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Jugadores, entrenadores y directivos del Club Valladolid Tenis de Mesa. Foto cedida por el club
Tenis de mesa, el deporte que todos practican

Tenis de mesa, el deporte que todos practican

Inmaculada Gato, presidenta del C. Valladolid Tenis de Mesa ·

La falta de una instalación propia de entrenamiento y su ajustado presupuesto «impiden que el club siga creciendo»

Gerardo Liendo

Jueves, 30 de enero 2020, 07:45

Al principio de la década de los setenta, Inmaculada Gato Silió acudía al centro Jucova, creado en torno a la iglesia de la Circular, donde un grupo de jóvenes 'mataba' sus horas de ocio. En ese lugar, un trozo de madera llamaba la atención. «Era la primera vez que veía una mesa de ping pong», reconoce la actual presidenta del Club Valladolid Tenis de Mesa. Así comenzó su andadura en un deporte minoritario en licencias pero que todo el mundo ha querido practicar en algún momento.

«Nos aficionamos al tenis de mesa; creamos un equipo femenino; jugábamos en la Feria de Muestras –hacía un frío espantoso– y quedamos campeonas de Valladolid. Pero no salíamos de la ciudad, como mucho acudíamos a Palencia», recuerda Inmaculada Gato, hasta que en 1975 acude a su primer campeonato de España en Reus. «Quedé alucinada con tantas mesas juntas en un mismo pabellón. Nadie me conocía y sorprendí a mis rivales. Superé los cuartos de final y en el partido por las medallas me pasó una cosa curiosa. Jugaba contra una catalana. Comencé muy nerviosa, perdiendo 2-0, hasta que decidí liberarme de la presión y ser yo misma. Empaté a dos. Pero en el quinto y definitivo set, la rival me engañó. Se tiró al suelo medio desmayada, aunque insistió en continuar. Ahí pagué la novatada. Bajé el ritmo para que no volviera a desmayarse y descubrí que todo había sido un paripé. Me metió una paliza terrible. Juré y perjuré que algún día me vengaría, y aunque tardamos en coincidir, finalmente pude ganarla en otro torneo».

Inmaculada Gato

Ascenso

Junto con esa anécdota, Gato no puede olvidar otro momento de su carrera deportiva, en este caso más gratificante: el ascenso en el Polideportivo Huerta del Rey a la máxima categoría del tenis de mesa. «Era ya la década de los ochenta. Javier González y yo cogimos lo que ahora es el Club Valladolid Tenis de Mesa con la aspiración de jugar la Liga Nacional. Llegamos a jugar la Copa ETTU en Europa; incluso en un momento determinado fuimos el único equipo vallisoletano de entre todos los deportes que jugaba competición europea. En una ocasión, nos situamos entre los ocho mejores equipos del continente y teníamos que ir a Rusia a jugar, perono tuvimos presupuesto».

Durante esos años, Inmaculada Gato no paraba de coleccionar medallas –más de 70 en su carrera deportiva–, «y siempre recordaré un torneo que gané en Portugal, en una especie de restaurante; llegaron a poner el himno nacional en mi honor».

A medida que pasaban los años, y las jóvenes comenzaron a derrotarla, «me di cuenta de que debía retirarme de la competición para dedicarme a entrenar. Javier y yo creamos la Escuela, la mejor cantera del club, y empezamos a enseñar lo que habíamos aprendido en nuestra carrera».

Actualmente, el Club Valladolid Tenis de Mesa, gracias a su 'sponsor' principal –Vasa Arroyo– y con la ayuda del CDO, tiene dos equipos masculinos, uno inmerso en la fase de ascenso a División de Honor –podría renunciar a la plaza por falta de presupuesto– y otro en Segunda División, dispuesto a subir a Primera, «si finalmente conseguimos esa plaza en la máxima categoría». Junto con ellos, este club vallisoletano cuenta con equipos femeninos alevines e infantiles, que juegan en la Liga Nacional (por concentraciones), y otros dos conjuntos prebenjamines que disputan los territoriales. «A su vez, llevamos la promoción del tenis de mesa en la Fundación Municipal de Deportes, organizamos los juegos escolares de este deporte; acudimos a todos los eventos relacionados con el ping pong siempre que se nos llama».

El mayor deseo, una sede

El tenis de mesa vallisoletano goza de buena salud, a pesar de las escasas infraestructuras y ayudas que tiene, «aunque podríamos estar mucho mejor si contásemos con unas instalaciones propias. Actualmente, entrenamos y jugamos en el Centro de Tecnificación Río Esgueva, pero nuestra ilusión siempre ha sido tener un lugar propio, con sede incluida, para que todos los vallisoletanos sepan dónde se puede jugar al tenis de mesa. Sería la forma de poder crecer porque hoy contamos con 13 mesas montadas pero no damos abasto. Somos un deporte minoritario pero que se puede jugar a cualquier edad; ahora, muchos jugadores veteranos quieren volver a practicarlo».

A la falta de una instalación propia se suman las escasas ayudas que recibe este deporte. «Antaño –recuerda Gato– teníamos ayudas autonómicas de residencia, que nos permitieron traer a jugadores chinos, lo que nos dio mucha calidad de entreno. Pero en los últimos cuatro años no hemos recibido ninguna ayuda de ese tipo y no podemos fichar a jugadores extranjeros por falta de presupuesto», concluye.

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