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Agustín Pérez (derecha) con Pablo, Monir, Valle y Ángel. ANTONIO DE TORRE
Los pilares de carne y hueso que cimentan el club Segosala

Los pilares de carne y hueso que cimentan el club Segosala

Valle Corral, Ángel Encinas, Monir y Pablo Portal pertenecen a la primera generación de jugadores que dieron luz al club hace diez años

Sergio Perela

Segovia

Lunes, 6 de junio 2022, 11:57

A finales del mes de mayo de 2012, un hombre que había salido no de la mejor de las maneras de Caja Segovia como Agustín Pérez, decide dar un paso que de alguna forma ciertas familias de la cantera le estaban pidiendo. Involucrando a amigos como Daniel Ibañes y Lin, que tenían en mente la creación de una escuela de fútbol sala, presentan Segosala. En ese momento Ángel, Pablo, Monir y Valle coincidirán en el primer equipo que se puede formar. Hoy, diez años después y ya jugando disgregados por sexos, representan la identidad del club: «Al 100%. Siempre les tenemos en la cabeza por lo que transmiten con su comportamiento, por lo que hacen dentro de la cancha». Para Agustín, el hombre que animó a estos cuatro por entonces niños a subirse al barco, «la idea que queremos transmitir resulta más fácil de entender cuando se refleja en nuestros deportistas que lo que podamos contar. Con su humildad, con su comportamiento demostrando lo que es el compañerismo y con su implicación día a día, son los mejores embajadores».

Los cuatro, cuando se juntan para posar con su mentor para la foto principal de este reportaje, hace tiempo que no se ven. Salvo el portero Ángel Encinas y Pablo Portal, que han sido dos de los jugadores más importantes para conseguir cerrar la excelente temporada del equipo senior masculino en Segunda B; a Monir se le ha podido disfrutar menos por temas laborales y Valle, referente total del equipo femenino, tiene otros horarios de entrenamiento.

Todos tenían 13 años cuando coincidieron sobre una pista. Valle venía de jugar con el equipo del colegio, mientras que los tres chicos ya llegaban de las categorías inferiores de Caja Segovia. «Yo, si te soy sincera, lo que más recuerdo es que éramos muy buenos, la verdad», comenta la cierre despertando las risas de los demás.

Torneos juntos

Es entonces cuando Encinas recuerda los torneos que jugaron juntos: «Castrourdiales, el torneo de Valverde fue el primer año que estábamos juntos e hicimos buen papel estando el Barça, el Inter y un equipo de Brasil». «Sobre todo el aprender a jugar en condiciones al fútbol sala», apostilla Pablo. Algo que Monir complementa porque, al nivel competitivo, añade «algunos valores que hay que tener tanto dentro como fuera de la cancha».

No hay muchos documentos de algunos de esos torneos, pero sí del de Castrourdiales, que se resolvió en una tanda de penaltis que se puede encontrar en la red y que estimula el recuerdo de sus protagonistas. «Cuando eres así de joven y vas a un torneo así, yo creo que vas a pasártelo bien, a divertirte y a aprovechar el momento», comenta Monir; «nunca, nunca pensamos que a lo mejor íbamos a llegar a la final y de esa manera. Nunca he pasado unos nervios igual al tirar ese penalti y poder ganar la final». El pívot no fue el que marcó el lanzamiento definitivo, sino el portero, porque Pablo o Valle no quisieron ni lanzar. «Estábamos calentando detrás de la portería antes de empezar nuestro último partido de la fase de grupos», vuelve a recordar Encinas con pelos y señales. «A falta de veinte segundos metió gol un equipo que nos permitía pasar si ganábamos, porque si ganaban los otros nos quedábamos fuera. Nos clasificamos y en la final íbamos a cero o un gol por delante e hicimos un penalti. En los penaltis, lo que dice Monir, ya que has llegado ahí con lo joven que eres, para adelante. Me dijo el entrenador que si quería, dije que sin problema y metimos y a celebrarlo».

Más que un equipo

Desgranando las experiencias vividas en este tiempo, Valle termina aportando otra clave de lo que es Segosala: «Para mí es más que un equipo. Es que Agustín, que es mi entrenador, también es mi amigo y muchas veces que he pensado dejar el fútbol sala él ha estado ahí para decirme que no, que eres muy buena, que aquí tienes a mucha gente que te importa. Al final es eso».

Esos pensamientos de dejarlo también han cruzado por la cabeza de sus compañeros de promoción, porque al crecer la vida se complica. Sin embargo, la idea de que «esto no es solo un club, es como una familia» que lanza Ángel, hace que el resto asienta. «Estamos todos juntos y jugar con gente que es tu familia, que son tus amigos, te motiva un montón y te anima a seguir creciendo». Él precisamente estuvo un tiempo en la cantera de Inter y, a su regreso el verano pasado, encontró un Segosala diferente. «El crecimiento que han tenido sobre todo en el aspecto femenino, que antes contaba con uno o dos equipos y ahora cuenta con una base desde niñas pequeñas hasta el de Segunda que es el referente».

Ni que decir tiene que cada uno de estos jugadores tiene un recuerdo imborrable de estos diez años. Valle guarda como oro en paño la Liga y el ascenso a Segunda. La fase de ascenso del femenino también es uno de los recuerdos de Ángel. Para Pablo, es algo más en el tiempo, «llegar a ver al club cuando empezamos, sacar un Juvenil regional, División de Honor, el Segunda B. Muy bonito». Un pensamiento que respalda Monir, al que poder jugar la Copa del Rey también le hizo especialmente feliz. «A nivel de grupo el torneo de Aveiro fue el que marcó todo dentro de nuestro equipo. Quedamos segundos ganando a Benfica en los penaltis», dice Encinas. «Más que por ganar o no, porque lo pasé muy bien», completa Valle. Ninguno de los cuatro imagina ya su vida sin el chándal de un club en el que llevan diez años y en el que no les importaría seguir durante toda su vida.

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