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Lo que se pensaba que podía ser una fiesta del fútbol sala, terminó siendo un partido de cemento armado. Duro para el espectador como darle un mordisco a un muro. Arduo también para las jugadoras, que sufrieron más que disfrutaron en cada acción de los cuarenta minutos con más tensión que han jugado en toda la temporada. Quizá más nervios que tensión. Quizá mucho peso al ver a amigas en la cancha de enfrente. Quizá también cierta dosis de responsabilidad relativamente bien entendida. Con todo ello, el vermú del domingo tuvo poco sifón, aunque no anduvo carente de misterio.
Segosala Pinturas Alyvan
Sonia, Del Valle, Alejandra, Laura Valle y Mónica; Chivi, Eva Jiménez, Miriam, Angélica, Ángela Quirós e Isabel
0
-
1
Unami
Esther, Marta, Cristina, Laura Gómez y Raquel; María, Sofía, Sara, Leyre, Carré, Laura Llorente, Rocío y Mar
GOLES. 0-1, Laura Llorente (min. 39)
ÁRBITROS. Félix Daniel Miguel y Juan Lázaro. Amonestaron a Eva por parte de Segosala y expulsaron por doble amonestacion a Cristina por parte del Unami en el minuto 33.
Cuando se pretendía que, por las formas habituales de los dos equipos, el derbi sería cuando menos rumbero en el ritmo; se quedó en un remedo de chotis lleno de pisotones en pies extraños y pérdidas de ritmo. Fue difícil ver una salida de balón limpia; casi imposible acordarse de dos o tres acciones concatenadas sin un parón, forzado o no, por medio. Todo se iba atropellando con faltas, saques de banda, balones largos difícilmente controlables. Quizá todo ello fue mucho más favorable a Unami, con jugadoras que saben manejarse en ciertos ritmos de partido y a las que, por físico, les viene mejor no correr tanto como les gusta a las chicas de Segosala, que prefieren otros.
Seguramente nada de esto fue forzado, planificado. Al menos, no al principio, no en la primera parte. En esos primeros veinte minutos todas las integrantes de ambas plantillas que saltaban a la cancha lo hacían atenazadas. El ambiente era mucho mejor, más concurrido, que en otros partidos y es posible que el exceso de focos las llegase a abrumar por momentos. También se quisieron imponer las ganas de marcar los tiempos y en eso Unami, que andaba más justo de rotación sin la capitana Rocío o Leyre, no quiso arriesgar nunca: ante la más mínima duda, reseteo de la acción y a volver a empezar. ¿Que era en contra? Bola fuera o lo más lejos posible ¿Que era a favor? Percutir sin columpiarse lo más mínimo con ningún pase que pudiera convertirse en la brisa que abriera la puerta del patio por la que se colase la velocidad y la calidad del Segosala.
Porque en el equipo de Agustín Pérez revoloteaban de vez en cuando por la cancha dos jugadoras que, de haber logrado combinar más, podrían haber roto el partido en algún momento. Cerca estuvieron de hacerlo. Eran María del Valle y Miriam Esteban. La primera, utilizada como cierre más por su inteligencia y calidad para sacar la bola jugada en pequeños espacios que por su capacidad defensiva, deshacía la presión. La segunda se acostaba indistintamente en ambos lados en la ofensiva y se movía siempre con inteligencia y mala idea para las rivales. En general, estuvo bien vigilada. Los escasos momentos en los que recibió con claridad pudieron cambiar el encuentro.
Las chicas de Kike Molina, por su parte, según iban cayendo los minutos se encontraban cada vez más cómodas en el rol de la seguridad. Buenas defensas, en ocasiones agónicas en las ayudas, y si había salida rápida, bien. Si no, se agarraban con uñas y dientes a cualquier tipo de balón parado para buscar la potencia física de los golpeos de Sara, de Cristina o de Marta. Fue de hecho en un córner, cuando ya los errores empezaban a aflorar en las líneas defensivas, donde pudieron adelantarse si Raquel hubiese acertado con la portería, aunque para ello hubiera tenido que pensar que iba a estar tan sola y en poder del balón. No sería la más clara para Unami. A falta de nueve para el final Cristina puso desde su cancha un balón elevado que Del Valle se comió y Sara se quedó sola contra Sonia. La vaselina se marchó fuera del marco.
El Pinturas Alyvan, mientras tanto, iba minuto a minuto arriesgando más, como una manada de potros compitiendo por ver quién acelera más antes de toparse con una valla de zarzas. Las pocas contras que pudo lanzar no estuvieron lejos de ser definitivas. En una de ellas, se plantó Alejandra por el ala derecha y logró pasar la bola bajo el cuerpo de Esther, que tocó lo justo para ralentizar la trayectoria y facilitar la limpieza de la zona a sus compañeras. Poco después, de un córner bien defendido Segosala se lanzó a ocupar el área contraria y Unami salvó los muebles gracias a la acumulación de jugadoras tras la espalda de la meta y al compromiso defensivo.
La clave al final iba a estar en la expulsión, por segunda tarjeta amarilla clara, de Cristina. La jugadora de Unami no pudo más que agarrar clamorosamente a Miriam cuando había sido regateada y la nueve de Segosala se lanzaba peligrosísima hacia el marco. En esa superioridad, las chicas de Agustín Pérez no gestionaron bien los dos minutos. Sí inquietaron, pero no lo suficiente a un Unami que, en cuanto pudo, alejó la bola a cancha contraria y enredó la madeja lejos de su portería con saques de banda y córners hasta que pudieron volver a equilibrarse.
En ese impás en el que las azules se vieron cabeza abajo y, de golpe, equilibradas de nuevo, fue decisivo porque en ese movimiento también se llevaron la fe de sus rivales. Solo así se explica la factura del gol de la victoria. Con Segosala atacando y encerrando a Unami, en un saque de banda un balón se queda muerto a los pies de Marta y a las chicas de rojo les cuesta cerrar. Unami olió la sangre y lanzó a la luchadora Laura Llorente arriba. El pase de exterior de su compañera no salió bueno, porque iba a quedarse retrasado, pero quiso la suerte que tocase en el de Mónica y que de esa guisa llegara a quedarse justo al alcance de una estirada. La pelota pasaría por debajo de las piernas de Sonia para convertirse en el gol que decidía el derbi. Del lado de las más necesitadas de puntos, pero también del lado de las que mejor supieron sostener la ansiedad y gestionar sus peores momentos.
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