no esperárselo nadie en la cancha. Salida rápida hacia Pedro, control maravilloso y toque al medio para que Samu, ante una salida bastante errática del portero rival, la pegase mordida. Dando pequeños botes terminó la pelota alojándose en la portería para convertir el empate más inesperado.

Quedaba mucho tiempo, casi ocho minutos y el banquillo celeste no contó con la iluminación apostólica suficiente. Se dedicó a presionar a los árbitros más que a reconducir la situación. Quizá un portero-jugador en ese momento les hubiera ayudado, sabiendo como debían saber el daño que le suele hacer al equipo segoviano esa superioridad. Pero no lo sacaron hasta que César, en un ataque veloz conducido por Samu por medio, colocaba con la izquierda la pelota en la escuadra contraria. 3-2 y cinco minutos por delante.

Con la grada pensando en sufrir y encogerse ante el ataque de cinco hombres, apareció el oportunismo y el saber hacer de Edu. Defendiendo en punta, el primer balón que vio despistado lo ganó y lo condujo hasta la red. Gol y expulsión celeste. La superioridad dejó de ser un problema. Otro tanto de Edu sin portero cerraba una victoria, tercera consecutiva, de un mérito extraordinario.