Formación 'rugbier' en Pepe Rojo

A la postre pudo celebrar el VRAC por partida doble, tras alzarse con la tercera liga seguida en mayores y al mostrar por segunda vez en apenas quince días su éxito organizativo en un trofeo de cantera, después de que antes se desarrollase el Nacional de categoría sub 16.

En total, el torneo acogió a cerca de 2.300 deportistas, sumando a los pequeños 'rugbiers' y técnicos, a los que además acompañó muchísimo público durante las dos jornadas en que se desarrolló. Con 150 equipos y 36 clubes representados, llegados de todos los lugares de España, sí, la fiesta fue completa en lo referente a confraternidad y valores; y es que ya se sabe, el rugby, y más aquí, sin duda es especial.

Que el Campeonato de España no tuviera un cariz competitivo no es un signo de que no ganara nadie: los vencedores fueron todos, todos los participantes recibieron una presea conmemorativa de su participación en las liguillas, que sí las hubo pese a esa circunstancia, en partidos que igualmente fueron vibrantes, dado que la organización previó juntar a los equipos por un nivel técnico que fuera aproximado. Todo ello en los 20 campos habilitados en los seis ya habituales de Pepe Rojo, para cuya organización el club se afanó y tuvo la colaboración de 120 voluntarios, así como de 50 árbitros. También la tuvo de todas las gentes del rugby, que se despojaron de cualquier tipo de presión competitiva por mor del nombre (aquello de Campeonato de España puede impactar) con el fin de paladear los primeros ensayos de los 'rugbiers' del mañana; ya hoy. Y entre cada partido, la opción de disfrutar de la fan zone o de áreas habilitadas para cada club a fin de poder juntarse en un tercer tiempo bajo una carpa. El del domingo lo organizó el VRAC, que entregó una bolsa de comida por participante.

La afluencia de público fue masiva durante las dos jornadas, en las que, además, la entidad quesera mostró su lado más solidario a través de dos iniciativas: la colaboración con Red Íncola y una campaña a favor del uso y el consumo responsable del agua. Así, durante todo el fin de semana, los aficionados podían adquirir unas pulseras con cuya recaudación se va a impulsar la creación de becas para menores en riesgo de exclusión que necesitan recursos en su formación. Además, merced a una iniciativa en la que el torneo ha sido pionero, cada jugador recibió una cantimplora que podía rellenar él mismo en uno de los grifos habilitados, para evitar así un mal gasto del agua –en este tipo de torpeos se consumen en torno a 5.000 litros– y la generación de una cantidad elevada de plástico, gestos con los que se pretende inculcar el respeto al medio ambiente desde las edades tempranas de los jugadores.

Entre esa labor de concienciación destacó la presencia de la asociación Down Valladolid. La integración y la plena inclusión se demostró con la participación en el conjunto del VRAC de categoría sub 6 de un niño con discapacidad intelectual, al que se sumaron tres en el sub 10 del San Isidro (Madrid). Porque sí, el rugby es para disfrutar. Todos.