«El niño que sale de la cantera siempre debe demostrar más»

–¿Por qué se hizo la resonancia?

–Ya llevaba dos o tres semanas con el dolor. Yo en principio no sabía que tenía tanto; luego el preparador y todos los demás me dijeron que no sabían cómo podía haber entrenado con esa lesión. Yo decidí hacérmela para saber lo que tenía y actuar, pero no pensaba que me fuera a impedir ir al Europeo. En cuanto lo vieron, los doctores me dijeron que no me dejaban porque eso podía agravarse.

–¿Tolera bien el dolor?

–Cuando ves que estás a punto de jugar una Eurocopa te callas un poco, por si acaso. Pero bueno, me callé hasta un punto. Veía que tenía algo. Ni yo mismo sé cómo aguanté el dolor.

–¿Cómo asimiló la noticia?

–Fue un palo muy gordo, porque no te lo esperas. Ese día me levanté como un día normal en la selección y después de comer me tuve que ir a mi casa. En ese momento, no asimilaba que hubiera dicho adiós al Europeo después de tres años. Me vine muy abajo, pero entiendo que es algo que le puede pasar a cualquiera.

–¿Qué trabajo hay detrás en esos tres años?

–Ir prácticamente cada mes de concentración. Abandonar mi club, donde realmente tienes que dar el callo, y cuando vuelves te tienes que poner a tope. Y no teniendo vacaciones de verano, porque son 15 concentraciones. En tres años no faltas a ninguna y, de repente, justo en la última, te lesionas.

–¿Qué significaba para usted?

–Un sueño que veía cerca. No tenía asumido que iba a jugarlo, pero sabía que tenía muchas posibilidades de ir. Te lo arrebatan todo en un momento.

–¿Qué espera encontrar en Burela?

–Es un proyecto joven, con jugadores contrastados en Primera, para divertirnos, quedar altos en la Liga y poder formarme como quiero. Es un club muy serio que lleva mucho tiempo en la élite. Va a ser una oportunidad perfecta para mejorar y algún día estar ahí arriba en Inter, que es mi objetivo.

–¿Cómo quiere formarse?

–Yo quiero ser la mejor versión de mí mismo. Terminar un día mi carrera y decir: «Eloy, has llegado a todo lo que has podido». No sé si eso será Primera División, no tengo ni idea.

–¿Ha sido una decepción no seguir en Inter?

–No, para mí ha sido una mejoría salir cedido. Sé que en el primer equipo hay mucha competencia, están los mejores del mundo. Y había mucha gente en mi posición. Es la mejor opción que podía tomar porque el filial de Inter está en Segunda B y este es un club que acaba de bajar de Primera.

–¿Cómo consigue un juvenil derribar la puerta?

–Con muchísimo trabajo. La confianza del club la tengo, ahora me toca a mí currar como nadie. Tienes que currar el doble que los del primer equipo, porque ellos ya lo han conseguido. El niño de la cantera siempre tiene que demostrar más. Trabajo, trabajo y trabajo.

–¿Qué compromiso asume para ser su mejor versión?

–Hay compromiso en todas las facetas de mi vida. Yo me fui con 15 años de casa. Dejas de salir de fiesta como cualquier persona normal y dejas de ver a tus amigos para socializar con otra gente. Apartas un poco los estudios porque no da tiempo. Ves muy poco a la familia. Apartas todo de tu vida por un sueño y te la juegas casi al cien por cien. De momento, me ha salido bien.

–¿Qué supone la distancia que pone ahora de por medio con su entorno?

–Un cambio grande, la verdad. En Madrid estaba a una hora de mi casa y podía ir prácticamente cada mes. Aquí me va a tocar visitar a mi familia en Navidad, verano o Semana Santa. También es por lo que he decidido este sitio, porque si voy a mi casa me desenfoco del fútbol sala. Aquí voy a estar centrado al cien por cien.

–¿Qué papel van a jugar los estudios en su vida?

–Este último año no he estudiado nada. Estoy buscando algún grado superior y sí que quiero meterme en una carrera. Si me sale bien esto, no tengo prisa por tener unos estudios a los 24 años.

–¿Pide el deporte demasiado a alguien de su edad?

–Sí, es demasiado. Pero es lo que hay que pedir a una persona si quiere llegar. Porque ahí arriba llegan los más disciplinados. Es mucho, pero es lo correcto.